Antonia dell’Atte se eleva ahora mismo varios estratos por encima del sustantivo “empoderada”. Siente que el relato ha comenzado a virar y que la impermeabilidad al escándalo con que su exmarido lleva manejándose en televisión durante tantos años toca a su fin. La fachada se ha rasgado y pontificar desde un programa de máxima audiencia no conseguirá restañar las grietas. El pasado domingo concedió una impactante entrevista al diario El País en la que explicaba la durísima experiencia que fue su matrimonio con Alessandro Lequio: “La primera patada que me dio Lequio, estando embarazada, fue a la vuelta de la luna de miel”. Imposible soslayar semejante testimonio, el tertuliano ha afirmado que ha puesto el asunto en manos de sus abogados.
La denuncia que presentó contra Alessandro Lequio en marzo de 1991.
Antonia levanta la ceja izquierda y ríe. Está segura de que es una mentira más y una maniobra para desinformar a la audiencia, particularmente del canal en que trabaja. “Estoy satisfecha de ser una superviviente y de haberme fortalecido con la resiliencia. Las víctimas nunca que avergonzarse de contar su sufrimiento: son los maltratadores quienes deben agachar la cabeza. Animo a todas las mujeres a denunciar.”. Antonia, que jamás ha comerciado con esta historia aunque ha sido llamada mil veces a distintos platós, cuenta la verdad y eso la hace libre. “Y matizo: no es ‘mi verdad’ sino la verdad. A secas”, explica en esta entrevista concedida a La Vanguardia.
Yo vivía en Milán, la capital de la moda europea, y él en Turín, una ciudad industrial. Y mientras yo era musa de Giorgio Armani, a él no lo conocía ni dios
Mujer fuerte, independiente y musa de Armani.
Antonia rememora cómo se enamoró de Alessandro. Le gustó a primera vista, era un seductor nato aunque el aura noble de la que se envolvía –y que tan bien le funcionó en España por su parentesco con nuestra casa real– a ella le hizo reír. “Cuando me dijo que era primo del rey le respondí que yo era hija de Frank Sinatra. Yo vivía en Milán, la capital de la moda europea, y él en Turín, una ciudad industrial. Y mientras yo era musa de Giorgio Armani, a él no lo conocía ni dios”. A finales de los 80, Antonia ejercía como actriz cómica en el programa Drive In de Mediaset, donde representaba un monólogo irónico sobre la moda y con estilo elegante y gozaba poniendo en aprietos a modelos como ella. Comenzaba su monólogo en el refinado italiano milanés para terminar pasando al lenguaje coloquial de Brindisi. Era un formato rompedor. Señala Antonia lo injusto de la situación pasada y actual: “Telecinco aún lo ampara cuando en la inauguración de la cadena en España, en 1990, fui yo a quien Silvio Berlusconi invitó a una fiesta increíble con personajes de la talla de Gina Lollobrigida”.
Así la conquistó: “Se me presentó como conde, era encantador y soñé con una vida dorada. Sin embargo, me encerró en una jaula y no de oro sino de hierro oxidado”. Se instalaron en Madrid porque Lequio fue enviado como representante de la FIAT en España. Ella renunció a su carrera como modelo por amor. “Como he contado, el primer golpe vino estando embarazada: cogí una carta del buzón a mi nombre, Antonia dell’Atte, y él dijo ‘Ya no eres más dell’Atte, eres condesa Lequio’. Ahí empezó mi calvario”. Hoy está segura de que jamás llegó a quererla, ni siquiera durante aquel arrebato inicial. “No, no me amó. Un maltratador, un narcisista de ese calibre, nunca se enamora. No le gustan las mujeres. Él quería estar conmigo porque era una mujer fuerte y conocía a todo el mundo. En cambio, yo con él no he conocido a nadie. No tenía un amigo verdadero. Fui yo quien organizó nuestra boda”.
No, nunca me amó. Un maltratador, un narcisista de ese calibre, nunca se enamora
Antonia se sumergió en una pesadilla de la que no sabía cómo salir: “Era muy difícil: en aquella época no se hablaba de malos tratos y me encontraba sola en un país extranjero. Le pedí mil veces que me dejase ir, que me liberase, pero se negaba. Cuando me levantaba la mano yo llamaba a su madre porque no podía llamar a la mía. Me había aislado de todo y de todos, incluso de mi propia familia. Recién nacido mi hijo vino mi madre a vernos y él se dio la vuelta y se fue de casa. Tengo cartas de su puño y letra en las que me exige que me olvide mi familia ‘porque ahora eres la condesa Lequio’”.
