KV13, ¿la tumba de Moisés en Egipto?

Arqueología

¿Podemos identificar al canciller Bay, para quien se construyó la tumba KV13 del Valle de los Reyes, con el Moisés bíblico? Hay argumentos a favor y en contra, aunque el hallazgo más reciente parece decantar la balanza

Detalle del 'Moisés' de Miguel Ángel, 1513-1515. San Pietro in Vincoli, Roma

Detalle del 'Moisés' de Miguel Ángel, 1513-1515. San Pietro in Vincoli, Roma

iStock/Getty Images

Cada año, miles de turistas de todo el mundo visitan el Valle de los Reyes en Egipto. La mayoría lo hacen movidos por la emoción de poder entrar en la famosa tumba de Tutankamón (KV62), que el británico Howard Carter descubrió hace poco más de un siglo. Los más expertos acaso sientan mayor atracción por las tumbas de los grandes faraones del Imperio Nuevo, como las de Tutmosis I (KV20), Tutmosis III (KV34) o Ramsés II (KV7), por citar algunas de ellas. Sin embargo, muy pocos estarán especialmente interesados en ver la tumba conocida como KV13, aunque esa sea, tal vez, la más importante jamás excavada en el Valle de los Reyes.

Situada cerca de las de Seti II, Tausret y Siptah, la KV13 no es una tumba real. Fue creada para Bay, un controvertido canciller de origen sirio-cananeo, que vivió a finales de la XIX dinastía y que estuvo activo, sobre todo, durante el breve reinado de Siptah (c. 1194-1188 a. C.).

Anubis embalsamando a Siptah, en la tumba de este faraón en el Valle de los Reyes.

Anubis embalsamando a Siptah, en la tumba de este faraón en el Valle de los Reyes.

Album / DEA / S. Vannini

Sin embargo, a pesar de no ser una tumba real, sus características son notables. Posee una entrada, diversos corredores descendentes, dos cámaras secundarias y la cámara sepulcral principal. La decoración de la tumba está muy deteriorada a causa de las diversas inundaciones que ha sufrido a lo largo de la historia. Con todo, se han podido identificar algunas escenas del Libro de los muertos en las paredes del denominado corredor C, así como otras imágenes donde aparece Bay en compañía, probablemente, del faraón Siptah adorando a diferentes divinidades egipcias (corredores B y D).

La tumba, no obstante, quedó inacabada, y, por lo que parece, Bay nunca fue enterrado en ella. Esa es la conclusión a la que llegó el egiptólogo alemán Hartwig Altenmüller, quien excavó la KV13 entre 1988 y 1994. Altenmüller no pudo recuperar ni un solo objeto funerario perteneciente a Bay. De hecho, la tumba fue reutilizada durante la dinastía XX, cuando fueron enterrados allí dos príncipes ramésidas, Amenherjepeshef y Mentuherjepeshef. Las excavaciones permitieron recuperar sus dos sarcófagos de granito, que aparecieron vacíos.

Cabeza del faraón del Imperio Nuevo Seti II

Cabeza del faraón del Imperio Nuevo Seti II

MET, Fondo Rogers, 1934

Desde luego, en Egipto se han hallado tumbas mucho más espectaculares que la que acabamos de describir. Así pues, ¿qué es lo que la hace tan especial? Para responder a esa pregunta, debemos abandonar momentáneamente el caluroso Valle de los Reyes y viajar hasta la fría y lluviosa ciudad neerlandesa de Kampen.

Su origen y su nombre

Kampen es significativa para nuestra historia porque en la Universidad Teológica de la Iglesia Protestante de dicha ciudad es donde dio clases durante casi cuarenta años el biblista Johannes C. de Moor (1935-2023). De Moor, recientemente desaparecido, fue una de las principales autoridades mundiales en literatura cananea y hebrea. En este sentido, todavía hoy son lecturas obligadas su tesis doctoral sobre el ciclo mitológico del dios Baal (1971) y su comentario sobre el libro profético de Miqueas (2020).

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Su trabajo más importante y controvertido fue The Rise of Yahwism, un libro que conoció dos ediciones (1990 y 1997), donde De Moor analizaba con detalle el surgimiento del monoteísmo en el antiguo Israel. Aquel trabajo es de suma importancia para el tema que nos ocupa, ya que allí De Moor retomaba y desarrollaba una vieja sugerencia del teólogo suizo Ernst Axel Knauf, según la cual Bay, el canciller para el que se construyó la tumba KV13, era ni más ni menos que Moisés, el gran héroe del éxodo de Israel.

