En el Vaticano, por fin alguien se expone. La comunicación con el hospital Gemelli, donde el Papa lleva una semana hospitalizado, empieza a ser más fluida. Los cardenales, por su parte, ahora pueden mostrar algo de optimismo.: “Tengo esperanza en la recuperación del papa Francisco, el tratamiento hospitalario va dando buenos resultados”, ha asegurado el arzobispo de Barcelona y expresidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella. “Estamos en la dirección correcta hacia una recuperación completa”, confirma el líder de los obispos italianos, el cardenal Matteo Zuppi.
Según el parte médico difundido por la noche: “el Papa mejora ligeramente, no tiene fiebre y sus análisis de sangre muestran una situación estable”
La ironía de Francisco: sobre las fake news ‘Algunos han rezado para que yo muriera’”
La reserva en torno a la salud del Papa genera sospechas y abre la puerta a todo tipo de escenarios, incluida la renuncia. El cardenal Gianfranco Ravasi, entrevistado en un programa de la radio italiana RTL 102.5, cree que se trata de una hipótesis probable: “Yo pienso que podría hacerlo”, ha señalado. “Es indudable que, si se encontrara en una situación en la que su capacidad para mantener contactos directos y comunicarse de manera inmediata, incisiva y decisiva estuviera comprometida, entonces creo que podría decidir renunciar”. Omella, que ha viajado a Roma para presentar el proyecto Med 25 - Bella Esperanza’ , no descarta ninguna posibilidad: “En la Iglesia, la muerte y la renuncia están previstas por el derecho canónico, y ahora también tenemos la experiencia de Benedicto XVI, pero no he hablado con el Papa. Todo es posible, es él quien debe decidir, pero creo que lo importante es vivir el hoy de Dios”.
En estas horas de incertidumbre, tanto en el Vaticano como en el hospital Gemelli, muchas miradas se dirigen a la ventana del décimo piso, mientras se reza. No todos, sin embargo, se están limitando a invocar al Altísimo; también hay quienes se organizan. El Papa es el primero en saberlo, hasta el punto de que le dijo a Giorgia Meloni, quien lo visitó el pasado miércoles, que “hay quienes han rezado para que yo muriera, pero el Dueño ha decidido dejarme aquí un poco más”. La primera ministra italiana ha contado que Francisco estaba bromeando, “con su proverbial sentido del humor”, pero hay algo de verdad en ello. La visita de Meloni al menos desmintió los numerosos rumores que aseguraban que el obispo de Roma había fallecido o estaba en estado crítico. En estas horas ha circulado de todo: sacerdotes impartiendo la llamada extremaunción (la bendición que se da a los enfermos en peligro de muerte) e incluso la hipótesis de un traslado de emergencia al Vaticano para simular un fallecimiento en su propia cama.
Detrás de las numerosas noticias falsas que han circulado, no solo en las redes sociales, no estaría únicamente “el viento de la superficialidad”, como teorizaba ayer el obispo de Bari, Giuseppe Satriano, sino “cuervos listos para especular”, según afirmó monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida y figura destacada de la Comunidad de San Egidio, en una entrevista con el diario italiano La Repubblica.
Los enemigos, sin duda, se mueven. Fue el propio Francisco quien, hace unos años, reveló una presunta conjura palaciega orquestada durante su hospitalización en 2021: “Sé que hubo reuniones, pensaban que el Papa estaba más grave de lo que se decía”. Un deseo de anticipar el cónclave con el objetivo de cerrar rápidamente la era Bergoglio y abrir una nueva, posiblemente más alineada con el espíritu de los tiempos, marcados por la presidencia de Donald Trump. “La hospitalización del Papa ha reavivado una cuestión nunca resuelta”, explica Gavino Pala, periodista y autor de un ensayo titulado Me querían muerto , dedicado precisamente a los adversarios más decididos del Pontífice. “Un título que sigue siendo actual, por desgracia, porque no faltan personajes que ya se preparan para el próximo cónclave con la esperanza de poder influir”. Las miradas están, obviamente, dirigidas hacia Estados Unidos, donde hay en curso una guerra, ahora también legal, con la administración Trump, “pero también dentro de la Curia romana hay quienes aprecian el nuevo rumbo de la Casa Blanca”, concluye Pala. Ruido de fondo que llega al décimo piso del Gemelli.