Recuerda Antonia que su suegra llegó a decirle ‘tranquila, Antonia, aguanta que se va a curar’ mientras el propio Alessandro contradecía a los suyos hasta el punto de llegar a confesar en Tómbola lo siguiente: ‘He dado bofetones a mujeres, me ha pasado, pero una cosa light, no ha sido tan malo’. Y no pasó nada. “Él era un personaje público y toda la prensa le reía las gracias aun sabiendo eso mientras yo era una víctima sacrificable. Tenía que aguantar el tipo, encontrar trabajo y soportar la presión de esa prensa donde él me metió, en la que él vendía sus miserias y tenía cómplices agradecidos. Yo estaba sola en España, sin empleo y con un niño pequeño mientras él era sobrino del Rey. No era nadie en Madrid. No tenía un duro. Ni siquiera me dio dinero cuando estando juntos se lo pedí para ir a recoger unas analíticas”.
Yo estaba sola en España, sin empleo y con un niño pequeño mientras él era sobrino del Rey. No era nadie en Madrid
Paradójicamente, Ana Obregón entró en sus vidas gracias a la propia Antonia: “Conocí a Antoñita la fantástica [sobrenombre popular de la actriz y presentadora] durante una cena en la plaza de las Ventas. Me pareció simpática y le sugerí a Alessandro hacer amistad con ella, pues no conocíamos prácticamente a nadie en Madrid y yo quería socializar. ‘No. Gente como esta no entra en mi casa’, me respondió. Cuando por fin supe que estaba con ella di las gracias a Dios por liberarme. Pedí la separación y me pidió que lo perdonase, que había sido un calentón. Cuando le llegó la carta de mi abogado supo que no había marcha atrás. ¿Qué hizo? Entrar en casa con su llave de madrugada y llevarse todos los muebles. Me desperté cuando oí un ruido y vi que no quedaba nada excepto la cama en la que yo estaba durmiendo y una cómoda, regalo de su padre pero llena de carcoma. Y, cosas del destino, ese mueble significó una luz para mí: dentro estaban las cartas que me había escrito reconociendo su maltrato y prometiendo que no se repetiría”.
En mayo de 2021, Dell'Atte explicó a Lecturas los maltratos que había sufrido.
De Ana Obregón me dijo ‘Gente como esta no entra en mi casa’
El 9 de marzo de 1991 acudió a una comisaría para presentar una denuncia contra Alessandro Lequio por maltrato. “Les expliqué que sabía karate, que me había agredido y que aunque se había ido de casa, tenía las llaves y temía por mí y por mi hijo. Afortunadamente, el día siguiente cambié la cerradura. Trató de entrar y no pudo. Venía a molestar, a tratar de destruirme con el pretexto de ver al niño al tiempo que me pedía otra oportunidad”. Asegura Dell’Atte que en aquellos días se impuso la sororidad y avisó a Ana Obregón de lo que se le venía encima: “¡Claro que la advertí!”, dice en voz alta.
La modelo ve cómo el relato ha comenzado a cambiar.
Preparando su regreso a Italia, Antonia decidió participar en el programa La máquina de la verdad (Telecinco), presentado por Julián Lago. “Me senté y lancé este mensaje: ‘Vais a pagar a Dios tú y ella todo lo que me estáis haciendo pasar’. En ese momento aún no había encontrado las cartas, así que solo quería contar que al fin había escapado de un infierno. Sí afirmé que era un hombre temperamental pero no podía llamar a las cosas por su nombre y hablar de maltrato. En ese momento la misma Ana Obregón lo hacía pasar por buen padre. ¿Cómo se atrevía cuando ella echó a mi hijo de casa? ¡Es que lo dejó en la calle con su pequeña maleta, a un pobre niño de 4 años! Tengo testigos y una grabación que aporté a La máquina de la verdad, en la que él mismo le hace un traje a la Obregón: ‘¿Cómo se permite echar a mi hijo de casa? Perdóname, Antonia’. Fue en 1992. Y ella hablaba de que era un muy buen padre con la complicidad de la prensa añadiendo que yo no le permitía ver a su hijo”.
