Trump agasaja en la Casa Blanca al general pakistaní que le propone para el Nobel de la Paz

Almuerzo en clave atómica

Asim Munir habría informado al presidente de EE.UU. de las derivadas de una aventura militar en Irán

El presidente Donald Trump y el general pakistaní Asim Munir. La Casa Blanca no facilitó foto de su almuerzo, que duró más de dos horas, este miércoles

El presidente Donald Trump y el general pakistaní Asim Munir. La Casa Blanca no facilitó foto de su almuerzo, que duró más de dos horas, ayer miércoles

Agencias

Adivina quién viene a almorzar. La respuesta, ayer miércoles en la Casa Blanca, era excepcional por varios motivos. Primero, porque el invitado agasajado por el presidente Donald Trump no era otro dirigente político, sino un militar, en calidad de militar. Nada menos que el jefe de las Fuerzas Armadas de Pakistán, en posesión de su propio botón nuclear. En segundo lugar, porque el general Asim Munir se sentaba en la silla que, por prurito democrático, debería ocupar Shehbaz Sharif. Pero si la suplantación del primer ministro no provoca sonrojo alguno en Pakistán, tampoco lo hace ya en los Estados Unidos de Trump.

Eso sí, Washington se cuidó de no distribuir ninguna foto del encuentro, para no herir sensibilidades. principalmente la de India, pero también la de Israel. La cita cobra una importancia especial, en el contexto de la guerra entre el estado hebreo e Irán, país con el que Pakistán comparte cerca de mil kilómetros de frontera. Estados Unidos contaría ya con un plan de ataque, en auxilio de Beniamin Netanyahu. Pero Donald Trump aún estaría deshojando la margarita, mientras recaba opiniones sobre las consecuencias a corto, medio y largo plazo de declararle la guerra a la República Islámica de Irán.

Sin embargo, el pretexto para el almuerzo de trabajo era otro. Trump quería agradecer a Asim Munir que le haya propuesto para el Nobel de la Paz, por su supuesto papel en el alto el fuego del mes pasado entre Pakistán e India. Algo que Nueva Delhi no se cansa de repetir que es falso, ya que la tregua habría sido el producto del diálogo entre los dos ejércitos del subcontinente. 

En cualquier caso,  Donald Trump tuvo palabras de elogio tanto para Munir como para el primer ministro indio, Narendra Modi (ninguneando una vez más a Sharif). “Dos personas muy inteligentes decidieron no seguir adelante con esa guerra; que podría haberse convertido en una guerra nuclear”, dijo Trump en una rueda de prensa informal. Aunque repitiendo, polémicamente: “Yo la paré”. 

El general Asim Munir acudió al almuerzo en traje y corbata, flanqueado por otro general, el jefe de los servicios de inteligencia pakistaníes (ISI), Mohamed Asim Malik, que desde el mes pasado ejerce también de Asesor Nacional de Seguridad. Cargo más presentable para encuentros como el de ayer, donde estaba su homólogo, por parte estadounidense, Marco Rubio, a la postre secretario de Estado. 

¿Un segundo Afganistán?

La cúpula pakistaní observa riesgos y oportunidades en la guerra de Irán

Aunque estaba prevista la presencia del secretario de Defensa, Pete Hegseth, no hay confirmación de esta. Hegseth se ha significado por su línea belicista en relación a Irán, en contraste con la Directora Nacional de Inteligencia, Tulsi Gabbard. 

El inquilino de la Casa Blanca había hablado la noche anterior por teléfono con Narendra Modi, durante 35 minutos. Con su llamada, Trump intentaba compensar su espantada de la cumbre del G7, el lunes en Canadá, que dio al traste con el encuentro bilateral que tenían previsto ese martes dentro del mismo marco. Aunque el presidente estadounidense ofreció a Modi una cita en Washington -que ahora sabemos que habría coincidido con la presencia del general Asim Munir- este declinó la invitación, alegando problemas de agenda (ayer estaba en Croacia). 

