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De la Tierra a la Luna... y a la subasta

HEMEROTECA

La sonda soviética Lunik 16, primera nave no tripulada que aluniza con éxito sobre la superficie de la Luna para recoger muestras del suelo y traerlas a la Tierra

Las piedras lunares, preciado objeto de deseo, alcanzaron precios desorbitados en las subastas

Tercerps

Poseer piedras lunares despierta un fetichismo imparable en los coleccionistas, de forma que parece más fácil traerlas desde nuestro satélite que mantenerlas a buen recaudo en nuestro querido planeta Tierra. 

El 20 de septiembre de 1970, el Luna 16, una misión espacial no tripulada de la URSS, logró hacer alunizar la primera sonda robótica, que se llevó de allí varias y diminutas rocas. 

Con el paso de los años y la desaparición incluso del país que había logrado la hazaña, las rocas fueron pasando de manos: primero se dieron como premio a la viuda del artífice del programa espacial soviético, el científico Sergei Korolev. Ella las mantuvo durante un par de décadas, pero en 1993 decidió hacer caja, consignándolas a Sotheby's Rusia, que las subastó por primera (pero no última) vez. 

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En 2018, un anónimo comprador las adquirió en Nueva York por la desorbitada cifra de 855.000 $, casi el doble que en la puja inicial.

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Preciado objeto de deseo, el material extraterrestre ha generado un mercado internacional que seguirá en alza hasta que colonicemos la Luna y, con ello, pierda su atractivo.

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