Él mismo le hizo un traje a la Obregón: ‘¿Cómo se permite echar a mi hijo de casa? Perdóname, Antonia’, me dijo
Falta de sororidad
Las otras mujeres del conde
Le ofende el blanqueo de tantas mujeres que han pasado por su vida y que la imagen de su ex sea simplemente la de un playboy. “No nos olvidemos de las fotos de Interviú. Creo que aquellas imágenes de él desnudo fue el primer triunfo del Photoshop en España. ¡Claro que aquello estaba trucado! Es que tengo que reírme…” Cree que la mayoría de mujeres que han pasado por su vida y su cama no cuentan lo que han vivido en la intimidad. “Me lo llegó a decir él mismo: que yo era la única que había dicho la verdad y las otras eran sus cómplices. Es más, algunas han hablado mal de mí”.
Esta fue la portada que denuncia Antonia como un uso mezquino de su hijo.
Aunque sus cicatrices ya no le duelen, no perdona el uso de su hijo. En noviembre de 1993, Antonia ha vuelto a casa y vive en Brindisi con Clemente, por entonces de apenas cinco años de edad. “Hice las maletas para apartarlo de un maltratador; siempre he protegido a mi hijo. Estaba trabajando en Los Ángeles cuando recibo una llamada de mi madre que comienza así: ‘Antonia, tranquila’. Uffff… ¡Qué ha pasado!, grité. ‘Ha venido Dado a la escuela y se ha llevado al niño. Cuando he ido a recogerlo, Clemente no estaba. Dado vino a casa con él después y me explicó que se lo había llevado a dar un paseo y que si se lo puedo dejar un rato más’. Mi madre le pidió ir a la Policía porque en ese momento era la tutora del niño para dejarlo todo claro. Finalmente, deciden ir a casa a comer. Pues bien, la semana siguiente aparece un reportaje en una revista española de Alessandro Lequio con su hijo y Ana Obregón en Brindisi. Él lo ha vendido todo, siempre. Me arrepiento de no tomar acciones legales contra los dos porque ella también utilizó a mi hijo, lo echó de casa y vendió su miseria aprovechándose de él”. Paradójicamente fue Alessandro Lequio quien demandó a Antonia. “En un programa de televisión María Teresa Campos le espetó: ‘Tu ex te está llamando maltratador, ¿no vas a hacer nada? Lo hizo. Me puso una querella por calumnias”.
‘Ha venido Dado a la escuela y se ha llevado al niño’ me dijo mi madre. La semana siguiente apareció un reportaje de Lequio con su hijo y Ana Obregón en Brindisi
Dell'Atte recuerda que otras personas sufrieron el carácter de su ex.
“Yo lo perdoné pero él jamás se ha arrepentido ni ha pedido disculpas. Tampoco se ha molestado en recuperar la relación con su hijo. Ahora Clemente tiene 37 años; si sumo los días que se han visto, que han estado juntos, sería como un año. Es más, le hizo una jugada deleznable. Mi hijo le propuso que se disculpara conmigo y tratásemos de empezar de cero. ‘Sé toda la verdad de lo que has hecho a mi madre. Pide perdón y intentamos recomenzar. Eso le dijo. Pero no lo ha hecho ni en público ni en privado. Es más, lo engañó haciendo una portada de ¡Hola!:‘Si renuncias a la pensión de alimentos, hacemos juntos este reportaje y te lo doy a ti. El chico estaba en la universidad, le venía bien ese dinero y… le dio unas migajas y se quedó sin pensión”.
Engañó a Clemente para hacer una portada de ¡Hola! a cambio de que renunciase a la pensión de alimentos
Antonia venció al fin. Además de su testimonio, presentó aquellas cartas en el juzgado, plagadas de amenazas y confesiones y Lequio reconoció su autoría (“Son cartas de amor”, ríe Antonia recordando su declaración). Aunque el delito estaba prescrito, quedó plasmado que el relato de Dell’Atte era cierto. “No ha sido condenado, pero sí fue denunciado y ha reconocido que es un maltratador. Yo quiero una ley que proteja a las mujeres que viven aisladas con miedo y bajo maltrato económico, físico o psicológico”. No tiene miedo de recibir una denuncia por su parte: “Ojalá. Pero tiene miedo de mí. Estoy convencida”.