El ejército de Pakistán explicó en un comunicado que el general y el presidente  discutieron “sobre comercio, desarrollo económico y criptodivisas”, admitiendo un intercambio de puntos de vista sobre la guerra entre Israel e Irán. Aparentemente, Trump quiso recabar  opiniones profesionales e informadas. “Saben más que la mayoría”, dijo en un aparente dardo al  sector más belicista de su entorno. 

Cabe señalar que una sección de la embajada de Pakistán en Washington representa los intereses de Irán en Estados Unidos, a falta de relaciones diplomáticas. Islamabad, por su parte, reconoce a Palestina, pero no a Israel, un desencuentro sobre el que Donald Trump pasó de puntillas. 

El caso es que lo último que querría Pakistán es volver a tener al ejército de Estados Unidos pegado a su frontera, como sucedió durante casi veinte años en Afganistán. El talón de Aquiles de Pakistán, precisamente, está en Beluchistán, con el pueblo beluchi repartido a ambos lados de la frontera. 

El menú halal del primer almuerzo que se recuerda en la Casa Blanca en honor de un jefe del ejército en tanto que jefe del ejército, y no como presidente electo o autoproclamado

El menú halal del primer almuerzo que se recuerda en la Casa Blanca en honor de un jefe del ejército en tanto que jefe del ejército, y no como presidente electo o autoproclamado

Casa Blanca

Asimismo, las relaciones entre Washington e Islamabad han mejorado tras la salida del último marine de Kabul. Algo que hizo innecesario y finalmente contraproducente mantener en el poder al primer ministro Imran Jan. Alguien a quien el propio ejército había promocionado, pero que hoy se pudre en la cárcel. Una vez agotada su utilidad y cuando de lo que se trata es de mantener a flote el país y, singularmente, a su establishment militar y burocrático, con nuevos préstamos del Banco Mundial o el FMI.

A pesar de eso -o a causa de eso- el sentimiento antiestadounidense sigue siendo fuerte en Pakistán y la mayoría de la población expresa solidaridad con Irán, como antes con Palestina. Pero eso no significa que Pakistán dé por buena afirmaciones tremendas, como las propagadas hace unos días por un comandante iraní, miembro del Consejo Nacional de Seguridad, que dijo por televisión haber recibido garantías de que, en caso de que Israel lanzara una de sus bombas nucleares no declaradas sobre Irán, Pakistán respondería en especie.

El ministro de Defensa pakistaní, Khawaja Muhammad Asif, tuvo que salir al paso, en X: “Nuestra capacidad nuclear está al servicio de nuestro pueblo y para la defensa de nuestro país contra los designios hostiles de nuestros enemigos. No perseguimos políticas hegemónicas contra nuestros vecinos como las ampliamente demostradas estos días por Israel”.

Otro ministro pakistaní, Ishaq Dar, de Exteriores, dijo el lunes que Irán estaba dispuesto a volver a la mesa de negociación con EE.UU. si Israel dejaba de bombardearlos y que el deseo de Islamabad siempre fue que se llegara a un acuerdo nuclear civil.

La reunión de Trump con la máxima autoridad de Pakistán -en temas de defensa y política internacional - también le da a Washington un mayor margen de negociación con India en otros asuntos, como el tratado comercial ahora en discusión. Ya sea por eso, o por la llamada, la noche anterior con Modi, el caso es que en las últimas horas Nueva Delhi ha dado por buena la revisión exhaustiva de todos los Boeing 787 de Air India, como el que el jueves pasado se estrelló en Ahmedabad nada más despegar, por motivos aún por dilucidar pero aparentemente técnicos.

Según publicaba hoy The Economic Times, India también habría accedido a que las cajas negras del Boeing sean llevadas a Washington para ser desencriptadas, dado su aparente mal estado tras el incendio. De ser así, se aliviaría la presión sobre la multinacional estadounidense. Sin embargo, el gobierno indio ha dicho hoy que no hay nada decidido. 

