Tras ser enmendada y aprobada por la mínima en el Senado, gracias al voto de desempate del vicepresidente J.D Vance (51 a 50), la polémica rebaja fiscal de Donald Trump ha vuelto esta mañana a la Cámara de Representantes con un futuro incierto. Los congresistas se han apresurado a viajar a Washington para acudir a las votaciones procedimentales, previas al voto final que podría dar luz verde a la medida estrella del presidente. Trump se ha reunido en la Casa Blanca con algunos de los díscolos en sus filas y les ha urgido a aprobar el proyecto de ley antes del viernes, 4 de julio, para poder celebrar el día de la Independencia lanzando fuegos artificiales en honor a este paquete legislativo.
Pero los republicanos de la Cámara Baja, que aprobaron el texto inicial por 212 a 211 votos, están decepcionados con los cambios introducidos por el Senado, que lejos de rebajar el déficit, lo aumentarán en 3,3 billones de dólares en la próxima década. “Necesitamos más restricción de gasto y, para ello, tenemos que arreglar lo que hicieron en el Senado”, ha dicho Chip Roy, representante de Texas, uno de los republicanos más críticos sobre esta medida, una de las más costosas en la historia de un país que acumula 27 billones de dólares de deuda pública.
Thomas Massie, congresista republicano por Kentucky
“No hay ninguna razón para arruinar al país porque quiere poder irse a lanzar fuegos artificiales”
Junto a él, otra decena de congresistas del Freedom Caucus, el grupo más conservador del Congreso, siguen oponiéndose con firmeza a la medida, alegando que Trump prometió en campaña reducir el déficit y con esta política hará justo lo contrario.
Más allá de la ultraderecha, otros republicanos también disienten por el mismo motivo, siendo el más destacado Thomas Massie, de Kentucky: “Todo el mundo sabe que mi voto será un no, así que los demás deben ponerme en esa categoría y luego decidir qué van a hacer”, ha dicho este mediodía, durante otra extenuante sesión en la Cámara de Representantes. Además de oponerse a la ley, Massie ha calificado de “arbitrario” el límite temporal impuesto por Trump, el 4 de julio: “No hay ninguna razón para arruinar al país porque quiere poder irse a lanzar fuegos artificiales”.
Mientras tanto, los demócratas mantienen su rechazo en bloque a la medida, pues no solo aumentará el déficit y comprometerá ingresos fiscales futuros, también contempla profundos recortes en el programa de salud para los más necesitados, de 1,1 billones en una década, lo que dejaría sin seguro médico a 12 millones de personas. Es el mismo argumento que están esgrimiendo al menos cinco republicanos representantes de zonas rurales para decantarse por el 'no'.
“Este proyecto de ley va a destruir miles de empleos de la clase trabajadora que necesitamos para reconstruir la economía de este país. Cerrará hospitales rurales, recortará la atención sanitaria, todo para regalar billones de dólares en rebajas de impuestos a vuestros compinches”, ha denunciado en sede parlamentaria Josh Riley, de Nueva York. “No digáis que os importa una mierda la clase media cuando lo único que hacéis es cagaros en la clase media”.
Si los 212 congresistas demócratas llegan a tiempo a Washington y votan en contra, los republicanos solo podrán permitirse tres votos negativos en sus filas para aprobar el proyecto de ley y enviarlo a la mesa de Trump. Dadas las enormes divisiones internas, y a pesar de la presión del presidente por sacarla adelante, en estos momentos parece muy ambicioso el objetivo de aprobar el bautizado por Trump como “un gran y hermoso proyecto de ley”.