La diplomacia se ha convertido en un daño colateral en las crisis y pulsos geopolíticos de las últimas décadas entre Rusia y los países occidentales. Moscú y Washington llevan años expulsando a diplomáticos del otro país. Pero ahora, con Donald Trump al frente de la Casa Blanca, quieren pasar página y creen que mejorar las relaciones bilaterales ayudará a su acercamiento para intentar poner fin a la guerra en Ucrania. Con ese fin, este jueves se han reunido en Estambul delegaciones de ambos países para resolver las disputas sobre el trabajo de sus respectivas embajadas. Coincidiendo con el fin de la reunión, en Moscú el presidente ruso, Vladímir Putin, decía que los primeros contactos con la nueva administración estadounidense ofrecen cierta esperanza.
La reunión, que ha tenido lugar en la residencia del cónsul general de EE.UU. en la ciudad turca durante seis horas y media, tenía como objetivo restaurar el número de personal de sus misiones diplomáticas, como se acordó en el encuentro del 18 de febrero en Riad (Arabia Saudí). La pequeña cumbre se ha celebrado sin preámbulos ante la prensa y sin declaraciones al final a los periodistas que esperaban a la puerta del inmueble.
Seis horas y media a orillas del Bósforo
Este encuentro entre diplomáticos de ambos países lo anunció un día antes el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Durante una comparecencia en Doha (Qatar), donde se encontraba de visita, el ministro dijo que tras la reunión de Riad la parte rusa entregó a los Estados Unidos una lista de problemas que Moscú considera necesario resolver para el funcionamiento normal de las embajadas. “Esto es tanto la financiación como los intentos de limitar el movimiento, el número de diplomáticos. Esto y los intentos de limitar la duración de la estancia de cada diplomático, lo que no está previsto en ninguna convención internacional y relaciones diplomáticas”, enumeró Lavrov.
Sonata Coulter, subsecretaria de Estado adjunta, encabezaba la delegación estadounidense, mientras que al frente de la rusa ha estado Alexánder Dárchiev, jefe del Departamento para el Atlántico Norte en su Ministerio de Exteriores y posible futuro embajador de Rusia en Washington, según los medios rusos.
Ambas partes habían señalado que las conversaciones a orillas del estrecho del Bósforo se limitarían a las relaciones diplomáticas y no incluirían a Ucrania. Pero también habían señalado que serían una prueba de la seriedad de ambos tanto para reparar la relación bilateral como para trabajar juntos en el proceso para poner fin a la guerra.
Canales diplomáticos abiertos
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, que encabezó la delegación estadounidense en Arabia Saudí, señaló entonces: “Si nuestros canales diplomáticos se desconectan, será muy difícil discutir muchos temas de manera consistente, incluidos algunos temas no relacionados que podrían descarrilar las negociaciones más amplias sobre Ucrania”.
“Para ser claros, no hay asuntos políticos o de seguridad en la agenda. Ucrania no está en la agenda”, dijo el mismo jueves desde Washington un portavoz del Departamento de Estado de EEUU, citado por la agencia Reuters. “Rápidamente se verá si son constructivas estas conversaciones: o se resuelven los problemas o no. Pronto sabremos si Rusia está realmente dispuesta a comprometerse de buena fe”.
La posición rusa era parecida. El resultado “mostrará con qué rapidez y eficacia podemos movernos”, dijo Lavrov.
La de Estambul ha sido la segunda ronda de negociaciones ruso-estadounidenses. La primera, la de Riad del día 18, se produjo después de la conversación telefónica que mantuvieron el 12 de febrero los presidentes de Rusia y de EE.UU., Vladímir Putin y Donald Trump, en la que ambos acordaron restaurar sus contactos y comenzar la negociación para terminar el conflicto de Ucrania.
No habrá soluciones fáciles y rápidas
Putin dijo este jueves que estas reuniones ofrecen cierta confianza de que las relaciones se restablezcan. “Ustedes ven, todos vemos cómo la situación en el mundo está cambiando rápidamente. En este sentido, observo que los primeros contactos con la nueva administración estadounidense infunden cierta esperanza”, dijo el jefe del Kremlin en una reunión con la dirección de los Servicios de Seguridad rusos (FSB), en unas declaraciones emitidas en televisión.
Pero también afirmó que en Occidente no todos están satisfechos con la reanudación del diálogo entre Moscú y Washington. “Una parte de las élites occidentales todavía están decididas a mantener la inestabilidad en el mundo. Y estas fuerzas intentarán interrumpir o comprometer el diálogo iniciado”, subrayó Putin.
El portavoz de Putin, Dimitri Peskov, llamó a la calma. Apuntó que debido a la voluntad política de ambos países el diálogo entre Rusia y Estados Unidos debe avanzar, pero subrayó que no se pueden esperar soluciones ni rápidas ni fáciles.
La anexión de cuatro provincias ucranianas es “innegociable”, dice el Kremlin
Ejemplo de esas dificultades son las contradicciones entre las declaraciones públicas que estos días se hacen desde los distintos puntos geográficos implicados.
El miércoles, Trump dijo que Rusia tendría que hacer “concesiones” territoriales en futuras negociaciones con Ucrania, pero que Kyiv “puede olvidarse” de unirse a la OTAN.
Al comentar estas palabras, Peskov subrayó que las provincias ucranianas de Luhansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia son ahora parte de Rusia, incluidas en la Constitución, aunque las tropas rusas no las controlen en su totalidad, y que esa es una cuestión innegociable. Moscú declaró su anexión en septiembre de 2022 tras referéndums que Kyiv y sus socios occidentales calificaron de “farsa”.
“Lo que estamos viendo es que el presidente Trump habla y está dispuesto a escuchar a los otros”, elogió Peskov. Pero “nadie puede esperar que las soluciones vengan fácil y rápidamente. El problema en cuestión es demasiado complejo y ha estado desatendido. Pero con la voluntad política de los dos países, con la voluntad de escucharse mutuamente, creo que podremos superar este proceso”.
