Historia contemporánea

El amargo final de un guerrero: la muerte del general Patton

Segunda Guerra Mundial

Se cumplen ochenta años de la muerte en un accidente de carretera del general Patton. El final de este soldado estuvo rodeado de sospechas y misterio

El general George S. Patton en Europa en 1945

El general George S. Patton en Europa en 1945

Bettmann / Getty Images

George S. Patton Jr. Fue uno de los generales más célebres y controvertidos de la Segunda Guerra Mundial. Su mando agresivo, su pasión por el oficio de las armas y su carácter autoritario le granjearon muchos enemigos. Actor nato, Patton sabía que la prensa buscaba iconos para “vender” la guerra a la opinión pública, y se prestaba al juego: su rostro de bulldog, el uniforme llamativo, el casco bruñido y las pistolas con cachas de nácar lo convirtieron pronto en una figura inconfundible.

Aunque habían sido grandes amigos en el periodo de entreguerras, Patton jamás pudo aceptar que Eisenhower, comandante supremo aliado, actuara como un estratega político, atento a mantener el equilibrio dentro de la coalición angloamericana. Por su parte, las tropas despreciaban las fanfarronerías del “Viejo Sangre y Agallas” (Old Blood and Guts), como apodaban a Patton: “Nosotros ponemos la sangre y él las agallas”, decían.

El comandante supremo de las fuerzas aliadas Dwight Eisenhower (izqda.) y el general George Patton hacia 1944
El comandante supremo de las fuerzas aliadas Dwight Eisenhower (izqda.) Y el general George Patton hacia 1944Hulton Archive/Getty Images

En 1943, en Sicilia, Patton había abofeteado por “cobardía” a dos soldados hospitalizados por estrés postraumático. La prensa pidió su cabeza y Eisenhower decidió dar a Omar Bradley, mucho más reflexivo, el mando del grupo de ejércitos estadounidense que iba a combatir en Normandía. Patton se lo tomó como una afrenta personal.

Tras dirigir en Gran Bretaña un ficticio grupo de ejércitos cuyo propósito era engañar a los alemanes sobre el lugar del verdadero desembarco, recibió el mando del III Ejército, con el que desembarcó en Francia a comienzos de agosto de 1944. Sus tropas se beneficiaron de un inmenso apoyo aéreo y de la debacle alemana en Falaise para avanzar rápidamente en dirección a la frontera alemana.

Los generales estadounidenses George S. Patton (izqda.) y Omar Bradley (centro) con el general británico Bernard Law Montgomery el 7 de julio de 1944
Los generales estadounidenses George S. Patton (izqda.) Y Omar Bradley (centro) con el general británico Bernard Law Montgomery el 7 de julio de 1944PhotoQuest/Getty Images

Durante la ofensiva de las Ardenas llevó a cabo un enérgico contraataque contra los alemanes. Tras cruzar el Rin –donde llegó a orinar ante la mirada divertida de los corresponsales–, el III Ejército avanzó más rápido que cualquier otra fuerza aliada en Alemania, dando la razón a los germanos, que siempre lo consideraron el mejor general aliado, muy por encima del precavido Montgomery.

Un soldado ingobernable

Pero ese ímpetu tenía un coste. Antes de la invasión, los aliados occidentales y la URSS habían acordado sus futuras zonas de ocupación. Un avance descontrolado podía tensar esos acuerdos y provocar roces con Stalin. Por tanto, se ordenó a Patton que no siguiera avanzando hacia el este. El III Ejército se detuvo a cien kilómetros de Berlín.

La reacción de Patton fue muy típica de él. Tanto en su diario como en conversaciones con su círculo próximo aseguró que podía haber tomado Berlín en dos días y que ordenarle detenerse era un crimen de guerra. Eisenhower le envió una misiva recordándole que debía obedecerle, pero la grieta que se había abierto entre los dos hombres ya no se cerraría.

El 3 de mayo de 1945, con Alemania ya postrada, Patton escribió a su esposa: “Me gusta la guerra y la responsabilidad y la excitación que proporciona. La paz será un infierno para mí”. A pesar de un tour triunfal por Estados Unidos, el general George L. Marshall, todopoderoso jefe del Estado Mayor, rechazó recibirlo en Washington. Y en cuanto al nuevo presidente, Harry Truman, resultaba difícil discernir a quién despreciaba más, si a MacArthur o a Patton.

El general George Patton (dcha.), comandante del III Ejército estadounidense, con el presidente Harry Truman en la Casa Blanca, 18 de junio de 1945
El general George Patton (dcha.), comandante del III Ejército estadounidense, con el presidente Harry Truman en la Casa Blanca, 18 de junio de 1945© CORBIS/Corbis vía Getty Images

Su petición de combatir en el teatro del Pacífico le fue denegada. Su reacción ante el lanzamiento de las bombas atómicas fue de perplejidad. Sencillamente, no podía entender que un arma así pudiera apartar de un plumazo la supuesta gloria de la guerra que tanto amaba.

La caída en desgracia

Patton regresó a Alemania como gobernador militar de Baviera, aunque todavía conservaba el mando del III Ejército.