Los motivos que llevaron al profesor De Moor a defender la identificación entre Bay y Moisés fueron diversos, y algunos de ellos parecen muy convincentes. Por una parte, ni Bay ni Moisés eran egipcios, sino de origen asiático, y los dos vivieron aproximadamente en la misma época, en torno a los siglos XIII-XII a. C.

Estatua de Bay con una estela que muestra un himno al sol.

Estatua de Bay con una estela que muestra un himno al sol

Sepia Times/Universal Images Group vía Getty Images

Es verdad que los nombres de Bay y Moisés no guardan ninguna relación evidente, por lo que pretender que se trata de la misma persona parece un ejercicio muy osado. Sin embargo, cabe tener en cuenta que el nombre egipcio de Bay era Rç-mssw-h˘ç.m-ntrw, que puede traducirse como “Ramsés es la manifestación de los dioses”. Lo destacable aquí es que el nombre egipcio de Bay incluía el término mssw, del que también procedería el nombre de Moisés. En conclusión, Moisés no sería más que la abreviatura del nombre egipcio de Bay.

Las creencias de Bay

De todos modos, subsisten muchos interrogantes a la hora de aceptar que ambos fuesen la misma persona. Así, por ejemplo, no tiene ningún sentido que Moisés, devoto adorador de Yavé y gran promotor del monoteísmo hebreo, aparezca representado en la KV13 rindiendo culto a los dioses egipcios. Sin embargo, De Moor, consciente de ese problema, llamó la atención sobre una serie de ejemplos que, a su parecer, demostrarían que la devoción de Bay hacia aquellos dioses no era auténtica. En su opinión, Bay dio repetidas muestras de su desprecio hacia la religión y las costumbres rituales egipcias. 

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En primer lugar, conviene mencionar el óstraco hierático 25766. Dicho óstraco contiene una inscripción en la que, supuestamente, Bay se burlaba del dios Amón, la divinidad principal del panteón egipcio, y de la ciudad sagrada de Tebas. Desde luego, aquellas burlas solo tienen sentido si aceptamos que Bay, en realidad, profesaba una religión distinta de la egipcia.

También es importante una escultura egipcia conservada en la Gliptoteca de Múnich. Aunque se halla en un estado muy fragmentario, en esta escultura se observa a Bay sentado en el trono faraónico de Ra. Si tenemos en cuenta que únicamente el faraón podía sentarse en dicho trono, la escultura, de nuevo, puede tomarse como otra muestra de la falta de respeto de Bay hacia la tradición religiosa egipcia.

Asimismo, en una capilla rupestre localizada en Gebel el-Silsila hay una representación iconográfica donde aparecen Bay y el faraón Siptah ante el dios Amón-Ra. Sin embargo, mientras que Siptah realiza una ofrenda floral al dios, Bay no lleva a cabo ninguna acción ritual que demuestre alguna clase de respeto o devoción hacia Amón-Ra. Una situación muy similar se repite en un relieve de Deir el-Bahari, donde se observa a Siptah devotamente arrodillado ante Amón-Ra, mientras que Bay permanece en pie, indiferente ante la presencia del dios.

El canciller Bay, en un quicio del templo de Amada, Nubia, aparece venerando el cartucho de Siptah

El canciller Bay, en un quicio del templo de Amada, Nubia, aparece venerando el cartucho de Siptah

John D. Croft / CC BY-SA 3.0

Terminaremos este repaso haciendo referencia a un pasaje del papiro Harris I, 75, 2-6, en el que Ramsés III denunciaba que, durante la época en la que Bay ejerció como canciller, los dioses egipcios fueron tratados como hombres, es decir, sin el debido respeto, al tiempo que dejaron de realizarse las prescriptivas ofrendas en los templos. En definitiva, todos estos ejemplos parecen demostrar que Bay profesaba una religión distinta de la egipcia, como correspondía a Moisés.

