“Adoptó la propaganda panhelénica para promocionarse a sí mismo como rey de Esparta”: Agesilao II, ¿un precursor de Alejandro Magno?

Antigüedad

Según el historiador británico Paul Cartledge, el monarca se enfrentó al Imperio persa en Asia Menor en busca de legitimidad y para certificar la hegemonía espartana

Agesilao II de Esparta

Agesilao II de Esparta

Hulton Archive/Getty Images

Alejandro Magno pasó a la posteridad por conquistar el Imperio persa, una campaña que había sido ideada por su padre, Filipo II. Pero ¿cuál fue la inspiración para esa empresa militar? Los historiadores llevan siglos discutiendo cómo se fue conformando la idea, un proceso labrado durante años en el contexto del complejo enfrentamiento entre las ciudades-Estado de la Hélade y la potencia aqueménida.

Las guerras de la Liga de Delos (477-449 a. C.), la expedición de los Diez Mil de Jenofonte (401-399 a. C.) o el panhelenismo impulsado por Isócrates en su célebre Panegírico (380 a. C.), un discurso que llamó a la unidad helena frente al gran enemigo exterior, fueron hitos que evidenciaron el interés de los griegos por llevar la guerra al corazón del Imperio persa.

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Uno de los intentos más destacados, aunque poco conocido, fue la campaña de Agesilao II, rey de Esparta, contra Artajerjes II, a principios del siglo IV a. C. Unas seis décadas antes de las célebres conquistas de Alejandro Magno.

Un rey ambicioso

A primera vista, la ambición de este monarca espartano fue equiparable a la del macedonio. En principio, Agesilao cruzó el Egeo para ayudar a las polis de Asia Menor tras una nueva revuelta contra el poder persa. Sin embargo, pronto demostró querer más, o al menos eso es lo que sostienen algunas fuentes antiguas, como los textos de Jenofonte o Plutarco.

Pero esas afirmaciones hay que tomarlas con cuidado. Por ejemplo, Jenofonte se puso a las órdenes de Agesilao II tras la célebre expedición de los Diez Mil, y fue un leal partidario del espartano.

Busto de Jenofonte

Busto de Jenofonte

Carole Raddato / CC BY-SA 2.0

Para un acercamiento más neutral y contemporáneo, Paul Cartledge, autor de Alejandro Magno. La búsqueda de un pasado desconocido (Booket, 2009) y Agesilaos and the crisis of Sparta (Johns Hopkins University Press, 1987), explica a Historia y Vida hasta qué punto este monarca pudo influir en los proyectos de conquista de Alejandro y Filipo.

Cuando le preguntamos por las razones que llevaron al rey espartano a convertirse en una especie de paladín de la Hélade contra la gran potencia del momento, Cartledge explica que “Agesilao tenía tres razones principales para adoptar la propaganda panhelénica: superar a la odiada Atenas en ser la referencia contra Persia, ganarse el apoyo de las polis de Asia y promocionarse a sí mismo como el verdadero y legítimo rey”.

Esparta se reivindica

La necesidad de legitimidad se explica porque Agesilao había llegado al trono de Esparta, en 398 a. C., por una vía alternativa. Nadie esperaba que fuera rey, puesto que era el hijo pequeño. Si logró sentarse en el trono, fue por una serie de conspiraciones que apartaron a su hermano mayor, Agis, sospechoso de ser un hijo ilegítimo.

Además, Agesilao distaba mucho de la imagen arquetípica de un soberano de Esparta. No aparentaba ser un gran guerrero, era de baja estatura y cojeaba desde su nacimiento, aunque, según Plutarco, pudo superar la “agogé” (el duro entrenamiento militar espartano) con una gran determinación de carácter y un carisma que le ayudaron a conquistar el poder.

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En línea con lo que señala Cartledge, también necesitaba afianzar la posición de la propia Esparta. La polis había vencido a Atenas en la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), un triunfo conseguido gracias al oro persa. Así que, pese a tener la hegemonía militar y política, los lacedemonios necesitaban no ser vistos como unos títeres de los aqueménidas.

Con esos condicionantes, Agesilao II se presentó como el vengador de las afrentas sufridas en las guerras Médicas. Formó una expedición militar con varias ciudades aliadas –una especie de antecesora de la Liga de Corinto, fundada por Filipo II para iniciar la conquista de Persia–. El rey espartano creyó tener a su favor la inestabilidad política de las satrapías occidentales.

Triunfo en Sardes

Agesilao II montó una puesta en escena que nada tendría que envidiar a las de Alejandro Magno. En 396 a. C. reunió a su ejército y organizó sacrificios en Aulis, el mismo lugar donde lo había hecho Agamenón cuando partió a la guerra contra Troya, según la Ilíada.

Siguiendo con las posibles semejanzas con Alejandro, Agesilao también obtuvo una gran victoria contra los persas en la batalla de Sardes (395 a. C.), gracias al uso combinado de sus contingentes de hoplitas, jinetes e infantería ligera. El comandante persa, el sátrapa Tisafernes, tuvo que huir para salvar su vida. Aunque solo momentáneamente, ya que fue ejecutado por orden de Artajerjes II cuando al rey de reyes le llegaron las noticias de lo sucedido en Sardes.

Encuentro de Agesilao II (izqda.) y el sátrapa persa Farnabazo II en 395 a. C.