Durante la guerra había destacado por su lenguaje soez y sus bravatas contra los nazis, pero ahora su actitud había cambiado. Tras la liberación del campo de exterminio de Ohrdruff, había sostenido que probablemente la mayoría de los alemanes ignoraba lo que allí sucedía. Rechazó dar prioridad en la asignación de recursos a los deportados de los campos, y se refirió a los desplazados de origen judío como “inferiores a los animales”; esta era una de las muchas opiniones antisemitas que podían encontrarse en sus declaraciones y sus papeles personales.

Pero lo que le enfrentó con sus superiores fue su resistencia a purgar las instituciones alemanas de antiguos miembros del partido nazi. En septiembre de 1945 hizo unas declaraciones en las que comparaba a los nazis con los perdedores de las elecciones estadounidenses. “Lo que estamos haciendo es destruir por completo el único estado semimoderno de Europa para que Rusia pueda absorberlo todo… En realidad, los alemanes son el único pueblo decente de Europa”.

Eisenhower le ordenó retractarse de sus declaraciones públicas. Patton no cedió y fue relevado del cargo de gobernador y de jefe del III Ejército.

El general George Patton en Alemania en 1945
El general George Patton en Alemania en 1945PhotoQuest/Getty Images

Su incapacidad para adaptarse a la política de desnazificación y, en suma, a las nuevas condiciones de la paz, mandaron a Patton al rincón. Su último mando fue el del XV Ejército, una formación de cuartel general encargada de recopilar la historia de la guerra. A pesar de su amor por la historia militar, para Patton este nuevo destino era una penitencia intragable. Su única esperanza era que la opinión pública americana se diera cuenta de que la “nueva política” favorecía la expansión del comunismo y él pudiera presentarse como una opción a ese desaguisado.

El domingo 9 de diciembre de 1945, Patton regresaba junto a su jefe de Estado Mayor, el general Hobart Gay, de una jornada de caza de faisanes cerca de Mannheim. El Cadillac que lo transportaba circulaba a baja velocidad por una carretera secundaria cuando colisionó frontalmente con un camión del ejército estadounidense que giró de improviso y les cortó el paso. Los demás ocupantes del automóvil apenas sufrieron daños, pero Patton, que viajaba en el asiento trasero derecho sin sujeción, se vino hacia delante y se golpeó la cabeza y el cuello contra la estructura interior del automóvil.

Patton había tenido muy mala suerte; al día siguiente estaba previsto su traslado a Estados Unidos para siempre. “¡Qué forma de comenzar un permiso!”, se lamentó ante las enfermeras del hospital de Heidelberg donde lo desplazaron. Varios médicos de prestigio lo atendieron, incluyendo al general Hugh Cairns, que viajó especialmente desde Oxford. Las placas de rayos X mostraron fracturas en las vértebras altas y una lesión medular que le produjo una parálisis casi completa del cuello hacia abajo.

La medicina de la época tenía pocas herramientas para tratar con éxito las lesiones medulares altas y las complicaciones derivadas de la parálisis. El 21 de diciembre, doce días después del choque, el general murió a causa de un fallo cardiaco provocado por una embolia pulmonar. Fue enterrado en el cementerio militar americano de Hamm, en Luxemburgo, cumpliendo su deseo de descansar junto a los hombres del III Ejército.

¿Fue asesinado Patton?

Las teorías conspirativas sobre la muerte de Patton se dispararon desde el primer momento. El comienzo de la guerra fría parecía propicio para los complots. Una tesis de la conspiración sugiere que los soviéticos orquestaron el asesinato por temor a la oposición de Patton a sus exigencias en Alemania tras la conferencia de Potsdam, en el verano de 1945.

Otra teoría incluso afirma que fueron los mismos servicios estadounidenses, la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), los que asesinaron al general para preservar de forma controlada la relación con Stalin en la incipiente guerra fría. Un supuesto agente de la OSS, Douglas Bazata, confesó en una entrevista en 1999 que había causado el choque del automóvil y que agentes soviéticos envenenaron a Patton en el hospital con cianuro.

Soldados trasladan los restos del comandante George S. Patton antes del funeral, Heidelberg, Alemania, 23 de diciembre de 1945
Soldados trasladan los restos del comandante George S. Patton antes del funeral, Heidelberg, Alemania, 23 de diciembre de 1945PhotoQuest/Getty Images

La lista de posibles asesinos de Patton incluye también a guerrilleros nazis (los Werwolf), al mismo Eisenhower y a una enfermedad venérea. Por supuesto, para los que tergiversaron e incluso inventaron estas teorías, los registros clínicos y los informes estaban manipulados, y las investigaciones históricas serias, que no han encontrado una sola prueba concluyente sobre la existencia de un complot, no serían más que la evidencia de que algo olía a podrido. Después de todo, los asesinos se habían tomado todas las molestias del mundo para borrar las pistas.

Durante las tres décadas siguientes, las teorías sobre el asesinato de Patton fueron alimentadas por “investigadores”, documentales y libros y el interés que Patton despierta en los aficionados a la Segunda Guerra Mundial, muchos de los cuales se resisten a creer que un hombre de acción como él muriera en un accidente de tráfico. Pero Patton era capaz en sus últimos momentos de vida de asumir su destino y ordenó detener la investigación sobre el accidente para no perjudicar al conductor del camión y a su chófer.