India adelanta a Japón

Economía pujante

El PIB indio superará en mil millones de dólares al nipón a finales de año según el FMI, aunque la renta per cápita del país sea similar a la de Bangladesh

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Operarios en las obras de una línea de tren de alta velocidad en la ciudad india de Ahmedabad

Amit Dave / Reuters

El sueño de Japón produce monstruos estadísticos. Hace un año y medio era Alemania, al borde de la recesión, quien desplazaba a los nipones del podio de las mayores economías. Este 2025 llega el turno de India, que superará antes de fin de año al país del sol naciente. Por mérito propio y, claro está, por la atonía japonesa, magnificada por la depreciación del yen.

Pero India, el estado más poblado del mundo, calienta ya para desbancar a la economía alemana en dos años y medio, según las mismas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Quedará entonces apenas por detrás de Estados Unidos y de China.

No es de extrañar que el presidente francés, Emmanuel Macron, apoyara este viernes desde Singapur que India ocupe un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Todo ello, música para los oídos indios, sobre todo tras el desenlace agridulce de su última escaramuza con Pakistán, a cuenta de Cachemira. Ayer sábado, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Anil Chauhan, reconocía públicamente la pérdida de “aviones de combate”. En plural, aunque “en ningún caso seis”, como sostiene Islamabad. Entre ellos se sospecha que está el primer Rafale francés jamás derribado.

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Oportunamente, un mes largo de ardor guerrero está siendo reemplazado en los medios indios por el fragor habitual sobre triunfos económicos, reales o imaginarios. El primero en lanzar cohetes fue el director del laboratorio de políticas públicas NITI Aayog, B.V.R. Subrahmanyam. Enseguida le cogió el guante el mismo primer ministro y las televisiones, todas afines. Narendra Modi se apresuró a señalar que cuando tomó el timón, en el 2014, eran todavía la décima economía.

La ventaja india estimada sobre Japón será de apenas mil millones de dólares a finales de 2025 (4,187 billones frente a 4,186) pero se irá ensanchando año tras año, en parte porque la población japonesa mengua, mientras la india crece.

También es cierto que superar a Japón se ha abaratado. Cuando lo hizo China, en el 2010 –año en que India se conformó con adelantar a España– la renta per cápita de los chinos era de 3.500 dólares. Hoy India sigue sus pasos rondando los 2.500, una cifra similar a la de Bangladesh.

El caso es que la bonanza macroeconómica pasa casi de largo para el 90% de la población. A este paso, vienen a decir, India ascenderá al Olimpo económico en triciclo motorizado, antes que en vehículo eléctrico. Normal en un país donde solo una de cada trece familias tiene coche.

Tal como señala algún portal indio de oposición, si se excluye el 10% más privilegiado, la renta per cápita del resto cae a 1.000 dólares anuales. Por algo el 80% de los indios sigue agarrándose a la cartilla de racionamiento.

El mayor peso de Nueva Delhi en el concierto internacional es irreversible. Pero de eso no se come. El país debería generar doscientos millones de empleos en los próximos diez años.

Tarea titánica, cuando no imposible, ante el fracaso del plan de industrialización Make in India. La prueba es que a unas oposiciones para 35.000 plazas en los ferrocarriles se presentaron 12 millones de candidatos. La cosa terminó mal, en un país con una media de edad de 28 años, frente a los 49 de Japón.

La economía india será la tercera por tamaño en el 2025, solo por detrás de la de EE.UU. y China

La trayectoria india es meritoria, pero el Banco Central ha creído conveniente recortar tipos por segunda vez este año para estimular la economía. A pesar de que, sobre el papel, esta ha crecido un 6,5% anula. Y en el primer trimestre un 7,4%.

El problema es que la fórmula de cálculo ha sido amañada tantas veces que los indios se fían más de su bolsillo. Y si bien muchos precios han añadido un cero, los salarios no lo han hecho.

En realidad, se ha destruido empleo industrial y la tasa de participación femenina se ha reducido. Pese a lo cual, el ministro del ramo, Piyush Goyal, ha dicho que “India seguirá siendo la economía de mayor crecimiento entre las grandes naciones durante tres décadas”. Posee, además, la cuarta mayor reserva de divisas del mundo.

Ciertamente, en India hay lagunas de excelencia y la educación conserva su prestigio de ascensor social. Su creatividad y la capacidad de improvisación destacan en el concierto asiático. Sin embargo, los desafíos son enormes y no están fuera de sus fronteras -donde el pulso militar con Pakistán ha drenado recursos- sino dentro.

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Un vendedor de aparatos de refrigeración en Amritsar, el pasado martes

AFP / Narinder Nanu

A los retos sociales deben añadirse los climáticos, cada vez más acentuados. Tanto es así que, en el 2050, el centro financiero de Bombay en Nariman Point podría estar bajo las aguas en un 80%.

A pesar de ello, las bolsas siguieron su ascenso desbocado multiplicando su capitalización por 3,5 en una década, con inversión extranjera y de una de cada seis familias indias. Sin embargo, el año pasado el índice Sensex apenas subió un 8% y este año, un 3,75%.

“Modi ha continuado las mejoras en carreteras, aeropuertos o suministros”, explica a La Vanguardia un empleado indio del Banco Mundial que pide el anonimato. Y el gobernante ha podido apuntarse como propios los avances de la digitalización, “que han eliminado intermediarios”. Es decir, corrupción a pequeña escala. Mientras los magnates Mukesh Ambani y Gautam Adani se alternaban como hombre más rico de Asia.

Asimismo, del dinero negro nunca más se habló. Porque las campañas requieren de aún más dinero que en EE.UU. y este no crece en los árboles, ni en las fábricas, sino en la adjudicación de grandes obras públicas.

Mientras tanto, la Delhi del 2025 –diezmada por la covid– es prácticamente la misma de cuando Modi subió al poder. Con más metro, aunque mucho más poblada, contaminada y calurosa. El purificador de aire es el nuevo símbolo de estatus.

Desde hace años, se magnifica el ensamblaje de iPhones, con componentes chinos, en una fábrica india. Pero la verdadera prueba de que EE.UU. se toma muy en serio el talento de India es que Hollywood jamás le haya concedido un Oscar a un largometraje de Bollywood.

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