Encuentro de Agesilao II (izqda.) y el sátrapa persa Farnabazo II en 395 a. C.

Ken Welsh/Design Pics/Universal Images Group vía Getty Images

Aquella victoria, sin embargo, no fue la primera de muchas, a diferencia de lo que le sucedió a Alejandro en el río Gránico (su primer gran enfrentamiento con los persas). De hecho, el triunfo en Sardes no le valió a Agesilao II para ganarse el corazón de los griegos, y al año siguiente tuvo que pactar una tregua con Artajerjes y regresar a la Hélade para hacer frente a una coalición de polis sublevadas contra Esparta.

Falta de medios

Lo cierto es que Agesilao era un comandante más capaz en el campo de batalla que en la política y la diplomacia. Pese a obtener algunas victorias militares que le valieron cierto prestigio, no pudo evitar a la larga la decadencia de Esparta.

Su prestigio hizo que, años después, Jenofonte siguiera ensalzando la expedición del espartano a Asia Menor e insistiera en sus obras Agesilao y Helénicas en que el plan del rey no era solo salvar a los griegos, sino someter a Persia.

Precisamente, Plutarco se basó en esos trabajos para asegurar que Agesilao quería obligar a Artajerjes II a “combatir por su persona y por el bienestar de Ecbatana y Susa”, la residencia de verano de los soberanos aqueménidas y la capital administrativa, respectivamente.

Más allá de esas opiniones, Cartledge cuestiona que el líder espartano dispusiese de las herramientas adecuadas para imponerse a los persas en caso de haberse adentrado en Asia Menor: “Carecía de una buena caballería que, como demostraría Alejandro, era crucial para derrotar al ejército persa en una gran batalla campal”. “Sardes no puede equipararse a Issos o Gaugamela”, sentencia este historiador.

Agesilao II de Esparta (izqda.) junto al general ateniense Cabrias llegan para ayudar al faraón egipcio contra los persas en 361 a. C.

Agesilao II de Esparta (izqda.) junto al general ateniense Cabrias llegan para ayudar al faraón egipcio contra los persas en 361 a. C.

PHAS/Universal Images Group vía Getty Images

El británico también recuerda que, para consolidar su campaña en Asia Menor, “habría requerido un buen apoyo naval, además del ejército, pero Esparta sufrió grandes pérdidas en el mar”. Con esto último se refiere a la derrota en la batalla naval de Cnido (394 a. C.), cuando persas y atenienses colaboraron para acabar con la flota lacedemonia.

Los fallos del precursor

Ante la pregunta de si la expedición de Agesilao fue un referente para Alejandro y Filipo, Cartledge es rotundo: “Fue una precursora cronológica, pero no un agente causal. Es posible que Alejandro hubiera leído a Jenofonte, pero no lo necesitaba para inspirarse, y las circunstancias de su guerra contra Darío III eran radicalmente diferentes”.

Entrando más en detalle, el historiador británico explica que Alejandro, además de contar con un ejército mucho más preparado, también contó a su favor con que “la administración central del Imperio persa se encontraba sumida en el caos tras varios asesinatos reales, y Darío III carecía por completo de experiencia como comandante en el campo de batalla”.

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Más allá de la campaña de Asia Menor, Cartledge también desmitifica las visiones más favorables a Agesilao. Pese a su habilidad para consolidarse en el trono lacedemonio, remarca sus fallos estratégicos: “Sus continuas disputas con Tebas fueron la causa de la decadencia de Esparta, que se certificaría en la batalla de Leuctra (371 a. C.)”.

¿Y por qué Agesilao II no es tan conocido como otros líderes griegos de las guerras Médicas, como Temístocles o Leónidas? Para este experto, esos dos personajes “se convirtieron en héroes populares gracias a Heródoto”. En cambio, Jenofonte, pese a ser favorable a su causa, presentó a Agesilao II como un líder más humano, “un modelo de piedad y virtud, no el tipo de figura que la gente corriente admiraría”.

Trescientas armaduras

Esparta no participó en la campaña de Alejandro contra Persia. Su entonces rey, Agis III, respondió a la oferta del macedonio de unirse a su proyecto asegurando que, de acuerdo con las costumbres de sus antepasados, los lacedemonios no seguían a otros en la guerra, sino que los dirigían.

Alejandro Magno en la batalla contra los persas en Granico, en la que se enfrentó a Memnón de Rodas.

Alejandro Magno en la batalla contra los persas en Granico

Dominio público

La respuesta macedonia llegó tras la victoria en la batalla del Gránico (334 a. C.), cuando el Magno envió a Atenas trescientas armaduras capturadas a los persas para ser exhibidas en la Acrópolis. El número, nada casual, era una clara referencia a Leónidas y las Termópilas. En ellas también podía leerse la inscripción: “Alejandro, hijo de Filipo, y los griegos, excepto los espartanos, consagran este trofeo arrebatado a los persas que habitan en Asia”.

Esparta llevaría al límite su desafío a Alejandro colaborando con Persia para tratar de cortar las rutas marítimas macedonias en el Egeo, en tanto que Agis III protagonizó una rebelión abierta contra el conquistador que fue aplastada por las tropas de Antípatro en la batalla de Megalópolis (331 a. C.), donde el monarca lacedemonio perdió la vida.

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