El grupo Estado Islámico (EI) ha reivindicado dos ataques en el sur de Siria llevados a cabo el pasado 22 y 28 de mayo, uno de ellos contra las fuerzas del nuevo gobierno liderado por la Organización para la Liberación del Levante (HTS, en sus siglas en árabe). Es el primer ataque de este tipo que el EI reconoce desde la caída del régimen de Bashar el Asad el pasado diciembre.
Durante la guerra civil de trece años, el EI y HTS –escisión de Al Nusra, rama siria de Al Qaeda– compartían ideología. En el transcurso del conflicto surgieron diferencias entre ambos grupos, que se han ensanchado aún más tras el ascenso al poder de Ahmed el Sharaa y sus milicianos, mucho más abiertos a negociar con las potencias occidentales e Israel.
En un comunicado, el Estado Islámico afirmó que, en uno de los ataques, una bomba dirigida contra un “vehículo del régimen apóstata” explotó y causó siete soldados muertos o heridos. El incidente ocurrió en Al Safa, una zona desértica de la provincia de Sueida, situada en el sur del país y una región de mayoría religiosa drusa. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) confirmó la autoría del ataque e indicó que al menos tres miembros de la 70.ª División de las fuerzas de seguridad sirias resultaron heridos en el segundo ataque, en el que falleció un civil que los acompañaba. Según el organismo, que cuenta con una amplia red de monitoreo en todo el territorio sirio, los militares fueron asaltados tras una patrulla de reconocimiento, que fue “alcanzada por una mina teledirigida detonada por un miembro de una célula del EI”, también cerca de Sueida.
Tras la caída de Bashar el Asad, los únicos ataques del Estado Islámico se habían producido en la región autónoma kurda contra miembro de las Fuerzas de Defensa Siria (FDS), que fueron claves en la derrota de la organización islamista en el 2019.
