Lo contó George Orwell hace casi un siglo en su Homenaje a Catalunya , y ha sido (y es) el drama de la izquierda radical catalana, española y de todo el mundo: las luchas cainitas entre sus distintas facciones y partidos constituyen la semilla de su propia destrucción y abren de par en par las puertas a la extrema derecha.
En el Reino Unido, históricamente, apenas ha tenido presencia parlamentaria e influencia política, excepto como segmentos del Partido Laborista desde su nacimiento hace 125 años, o movimientos como el Stop the Warcontra la participación británica en la guerra de Irak decidida por el primer ministro Tony Blair, o ahora en las denuncias al ataque israelí contra Gaza. Las cosas, sin embargo, podrían cambiar.
Jeremy Corbyn y Keir Starmer, juntos, en 2019
El exlíder laborista Jeremy Corbyn (que en las elecciones generales del 2017 obtuvo un 40% de los votos, el mayor incremento registrado por su partido desde Clement Atlee en 1945) y la diputada por Coventry South Zarah Sultana llevan meses hablando sobre la creación de un nuevo grupo unido por la crítica a la tibieza de Keir Starmer, políticas tradicionales de izquierda como las nacionalizaciones, subidas de impuestos a los ricos y redistribución de la riqueza, conciencia medioambiental y la denuncia de la barbaridad de Gaza.
Hablando, sí, pero sin presentar en público el embrionario partido por diferencias sobre su rumbo y dirección, si ha de tener un líder carismático (la opción preferida por Zarah Sultana, de 31 años) o una especie de gobierno colegiado (la del veterano Corbyn, de 76 años). Cuando la primera anunció la formación del grupo (todavía sin nombre ni programa), el exlíder permaneció callado 48 horas antes de dar su bendición a la idea, pero dejando claro que aún “están en negociaciones”. A su juicio no conviene construir la casa por el tejado, y la mejor estrategia sería desarrollar en primer lugar apoyo en las comunidades de base.
El embrionario grupo quiere amalgamar a los desencantados con la tibieza de Starmer y los enfurecidos por Gaza
Hay el Partido Comunista Británico, el Partido Comunista Marxista-Leninista, el Partido Comunista Revolucionario, el Partido Socialista de Inglaterra y Gales, el Partido Socialista Escocés, el Partido de los Trabajadores, el Partido Socialista de la Igualdad, la Alianza Socialista, Respeto... Pero la abundancia de siglas no se traduce en una influencia política real.
Si el nuevo partido cuaja (y los elementos juegan a su favor por el escepticismo hacia el establishment político tradicional, la guerra de Gaza, la crisis del coste de la vida, el papel de las redes sociales como caja de resonancia del populismo y la búsqueda de algo diferente por los jóvenes), podría convertirse rápidamente en la otra cara del espejo de Reforma, el grupo de ultraderecha de Nigel Farage, y captar un 12% de votos.
Ello revolucionaría la política de este país hasta el punto tal vez de convertirse en una estocada mortal al sistema mayoritario, que dejaría de ser viable con hasta ocho partidos repartiéndose el pastel: el Labour, los conservadores, los liberales demócratas, los Verdes, el SNP escocés, el Plaid Cymru (nacionalistas galeses), la ultraderecha de Farage y la nueva formación de izquierda radical de Corbyn y Zarah Sultana.
Los tories están todavía aturdidos por su espectacular caída a los infiernos de la oposición después de catorce años en el poder, pero el primer ministro laborista Keir Starmer es muy consciente del momento revolucionario que se aproxima, y por ello ha dado el voto a los adolescentes de 16 y 17 años en las próximas elecciones generales. Aunque tal vez el tiro le puede salir por la culata si en su desdén por el sistema votan a la extrema derecha o a la extrema izquierda en vez de a su tecnocracia socialdemócrata...
El veterano Jeremy Corbyn y la joven diputada Zarah Sultana están negociando la estrategia a seguir
El núcleo del nuevo partido serían el grupo de media docena de diputados independientes liderado por Corbyn en la Cámara de los Comunes, más Zarah Sultana, que es musulmana y tiene mucho gancho entre las comunidades islámicas que ven con pavor lo que está haciendo Israel en Gaza. Pero entre los muchos interrogantes figuran los de si se solaparía de alguna manera con los Verdes (6,7% del voto en las últimas elecciones), que están en proceso de cambiar de líder y adoptar una estrategia más llamativa, y si podría atraer a disidentes del Labour expulsados por Starmer del grupo parlamentario por sus frecuentes rebeldías contra la línea oficial en lo relativo al Estado de bienestar. Figuras de su sector radical, como el exministro de Economía en la sombra John McDonnell, dicen que no.
Las encuestas dan al Labour sólo un 23% de apoyo un año después de haber ganado las elecciones. Una extrema izquierda unida podría resultarle letal.