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El jefe de las Fuerzas Armadas de Asim Munir el 1 de mayo en unos ejercicios militares en Mangla, Pakistán.

Inter-Services Public Relations / Reuters

Lockheed Martin, fabricante del caza F-16, celebraba por su parte con una modesta subida en bolsa (0.5%) la reunión de ayer de Munir y Trump. Aunque Pakistán hace quince o veinte años dependía en gran medida del armamento estadounidense, hoy adquiere más de tres cuartas partes en China. No obstante, el  presidente estadounidense destinó en febrero una partida de 397 millones de dólares para asegurar el mantenimiento de las escuadras pakistaníes de F-16.

Una medida que chocó en India, el mismo mes en que Narendra Modi celebraba haber sido el primer mandatario recibido por Donald Trump en la Casa Blanca, solo después de Beniamin Netanyahu. El desencanto ha ido ganando puntos. En Nueva Delhi desespera el afán de protagonismo de Trump, así como su insistencia en poner al mismo nivel a India y Pakistán. Peor aún, en ofrecerse como mediador entre ambos países, cuando India lleva décadas insistiendo que la disputada Cachemira es un asunto interno o como mucho bilateral, que no permitirá que se internacionalice. “El primer ministro Modi le dijo a Donald Trump que India nunca ha aceptado mediación alguna y que nunca lo hará”, ha aclarado  el secretario de Exteriores indio, Vikram Misri.

Desde Nueva Delhi se observa con estupor un cierto reverdecimiento de la relación entre Estados Unidos y Pakistán, que en realidad siempre fue mucho más estrecha que la relación entre Estados Unidos y la India no alineada. Del mismo modo que Washington intentó con éxito relativo separar a Nueva Delhi de Moscú, ahora intenta separar a Islamabad de Pekín. 

Estados Unidos tenía esta semana otro motivo para reunirse con Pakistán, su aliado histórico en la región, que lo fue todavía más desde la caída del Sah de Persia. El presidente chino Xi Jinping regresaba el miércoles de Kazajistán, donde el martes se había celebrado en Astana la segunda cumbre China-Asia Central. Pekín no para de ganar peso en toda estas repúblicas exsoviéticas, desde Kirguistán hasta Turkmenistán, pasando por Tayikistán y Uzbekistán. 

A principios de mes, llegó a Teherán el primer cargamento en tren de mercancías, a través de la nueva línea ferroviaria que le une a Xian, en China. Un proyecto emblemático de las Nuevas Rutas de la Seda, que articula tres repúblicas  de Asia Central y reduce la dependencia iraní de mares que no controla. Evidentemente, todos los caminos llevan a Pekín. No a Roma.

Otra guerra en la frontera

El general pakistaní habría intentado disuadir a Trump de intervenir en Irán

El decano de Estudios Internacionales de la Universidad Jawaharlal Nehru, Amitabh Mattoo, observa que “la percepción de convergencia estratégica [entre India y EE.UU.] se está empañando”. El profesor indio considera el abrazo de Trump al general pakistaní como la última gota, en  un enfriamiento que dura ya meses. Otro ejemplo es la advertencia del primero al presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, de que no le sirve que saque producción de China “si es para llevarla a India”. 

En los próximos días o semanas se sabrá si el gobierno estadounidense le pidió a los generales pakistaníes algo más, en relación a Irán. Saber si estos accedieron y a qué precio, podría llevar más tiempo. Todavía más, saber si un eventual “sí”, significaba que sí. Al fin y al cabo, estamos hablando de la institución que, bajo el general Pervez Musharraf, fue capaz durante daños de cobrar auténticas millonadas por buscar a Osama bin Laden, mientras lo escondía. 

(Arriba, llegada a la Casa Blanca, de la cúpula militar y de inteligencia pakistaní, en indumentaria civil)

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