Beniamin Netanyahu se estrena en el banquillo de los acusados

Cambio de régimen en Siria

El primer ministro se defiende de los cargos de fraude, soborno y abuso de confianza

TOPSHOT - Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu arrives at the district court in Tel Aviv for his hearing on corruption charges on December 10, 2024. Netanyahu, the first sitting prime minister of Israel to face a criminal trial, testified for the first time when his corruption case resumed on December 10 on charges of bribery, fraud and breach of public trust in three separate cases. (Photo by Menahem KAHANA / POOL / AFP)

Netanyahu, a su llegada ayer al Tribunal de Distrito de Tel Aviv para su primera audiencia

MENAHEM KAHANA / AFP

Por primera vez en la historia de Israel, un primer ministro se sienta en el banquillo de los acusados de un juicio penal. Beniamin Netanyahu subió ayer al estrado para defenderse de tres causas en su contra por presunta corrupción, tras casi cinco años de proceso, más de 300 testimonios y varias postergaciones. “He esperado ocho años este momento para decir la verdad”, afirmó el premier en el inicio de su declaración en una sala subterránea y fortificada del Tribunal de Distrito de Tel Aviv, en la que estuvo arropado por ministros y legisladores de su coalición de extrema derecha, que acudieron a darle apoyo.

En la audiencia –que no pudo desarrollarse en Jerusalén por falta de un refugio adecuado contra posibles ataques–, Netanyahu quiso minimizar las acusaciones, tildándolas, en distintos pasajes, de “absurdas”, “injustas” y “ridículas”. Su abogado principal, Amit Hadad, le antecedió y, en su alegato, aseguró que las causas contra el primer ministro tienen “numerosos agujeros y aspectos inusuales”. En concreto, Netanyahu afronta cargos de fraude, cohecho y abuso de confianza por la supuesta recepción de regalos por parte de empresarios y por promover presuntos beneficios fiscales y legislativos para dos magnates de medios de comunicación a cambio de una cobertura favorable sobre él y su familia.

Rechazando cualquier delito, el primer ministro israelí sostuvo haber sufrido históricamente “mala prensa” y se escudó en que él ha buscado “diversificar los medios” e impulsar “un libre mercado de opiniones”, cuando “el 90% de los medios son de izquierdas”.

Durante las cinco horas que duró esta primera declaración, el jefe del Gobierno hebreo contó con un oficial militar que le fue actualizando las novedades sobre la sangrienta invasión en curso en Gaza y las operaciones y ataques en Líbano y Siria. Netanyahu tuvo incluso que abandonar unos minutos el recinto para atender un asunto de “seguridad nacional”.

Está previsto que Netanyahu declare seis horas diarias, tres días por semana, hasta al menos final de mes

Originalmente, la vista de ayer estaba programada para noviembre del 2023, pero los abogados del político del Likud habían logrado retrasarla alegando que podía poner en riesgo su vida y la gestión de los distintos frentes bélicos. Un último intento de postergación se dio tras la caída de Bashar el Asad en Siria, pero los jueces rechazaron esa petición.

Antes y durante la presentación de Netanyahu, unas 200 personas se concentraron a las puertas del tribunal de Tel Aviv, repartidas en bandos enfrentados, casi representando una réplica de la división de la sociedad israelí. En un mayor número, y arengados por miembros del Gobierno ultranacionalista, se ubicaron un centenar de seguidores del primer ministro, que denunciaban una “caza de brujas”. Entre ellas Margalit, que se trasladó desde Petaj Tikva y, pancarta en mano, criticó un “complot judicial” que “daña la seguridad” de Israel. “Netanyahu es un muy buen líder, le hace bien al país y está siendo calumniado. A él le crean todo tipo de problemas para que no pueda gobernar, pero hace de todo y se ven los resultados”, indicó a La Vanguardia .

En el otro extremo de la entrada, detractores y manifestantes progresistas, por momentos más ruidosos, se congregaron para pedir la renuncia de Netanyahu. Galit, vecina de Tel Aviv, expresó que la justicia israelí es su “única esperanza” y “casi el último signo de democracia aquí, porque ya no queda mucha”. La mujer deseó “un juicio justo” y que se vaya Netanyahu “si es declarado culpable”, aunque, matizó, “debería haberse ido hace ya mucho tiempo”.

En medio de ambos, arrinconados, se podían observar a familiares de algunos de los 99 rehenes israelíes que aún siguen en Gaza para “recordarle a nuestro primer ministro que no hay victoria sin el regreso de todos los secuestrados”, afirmó a este diario Efrat Machikawa, sobrina del rehén Gadi Moses, de 80 años.

Otros, entre el grupo de los detractores, lucían camisetas con la imagen de Netanyahu pegada a la de Ron Arad, un aviador israelí capturado en Líbano en 1986 que se presume muerto y nunca fue recuperado, como una muestra de lo que pasa con los cautivos si no se llega a acuerdos de liberación. “Estoy sorprendida porque de un lado la gente habla de los rehenes, pero del otro (el de los simpatizantes de Netanyahu) no dicen nada”, completó Machikawa.

Con el correr del día, los caldeados ánimos se fueron apagando, tal vez para guardar energías de cara a un camino largo. Está previsto que Netanyahu declare seis horas diarias, tres días por semana, hasta como mínimo finales de mes, mientras que el proceso, incluyendo posibles apelaciones, podría alargarse al 2028 o el 2029.

Pero no es el único frente judicial del premier israelí. La justicia mantiene detenidos a un portavoz de su oficina y a un reservista militar, acusados de filtrar documentos clasificados a medios internacionales para influir en la opinión pública contra un acuerdo de tregua en Gaza. Además, afronta la orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad en la franja palestina.

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