Los secretos de Estados Unidos no se comentan por Signal, ni por ninguna otra aplicación comercial de mensajería no autorizada por el Gobierno. Al menos, eso dice el protocolo básico de seguridad operativa de la Casa Blanca, pero altos oficiales de la Administración de Donald Trump no solo se lo saltaron, sino que añadieron por error en su chat al editor de la revista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, quien el 15 de marzo conoció dos horas antes que el resto del mundo el plan del Pentágono de bombardear posiciones hutíes en Yemen. Goldberg lo contó el lunes en un artículo, desatando el mayor escándalo de filtración inadvertida que se recuerda en décadas en Washington y revelando la inexperiencia y el descuido de algunos de los leales cargos elegidos por Trump en su retorno al poder.
El consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, añadió al periodista en el grupo de Signal, donde el vicepresidente, J.D. Vance, el asesor de Trump, Stephen Miller, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, entre otra decena de altos cargos, debatieron el plan de ataque en Yemen sin darse cuenta de que Goldberg lo estaba leyendo. El jefe del Pentágono llegó a enviar “detalles operativos de los próximos ataques en Yemen, incluida información sobre los objetivos, las armas que EE.UU. desplegaría y la secuencia de los ataques”, explicó el periodista en su publicación, en la que da todo lujo de detalles de la conversación, pero preserva los mensajes con datos clasificados.

Mientras el Consejo de Seguridad Nacional investiga los hechos, Trump ataca al mensajero: “No soy un gran fan de The Atlantic. Para mí, es una revista que está quebrando”, dijo ayer cuando se enteró de la filtración. Esta mañana, ha defendido a Hegseth, quien desveló la estrategia militar a través del grupo. El presidente ha asegurado en NBC News que el secretario de Defensa “ha aprendido la lección, es un buen hombre” y ha restado importancia al caso, pues la revelación de información clasificada “no tuvo ningún impacto” en el éxito de los bombardeos y “fue el único fallo en dos meses, no fue grave”.
Sin embargo, el jefe del Pentágono podría haber violado la ley de Espionaje al compartir esa información. Así lo ha hecho saber el vicepresidente de la comisión de Inteligencia del Senado, el demócrata Mark Warner, que ha denunciado hoy que el grave error puso en riesgo la seguridad nacional de EE.UU. “Dejando a un lado que la información clasificada nunca debería discutirse a través de un sistema no clasificado, es alucinante que todos estos altos cargos estuvieran en el grupo y nadie se molestara siquiera en comprobarlo”, ha dicho en la audiencia anual en el Senado de la comisión de Inteligencia, que suele estar monopolizada por China, Rusia e Irán, pero en esta ocasión ha coincidido con el escándalo.

El vicepresidente, J.D. Vance, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, estaban en el grupo en el que se filtró el plan de ataque en Yemen.
Trump defiende a Hegseth, que reveló el bombardeo, y ataca al mensajero: “The Atlantic está quebrada”
Warner, así como otros legisladores demócratas, ha pedido las cabezas de los involucrados en la filtración, pues “si un oficial militar o de inteligencia tuvieran este comportamiento, serían despedidos”. Y ha añadido que la brecha de seguridad “no fue un caso aislado”, sino “un ejemplo más del comportamiento descuidado, negligente e incompetente con la información clasificada” de esta Administración, que, según informaron medios estadounidenses, también reveló la semana pasada a Elon Musk los planes de una potencial guerra con China, a pesar de no ser formalmente miembro del gabinete.
El senador demócrata ha pronunciado estas palabras frente a la directora de los servicios de inteligencia, Tulsi Gabbard, y el de la CIA, John Ratcliffe, que han ido al Senado a testificar sobre las amenazas que se ciernen sobre EE.UU. Aunque han confirmado que ellos también estaban en el grupo de Signal, han negado que hubieran recibido ningún tipo de información clasificada por esa vía. Ratcliffe se ha justificado alegando que, cuando fue confirmado como director de la CIA, fue informado por la agencia sobre “el uso de Signal como canal permitido” y dijo que esa es “una práctica que precedió a la actual Administración”, señalando que también ocurrió durante el mandato de Joe Biden.

El director del FBI, Kash Patel, la de Inteligencia, Tulsi Gabbard, y el de la CIA, John Ratcliffe, esta mañana en la comisión del Senado.
La aplicación de mensajería encriptada fue lanzada en el 2014 y es de código abierto. Es un canal de comunicación habitual en Washington entre periodistas y funcionarios, pues las conversaciones están cifradas de extremo a extremo, lo que aporta mayor prevención frente a filtraciones. Pero el hecho de que sea propiedad de una empresa privada, así como operada a través de teléfonos móviles, hace que sus conversaciones sean vulnerables a un hackeo. En esta ocasión, no hizo falta un ciberataque: fue un error humano el que permitió que el periodista conociera los secretos de EE.UU.
En circunstancias normales, el director del FBI, Kash Patel, y el Departamento de Justicia, deberían abrir una investigación sobre lo ocurrido. Sin embargo, en su comparecencia en la comisión de Inteligencia del Senado, Patel ha dicho esta mañana que todavía no ha ordenado diligencias, porque acababa de ser informado de la filtración, ocurrida hace diez días.
El líder de los republicanos en el Senado, John Thune, ha reconocido que los oficiales incurrieron en “errores de juicio” al meter al periodista en el grupo y ha podido a la Casa Blanca que se “asegure de que algo así no vuelva a ocurrir”. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, ha defendido a sus colegas ante las preguntas de la prensa en el Capitolio: “Reconocieron que hubo un error y lo están corrigiendo. No creo que alguien deba perder su empleo por ello, porque un dato erróneo se coló en un chat”, ha afirmado, enviando un mensaje de apoyo a Waltz, el consejero de Seguridad Nacional: “El presidente ha dicho que confía plenamente en él, y nosotros también”.
Varios involucrados en el chat de Signal criticaron en el 2016 a Clinton por sus correos con datos sensibles
El escándalo ha motivado comparaciones con los correos con información sensible que envió Hillary Clinton cuando fue la secretaria de Estado de Barack Obama (2009-2013). El caso se convirtió en las elecciones del 2016 en un arma arrojadiza de Trump, quien finalmente venció en los comicios. Entonces, varios de los cargos que ahora están involucrados en la filtración se lanzaron al ataque contra la demócrata.
“Si hubiera sido cualquier otra persona que no fuera Clinton, ahora mismo estaría en la cárcel”, dijo Hegseth, en el programa que presentaba en Fox News en el 2016. Ese mismo año, Rubio comentó en la misma cadena que “nadie está por encima de la ley, ni siquiera Clinton, aunque ella cree que lo está”. En el 2019, Ratcliffe dijo a Fox que “el mal manejo de información clasificada sigue siendo una violación de la Ley de Espionaje”. Y en una aparición en la CNN en el 2023, Waltz se quejó de la falta de enjuiciamiento por “los correos de Clinton”.