El régimen talibán ha ordenado a todas las oenegés, “nacionales y extranjeras”, que despidan a todas las mujeres que puedan tener contratadas en Afganistán y ha amenazado con cerrar estas organizaciones, en línea con otras medidas discriminatorias adoptadas desde la vuelta de los integristas al poder hace más de tres años.
La decisión se produce dos años después de que ordenaran a las organizaciones que suspendieran el empleo de mujeres afganas, supuestamente porque no llevaban correctamente el velo islámico.
En caso de falta de cooperación, se cancelarán todas las actividades de esa institución
En una carta publicada el domingo por la noche, el Ministerio de Economía advirtió que el incumplimiento de la última orden supondría la pérdida de la licencia para operar en Afganistán por parte de las oenegés. El ministerio afirmó que era responsable del registro, la coordinación, el liderazgo y la supervisión de todas las actividades llevadas a cabo por estas organizaciones. El gobierno ordenó una vez más la suspensión de todo trabajo femenino en instituciones no controladas por los talibanes, según la carta. “En caso de falta de cooperación, se cancelarán todas las actividades de esa institución y también se cancelará la licencia de actividad de esa institución, concedida por el ministerio”.
Los talibanes han recuperado en estos años las restricciones sexistas que ya impusieron durante su primera etapa en el poder, lo que se ha traducido en la progresiva expulsión de la mujer de espacios públicos. A nivel educativo, las niñas ya no pueden acceder a la educación secundaria. Además, hace unos meses el Gobierno de Afganistán, liderado por los talibanes, ratificó una nueva ley que refuerza su control sobre la población. La ley, vinculada al Ministerio de la Virtud y Prevención del Vicio, prohíbe a las mujeres hablar, cantar o recitar en público, e impone el uso obligatorio del velo integral (burka o hiyab) para cubrir tanto el rostro como el cuerpo, bajo el argumento de evitar “causar tentación”.