Rafael Sánchez Mazas, el falangista desconocido

Entre libros

Maximiliano Fuentes Codera publica su libro 'Sánchez Mazas. El falangista que nació tres veces', biografía del inventor del grito de “¡Arriba España!”

Sánchez Mazas junto a Franco en el Valle de los Caídos, 1940.

Sánchez Mazas junto a Franco en el Valle de los Caídos, 1940.

Álbum

La memoria es caprichosa. Si alguien conoce hoy a Rafael Sánchez Mazas (1894-1966), lo más probable es que haya leído Soldados de Salamina, la novela en la que Javier Cercas recrea el episodio en el que el dirigente falangista estuvo a punto de ser fusilado durante la Guerra Civil. Otra posibilidad es que sepa que fue el padre del novelista Rafael Sánchez Ferlosio o el abuelo del presentador y escritor Má­ximo Pradera. En cualquier caso, el personaje queda difuminado. Sin embargo, en su época fue uno de los protagonistas más notables del fascismo español.

Nos hallamos ante el hombre que inventó el grito de “¡Arriba España!”. También contribuyó a esa obra colectiva que fue el Cara al sol, el célebre himno de Falange. El historiador Maximiliano Fuentes Codera rescata su figura en Sánchez Mazas. El falangista que nació tres veces, una biografía notable, basada en numerosas fuentes de archivo, que nos proporciona una visión llena de matices. Así, la misma persona que defendió sin descanso la violencia política fue también quien intercedió para que se conmutara la pena de muerte al poeta republicano Miguel Hernández. Hay que decir que tuvo éxito: Hernández no murió ante un pelotón de fusilamiento, aunque sí acabó sus días en prisión.

El autor y la obra

En cambio, no pudo salvar a Julián Zugazagoitia, destacado líder del PSOE. Cuando lo intentó, Franco le respondió: “Observo que tiene usted bastantes amigos rojos”. Pero esta reacción no disminuyó el entusiasmo del falangista por su Caudillo, al que veía como un salvador de España frente a las hordas del comunismo.

La misma falta de distancia crítica se refleja en su actitud hacia José Antonio Primo de Rivera, a quien llegó a comparar con Jesucristo porque, como él, había muerto violentamente a los treinta y tres años.

Retrato de Rafael Sánchez Mazas, en 1940

Retrato de Rafael Sánchez Mazas, en 1940

EFE

Otra faceta interesante del personaje es su labor como escritor. Destacó como novelista y poeta, aunque fue muy poco prolífico. Básicamente, por pereza, como señaló Francisco Umbral al decir que poseía “un gran violín literario y poca gana de tocar”. Cuando fue elegido para la Real Academia Española, se comentó irónicamente que tendría que escribir de golpe las obras que justificaran su nuevo puesto.

Su ejemplo plantea una cuestión incómoda: ¿qué hacemos con los escritores que han defendido ideas que nos resultan inaceptables, por antidemo­cráticas, pero que poseen un talento indiscutible? No fue un caso único. Agustín de Foxá, también falangista, escribió una novela magistral sobre la Guerra Civil titulada Madrid, de corte a checa. ¿Debemos separar al autor de la obra? Aquellos que nos deslumbran con su pluma no tienen por qué hacerlo con su ideología o su personalidad.

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