Dos hombres y un mausoleo

Los últimos años de la vida de Bay se conocen muy mal, pero, a decir de algunos autores, su final fue muy parecido al de Moisés. Tras la muerte de Siptah, subió al trono Tausret, esposa de Seti II. Esta se vio obligada a hacer frente a la oposición de Setnakht, un militar que reclamaba el trono para sí mismo. Según esta reconstrucción, Bay se habría posicionado a favor de Tausret, encabezando la lucha contra Setnakht al frente de contingentes armados de origen asiático. La victoria final de Setnakht obligó a Bay y a sus seguidores a huir hacia Canaán para escapar de las posibles represalias del nuevo faraón. Esta huida de Bay, inevitablemente, nos recuerda al éxodo de Moisés y los hebreos.

Sarcófago de la reina Tausret

Sarcófago de la reina Tausret

© José Llull

A pesar de lo dicho, no existe la certeza absoluta de que Bay y Moisés fuesen la misma persona. Pero si no lo fueron, debemos aceptar que aproximadamente en la misma época, a finales del siglo XIII y principios del siglo XII a. C., coexistieron en Egipto dos personajes con un mismo origen asiático, con idéntico nombre y con una trayectoria muy similar. En cambio, si Bay y Moisés son la misma persona, entonces ya sabemos por qué la KV13 puede considerarse como la tumba más importante del Valle de los Reyes desde el punto de vista de la cultura judeocristiana. Por supuesto, no puede competir en riqueza, majestuosidad o belleza con las grandes tumbas reales del Imperio Nuevo, como las de Tutmosis III, Tutankamón o Ramsés II. Pero visitar la KV13 significaría ver el mausoleo de un individuo que, con sus acciones y con sus ideas, ayudó a configurar el mundo tal y como lo conocemos actualmente.

La muerte de Bay

Como era de prever, la hipótesis de De Moor generó una gran controversia. La mayoría de especialistas, tanto egiptólogos como biblistas, rechazaron con vehemencia la identificación entre Moisés y Bay, a partir de argumentos sólidos y contundentes. Así, por ejemplo, en la ciudad siria de Ugarit se halló una interesante tablilla cuneiforme (RS 86.2230). Se trataba de una carta escrita por el mismo Bay y dirigida a Ammurapi, el último rey de Ugarit. Por desgracia, solo se ha conservado un fragmento. Bay abría su mensaje declarando su devoción a “Amón, Ra, Seth y todos los dioses de Egipto”. La frase no ofrece dudas acerca de la vinculación de Bay con las divinidades del panteón egipcio, a la vez que resulta inverosímil que Moisés hubiese podido escribir semejantes palabras.

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Lo más relevante en los últimos años es el hallazgo de nueva documentación egipcia, que ha obligado a reescribir el final de la vida de Bay, un final que ahora ya no se parece en nada a la historia de Moisés narrada en la Biblia. En este sentido, fue especialmente importante el descubrimiento de un óstraco hierático hallado en Deir el-Medina, que formaba parte de la colección del Instituto Francés de Arqueología Oriental en El Cairo. En el estudio, publicado en 2000 por el egiptólogo Pierre Grandet, se afirmaba explícitamente que Bay fue ajusticiado durante el quinto año del reinado de Siptah.

Desconocemos los motivos que llevaron al faraón a ordenar la ejecución de su canciller. Solo sabemos que en dicho texto Bay era calificado como “gran enemigo”, por lo que es posible que hubiese sido acusado de algún crimen contra el Estado. Ahora sabemos que Bay y sus seguidores nunca lucharon al lado de Tausret contra Setnakht y que nunca huyeron hacia Canaán una vez se confirmó el triunfo de este último, pues Bay fue ejecutado antes de esa pugna.

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Por su parte, el libro bíblico del Deuteronomio indica que Moisés murió por causas naturales en el país de Moab, en Transjordania, desde donde se divisaba la tierra prometida, la tierra de Abraham, Isaac y Jacob, en la que Moisés no pudo entrar, según lo dispuesto por Yavé. Por lo tanto, el descubrimiento del óstraco de Deir el-Medina ha servido para poner punto final a las especulaciones en torno a la posible identificación de Bay con Moisés. Si Moisés existió alguna vez, y no fue un héroe legendario de la tradición judía, lo más probable es que hubiese sido enterrado en algún lugar de Moab. La KV13 no fue diseñada para ser su tumba.

Este texto forma parte de un artículo publicado en el número 669 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a [email protected].

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