El cierre de Heathrow, el gran portaaviones europeo: un terremoto para la aviación global

Incidente

En un día normal, Heathrow mueve unos 230,000 pasajeros, lo equivalente a la población de una ciudad mediana como A Coruña o Granada

Incendio en el aeropuerto de Heathrow en Londres: última hora sobre el cierre y cancelación de vuelos

29 July 2021, United Kingdom, London: A general view of

Vista general del cartel “Come Fly Again” en el Aeropuerto de Heathrow de Londres 

David Parry/PA Wire/dpa / Europa Press

Hasta el Brexit fue el aeropuerto más importante de la Unión Europea. Ahora, aun con Reino Unido fuera de la UE, Londres-Heathrow, que el año pasado tuvo 83,9 millones de pasajeros, sigue liderando el ranking de aeropuertos europeos. Un cierre como el de hoy no es tan solo un trastorno aéreo, sino todo un terremoto en el mundo de la aviación comercial. Por el principal aeropuerto de Londres pasan unos 1,300 vuelos diarios, un ballet aéreo perfectamente coreografiado que, cuando se interrumpe, deja tras de sí un caos de proporciones mayúsculas.

Pasajeros varados y el efecto dominó

En un día normal, Heathrow mueve unos 230,000 pasajeros, lo equivalente a la población de una ciudad mediana como A Coruña o Granada. Con el aeropuerto cerrado al tráfico aéreo, incluso por unas horas, miles de personas quedan varadas: ni despegan ni aterrizan al oeste de la capital británica. El incendio en una subestación eléctrica podría dejar a más de 100,000 viajeros en tierra, sin salir, en un solo día, dependiendo de la duración del cierre.

Lee también

Incendio en el aeropuerto de Heathrow en Londres: última hora sobre el cierre y cancelación de vuelos

La Vanguardia
Horizontal

El impacto no termina ahí. Un vuelo que no despega no solo afecta a los pasajeros que iban a embarcar, sino también a los que esperaban ese avión en su destino para regresar. Es un efecto dominó implacable: una cancelación en Heathrow puede retrasar conexiones en Nueva York, Dubái, Singapur o Barcelona, desbaratando itinerarios en los cinco continentes. Las aerolíneas pierden millones, los pasajeros su paciencia, a los tripulantes se les desbarata su programación y la red aérea global siente el temblor.

Londres, más que Heathrow

Aunque Heathrow sea el gigante europeo y británico, Londres tiene otros aeropuertos que pueden aliviar algo la presión cuando el gigante tropieza, aunque en circunstancias normales cada uno ya tiene su propio mercado. Gatwick, al sur de la capital, llegó a los 46 millones de

pasajeros en 2024 y es el segundo más grande del Reino Unido. El perfil de viajeros no es el mismo, pues, aunque llegan algunas aerolíneas tradicionales, es conocido sobre todo por su enfoque en vuelos de bajo costo y vacacionales. Le sigue Stansted, con unos 28 millones, generados en buena parte por Ryanair, el principal operador. Luton tuvo 16 millones en 2024, muchos responsabilidad de Easyjet, y también existe London City, con sus cinco millones de viajeros, considerado el aeropuerto más pijo de la capital, enfocado en viajes de negocios y vacacionales algo más exclusivos que los charters ‘de toda la vida’. Aunque hay más, estos completan el quinteto que sirve al ‘Greater London’, aunque ni de lejos tienen la relevancia internacional de Heathrow. Que Londres tenga varios aeropuertos no es consuelo cuando el principal colapsa: la infraestructura y las rutas no están diseñadas para absorber un trasvase masivo e inmediato.

Un vistazo a la historia de Heathrow

Heathrow no siempre fue el coloso portaaviones que es hoy. La instalación nació como un pequeño campo de vuelo en un terreno pantanoso al oeste de Londres. En su narrativa histórica, este aeropuerto lleva a gala que, en 1930, el ingeniero aeronáutico y constructor de aviones Richard Fairey pagó al vicario de Harmondsworth 15,000 libras esterlinas por un terreno de 150 acres (unos 600,000 m²) para construir un aeródromo privado donde ensamblar y probar las aeronaves que construía y llevaban su nombre.

Durante la Segunda Guerra Mundial se transformó en una base militar y, acabado el conflicto armado, ya en 1946, despegó como aeropuerto comercial. El crecimiento de Heathrow fue meteórico: en los años 50 ya conectaba Europa con el mundo, y en las décadas siguientes se convirtió en el corazón de la aviación británica. British Airways, la aerolínea bandera del Reino Unido, lo adoptó como su hogar histórico desde 1974, año de su creación, aunque esto venía de antes, puesto que la aerolínea se formó de la fusión de dos operadores: la BEA, para vuelos europeos, y la BOAC, que operaba enlaces de largo alcance. British, que junto a Iberia y Vueling son los tres puntales del grupo IAG, sigue teniendo en Heathrow su base principal, operando desde la icónica Terminal 5, inaugurada en 2008. Hoy, el aeropuerto es más que unas terminales con pistas: es un símbolo de la conectividad global y un motor económico que genera miles de empleos.

El gran estornudo

Un cierre, aunque sea temporal, pone de manifiesto la fragilidad de este y de cualquier gigante aeronáutico. En número de viajeros anuales, a Heathrow tan solo le superan Atlanta, en Estados Unidos; Dubái, en Emiratos Árabes, y Dallas, también en EE.UU. Los aeropuertos de Tokio, Estambul y Los Ángeles le siguen con fuerza.

Heathrow es el portaaviones europeo, aunque incluso los portaaviones necesitan mantenimiento permanente, tiempo de varada en un astillero y un plan B. Mientras los pasajeros y tripulaciones varadas buscan respuestas, los encargados de la gestión de red de las aerolíneas recalculan rutas y ya las están empezando a recomponer, Londres (y buena parte del mundo) miran al cielo. Porque, aunque suene a tópico, cuando Heathrow estornuda, la aviación global se resfría.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...