Era el 2008 cuando, en pleno proceso contra los jefes mafiosos napolitanos, uno de sus abogados se levantó y leyó, en nombre de sus defendidos, un documento virulento, con una mención directa a un libro publicado tres años antes: Gomorra, de Roberto Saviano, y a los artículos de una cronista del diario napolitano Il Mattino, Rosaria Capacchione. En aquellos días se celebraba el proceso “Spartacus”, con el que se desarticulaba la cúpula del clan de los Casalesi, quizás la más feroz de las ramas de la Camorra napolitana.
El jefe, desde la cárcel, señalaba a sus enemigos: no solo al Estado, a los jueces y a los policías, sino también a los periodistas. Quienes entendieron inmediatamente la gravedad fueron las fuerzas de seguridad italianas, que sacaron a Saviano de su casa para ponerlo bajo protección, una medida que de hecho nunca se ha interrumpido hasta hoy, a pesar de las amenazas, esta vez políticas, de representantes de la derecha, como Matteo Salvini. La justicia tardó más. Dieciséis años después, los jueces han determinado que aquel discurso contenía una amenaza seria contra la vida de Saviano, autor de ese ensayo que cambió la percepción del clan de los Casalesi, pero también la vida del periodista napolitano.

El escritor Roberto Saviano con los agentes que lo escoltan
Siguiendo órdenes del jefe napolitano Bidognetti, el letrado señaló el libro “Gomorra” como la causa de los problemas del clan
Este lunes, durante la lectura de la sentencia del tribunal de apelación de Roma, que confirmó las condenas de primera instancia contra el jefe Francesco Bidognetti, alias Cicciotto ’e Mezzanotte, y su abogado, Michele Santonastaso, Saviano rompió a llorar, abrazando a su abogado. De fondo, algunos de sus lectores rompieron a aplaudir. El escritor vive desde hace muchos años bajo el más alto nivel de protección por parte de la policía italiana. En un artículo publicado este lunes en el Corriere della Sera, definió esta sentencia como la más importante de su vida: “Me han robado la vida”.
Para la historia criminal de Bidognetti, encerrado bajo el régimen de máxima seguridad desde 1993, la condena a un año y medio no es especialmente relevante, pero Saviano explicó el valor simbólico del fallo a la salida del tribunal: “Dieciséis años de proceso no son una victoria para nadie –añadió– pero tengo la demostración de que la camorra, en un tribunal, públicamente dio su interpretación: que es la información lo que les da miedo. Ahora tenemos la prueba oficial, en esta segunda instancia, de que los jefes mafiosos, con sus abogados, firmaron un escrito en el que –subraya el escritor– señalaron como responsables a quienes narraban el poder criminal. Y no atacaron a la política, sino al periodismo, insinuando que considerarían a los periodistas –y se mencionó mi nombre y el de Rosaria Capacchione– responsables de sus condenas. Nunca había ocurrido algo así en un tribunal, en ninguna parte del mundo”.
En los últimos tiempos, el tono de Saviano se ha vuelto más amargo: “Nada podrá devolverme lo que esta historia me ha quitado. Durante años odié a Bidognetti y a su abogado, convencido de que eran ellos los culpables de mi situación –escribió en el Corriere della Sera–. Pero, en el fondo, fui yo quien no se apartó de esta locura. Elegí quedarme, contar, resistir. Soy yo quien está en el banquillo de los acusados, debí haberme ido ante este sistema de cosas. No tuve la fuerza para protegerme. Sea cual sea el veredicto, mi vida ha sido triturada”.
La ultraderecha lleva al escritor ante la justicia
Los mensajes de solidaridad hacia Roberto Saviano, tras la sentencia que confirmó la condena al camorrista Francesco Bidognetti y a su abogado Michele Santonastaso, llegaron únicamente desde representantes de la oposición de centroizquierda. No es casualidad, ya que el escritor napolitano mantiene desde hace tiempo una dura polémica con miembros del actual gobierno de derecha, empezando por Giorgia Meloni. Con el líder de la Liga, Matteo Salvini, Saviano se vio hace pocas semanas en los tribunales. El político de extrema derecha, que ha llegado a pedir el fin de la escolta para Saviano, denunció al escritor por haberlo llamado “ministro de la delincuencia”. En octubre del 2023, un tribunal de Roma condenó a Saviano a una multa de 1.000 euros por haber llamado “bastardos” a Meloni y Salvini.