El misterioso linaje que habitó el centro de Argentina durante 8.500 años sin mezclarse genéticamente con otras comunidades
Arqueología
Este pueblo persistió hasta hace unos 200 años, aunque muchos argentinos modernos comparten ancestros con los miembros de esta población
Un grabado muestra a un grupo de indígenas nómadas de la región pampeana de Argentina
Los primeros humanos llegaron hasta las enormes llanuras del centro de Argentina hace unos 12.000 años. Eran parte de las grandes migraciones que, siguiendo corredores en las costas del Pacífico como las del Atlántico, permitieron poblar toda Sudamérica.
La evolución de este grupo que se asentó en la región de la Pampa, sin embargo, han dejado estupefactos a los investigadores. Resulta que, aunque la zona no tiene prácticamente ninguna barrera biogeográfica, una población hasta ahora desconocida perduró allí durante casi 8.500 sin mezclarse con otras tribus.
Tres grandes ancestros sudamericanos
Análisis de ADN antiguo anteriores habían identificado tres grandes ancestros sudamericanos: en los Andes centrales, la Amazonía y la Patagonia. Pero esta comunidad argentina no se mezcló mucho con el resto de los linajes. Apenas hubo interacción en los límites de esta región.
“El centro de Argentina es una extensa área que no había sido muestreada”, afirma el genetista Rodrigo Nores, coautor del artículo publicado en la revista Nature. Así que los expertos secuenciaron 344 muestras de huesos y dientes de 310 indígenas americanos que vivieron en la región hace entre 10.000 y 150 años.
Esta estatuilla, realizada hace unos 1.000 años, es uno de los muchos artefactos que dejaron estos antiguos habitantes del centro de Argentina
Los genomas antiguos, junto con la evidencia arqueológica, sugieren que este grupo se mantuvo mayormente aislado pese a que la zona experimentó convulsiones culturales, periodos de innovación tecnológica y un severo estrés ambiental. Y eso que no hay accidentes geográficos importantes que hubieran impedido las migraciones desde la Amazonía al norte o la Patagonia al sur.
A pesar de su aislamiento genético, el linaje demostró una notable resiliencia. Los genetistas descubrieron que muchos argentinos modernos comparten ancestros con miembros de esta población. Ni un periodo de extrema sequía en la zona entre hace 6.000 y 4.000 años consiguió tener un impacto significativo en esta comunidad.
La antigua población argentina no se mezcló mucho con otros grupos sudamericanos, a pesar de que existió una diversidad lingüística y de cambios culturales en la región. Incluso la llegada de la agricultura, hace unos 1.500 años, no fue acompañada de la aparición de un nuevo grupo humano, como sí ocurrió en Europa.
“Según la cultura material (cerámica) y la lingüística, se suponía que hubo una gran migración desde el Amazonas hacia el centro de Argentina hace 1.300 años, pero eso no se observa en el panorama genético”, afirma Ramiro Barberena, arqueólogo del Consejo Nacional argentino de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Esta población del centro de Argentina no se mezcló mucho genéticamente con otros grupos
“Esto una contradicción interesante. Quizás tengamos que replantearnos cuál creíamos que fue la migración más significativa en la prehistoria sudamericana”, añade el investigador.
La teoría de los investigadores es que la unidad genética se habría mantenido gracias a una estructura organizativa basada en las uniones entre parientes cercanos en el noroeste de Argentina, similar a lo observado en los Andes centrales.
El sistema ayllu
“Esto se interpretó como el origen o la adopción generalizada del sistema ayllu: una unidad social y política cohesionada por normas de parentesco y reciprocidad, con preferencia por el matrimonio dentro del grupo para facilitar la cooperación y mantener los recursos dentro de la comunidad”, explican los autores del estudio.
El rastro arqueogenético de esta comunidad, que se convirtió en el principal ancestro de la Pampa hace 800 años, termina alrededor del año 1.800 después de Cristo.
Imagen tradicional de la Pampa argentina
Sus análisis, por otro lado, también arrojan luz sobre migraciones anteriores, incluida la que trajo a los primeros pobladores a América. Las muestras estudiadas incluían ADN de una mujer que vivió hace 10.000 años, apenas unos milenios después de las primeras evidencias humanas conocidas en el centro de Argentina.
La genética de esta persona coincidía más con la de individuos de otras partes del Cono Sur que con el de antiguos pobladores de lugares más al norte, como Perú y Brasil. “Eso sugiere que a un período inicial de expansión muy rápida por todo el continente le siguió un largo período de continuidad regional”, concluye el coautor David Reich, genetista de Harvard.