Sumeria fue la cuna de la civilización. Situado en el sur de Mesopotamia (actual Irak), esta antigua cultura inventó hace más de 6.000 años elementos tan importantes para el desarrollo de la humanidad como la escritura, la rueda o la agricultura intensiva organizada.
Organizada en ciudades-estado como Ur, Uruk o Lagash, cada una con su propio gobernante e instituciones religiosas, esta sociedad logró sobresalir entre las cuencas de los ríos Tigris y Éufrates en las etapas finales del Neolítico gracias a un sorprendente elemento: las mareas en la cabecera del Golfo Pérsico.
Ríos, mareas y sedimentos
Según explican los investigadores en un artículo publicado en la revista PLOS ONE, el auge de Sumeria se debió a la interacción dinámica de ríos, mareas y sedimentos que influyó en el desarrollo temprano de la agricultura y en la complejidad sociopolítica de la región.
“Nuestros resultados muestran que Sumeria se construyó literal y culturalmente sobre los ritmos del agua”, afirmó Liviu Giosan, científico emérito del Instituto Oceanográfico Woods Hole. “Los patrones cíclicos de las mareas, junto con la morfodinámica del delta (cómo cambia la forma de un paisaje con el tiempo debido a procesos dinámicos), estaban profundamente arraigados en los mitos, las innovaciones y la vida cotidiana de los sumerios”, añade.
Personas de las marismas iraquíes empujando sus canoas tradicionales, cargadas con juncos recién cortados
El estudio muestra que, hace entre 7.000 y 5.000 años, el Golfo Pérsico se extendía tierra adentro, y las mareas impulsaban agua dulce dos veces al día hacia las cuencas bajas del Tigris y el Éufrates. Los expertos creen que las comunidades primitivas debieron aprovechar esta hidrología fiable mediante canales cortos para regar cultivos y plantaciones de dátiles, lo que permitió una agricultura de alto rendimiento sin necesidad de infraestructura a gran escala.
A medida que los ríos formaban deltas en la cabecera del Golfo, se interrumpía el acceso de las mareas al interior. La consiguiente pérdida de esa agua extra probablemente desencadenó una crisis ecológica y económica que requirió una respuesta social ambiciosa, señalan los especialistas.
Las extensas obras de riego y protección contra inundaciones que siguieron a este periodo finalmente definieron la edad de oro de Sumeria. “A menudo imaginamos los paisajes antiguos como estáticos”, afirma Reed Goodman, profesor de la Universidad de Clemson y coautor del estudio.
“Pero el delta mesopotámico no lo era en absoluto. Su terreno inestable y cambiante exigía ingenio y cooperación, lo que dio lugar a algunas de las primeras prácticas agrícolas intensivas de la historia y a experimentos sociales pioneros y audaces”, señala.
Atardecer en Mesopotamia: Vista hacia el este desde el tejado de la casa donde residían los arqueólogos, con búfalos de agua y palmeras datileras en primer plano
La historia de Sumeria destaca por el paso desde las ciudades-estado independientes gobernadas por sacerdotes (patesi) y más tarde por poderosos reyes (lugal) a la formación de imperios centralizados, como el de Sargón de Acad, con estructuras administrativas más complejas como las provincias con gobernadores.
La necesidad de llevar agua desde los ríos principales hasta las tierras más alejadas impulsó la construcción de sistemas de irrigación a gran escala y de obras de control de inundaciones. Estas empresas requerían un nivel de coordinación, planificación centralizada y movilización de mano de obra sin precedentes.
Los mitos del diluvio de Mesopotamia
Más allá de los factores ambientales, el estudio liderado por Giosan y Goodman también explora los impactos culturales que tuvo esta vinculación a las mareas, conectando los mitos del diluvio de Mesopotamia con el panteón sumerio, centrado en el agua.
“Las conclusiones de este estudio se reflejan claramente en lo que estamos hallando en Lagash”, dice Holly Pittman, arqueóloga del Museo de Pensilvania y directora del Proyecto Arqueológico de esta ciudad-estado, una de las más antiguas de la historia. “El rápido cambio ambiental fomentó la desigualdad, la consolidación política y las ideologías de la primera sociedad urbana del mundo”, apunta.
Oportunidades y peligros
Utilizando datos ambientales y paisajísticos antiguos, nuevas muestras obtenidas en el yacimiento de Lagash y mapas satelitales detallados, los investigadores pudieron recrear el aspecto de la costa de Sumer en tiempos remotos e imaginar cómo respondieron sus habitantes a su naturaleza cambiante. “Nuestro trabajo destaca tanto las oportunidades como los peligros de la reinvención social ante la grave crisis ambiental”, concluye Giosan.


