De Walt Disney a Rilke. Del Esperando a Godot de Samuel Beckett al Nosferatu de Murnau (o al reciente remake de Robert Eggers, cabría añadir). Y de Hitler y los nazis (a los soldados del Tercer Reich se les regalaba un libro de bolsillo sobre su obra interpretada en clave patriótica) a los comunistas de la RDA. La pintura de Caspar David Friedrich (1774-1840) ha sido fuente de inspiración estética para muchos creadores del siglo XX y objeto de instrumentalización ideológica para varios regímenes políticos en Alemania.
De ser un artista pasado de moda y completamente olvidado durante casi un siglo, con más de la mitad de su producción documentada (unos cuatrocientos cuadros) desaparecida, Friedrich pasó a convertirse en el paradigma del pintor del Romanticismo y uno de los máximos representantes de lo que se dio en llamar “espíritu alemán”, con una obra llena de icónicas e influyentes imágenes abiertas a todo tipo de interpretaciones.
Dos siglos y medio de historia
El historiador del arte Florian Illies, conocido en España por su libro 1913. Un año hace cien años (Salamandra, 2013), recoge en su magnífico ensayo La magia del silencio todas esas influencias, relecturas y conexiones en torno al pintor y su obra. Estructurado a modo de collage, en el libro se combinan toda clase de elementos –desde datos biográficos a impresiones personales, pasando por anécdotas, citas, reflexiones…–, expuestos de manera muy orgánica y elegante, con notable afán divulgativo, ofreciendo una lectura enormemente amena y didáctica.

‘Autorretrato’, Caspar David Friedrich, 1800. SMK, National Gallery of Denmark, Copenhagen
La magia del silencio hace un exhaustivo repaso a la vida y la obra del pintor, poniendo especial énfasis en la narración de la peculiar y accidentada peripecia que han tenido muchas de las pinturas más célebres de Friedrich hasta llegar a los museos donde actualmente se exponen. En este sentido, cabe destacar el óleo El Watzmann, el preferido de Hitler, descubierto junto al busto de Nefertiti como parte del tesoro nazi escondido en una mina de sal de Turingia.
Ese recorrido integral le sirve también al autor para trazar en paralelo la historia de Alemania durante los últimos 250 años. En particular, la de Dresde, la ciudad donde residió el pintor pomerano, en una casa frente al Elba, la mayor parte de su vida, y la de la región de Sajonia, de donde apenas salió (Friedrich no visitó Italia, como solían hacer sus contemporáneos) y cuya exuberante naturaleza tanto le inspiró para componer sus evocadores e inmortales paisajes.
La magia del silencio
Florian Illies
Barcelona: Salamandra, 2024
240 pp. 22,80 € (papel) / 10,44 € (digital)
