En su reunión con Volodímir Zelenski y los líderes europeos, Donald Trump solo dejó entrever un compromiso: el de proporcionar garantías de seguridad para Ucrania en caso de que haya un acuerdo de paz con Rusia.
Pero, como suele suceder con el presidente estadounidense, ese compromiso es difuso: todavía no se sabe en qué consistirían exactamente estas garantías, ni qué papel tendría Washington en ellas. Lo único que Trump dijo ayer fue que “habrá mucha ayuda en materia de seguridad”, y que la responsabilidad recaerá en los países europeos porque estos “son la primera línea de defensa”. Para EE.UU., el republicano solo reserva las tareas de “coordinación”.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, explicó tras la cumbre que ya está trabajando con los miembros de la OTAN en la redacción de dichas garantías de seguridad. “Será algo que deberá estar en vigor después de un acuerdo de paz ”, dijo en una entrevista con Fox News, sin entrar en más detalles.
Así pues, a falta de una mayor concreción por parte de Washington, ¿en qué podrían consistir estas garantías de seguridad?

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con su homólogo estadounidense, Donald Trump, este lunes en la Casa Blanca
Tropas sobre el terreno
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Keir Starmer, hace meses que abogan por el despliegue de “tropas de disuasión” en Ucrania una vez cesen las hostilidades, con el fin de evitar que Rusia sienta la tentación de reiniciar su ofensiva. Esta propuesta cuenta con el apoyo de la denominada Coalición de Voluntarios, que agrupa a una treintena de países –entre ellos España–; y contempla, además del envío de un contingente militar multinacional, el fortalecimiento del ejército ucraniano mediante ayuda logística y armamentística.
Está por ver cuántos efectivos tendrían que participar en una misión de este tipo para que fuera realmente efectiva –Macron y Starmer hablaron en marzo de 20.000 soldados–, y si Rusia transigiría –el Kremlin ayer ya dijo que “rechaza categóricamente” cualquier escenario que contemple la presencia en Ucrania de un contingente en el que participen miembros de la OTAN–. Lo que sí parece claro es que, en cualquier caso, EE.UU. no desplegaría a sus tropas: Trump cree que la guerra es un asunto europeo, y su base electoral es reacia a las aventuras militares en el extranjero. Hoy ha sido tajante en la Fox: ha dicho que los estadounidenses tienen su “palabra” de que no enviará soldados a Ucrania.

La reunión entre Trump y los líderes europeos ayer en la Casa Blanca
Apoyo indirecto
Si el envío de tropas no es una opción para EE.UU., más viable es el despliegue de fuerzas de disuasión en las proximidades de Ucrania. Trump podría estar dispuesto a tener cazas estadounidenses en bases cercanas listos para el combate. El apoyo indirecto de Washington a Ucrania y sus aliados también podría llegar en forma de sistemas de defensa, drones de vigilancia, transporte y, sobre todo, inteligencia militar. Los europeos ya han discutido estas opciones con la Casa Blanca. De hecho, constituyen la base del texto de garantías de seguridad que prepara Rubio, según The Wall Street Journal.
Para EE.UU., esta ayuda indirecta puede convertirse en un jugoso negocio. Lo dijo Rubio en Fox News: “Ya no le damos armas a Ucrania. Ahora se las vendemos, y los países europeos las pagan a través de la OTAN”. Tras la cumbre de ayer, el Financial Times avanzaba que Ucrania está dispuesta a invertir, con financiación europea, 100.000 millones de dólares en armamento estadounidense.
Acuerdo de defensa colectiva
Los líderes europeos plantean que Ucrania pueda contar con unas garantías como las que ofrece el artículo 5 de la OTAN, donde se establece el principio de seguridad colectiva. Ucrania no forma parte de la Alianza Atlántica –de hecho, la idea de que en un futuro pueda adherirse a ella es la que motivó en gran parte la invasión rusa–, pero podría buscarse una fórmula para proporcionarle un paraguas similar al que concede el artículo 5. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, es una de las grandes valedoras de este plan, y ha asegurado que Trump lo ve con buenos ojos. Es más, el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff, dijo tras la cumbre de Alaska que Rusia no se opondría a esta solución si forma parte de un acuerdo de paz integral.
El problema es la letra pequeña de un acuerdo de estas características: ¿quiénes se comprometerían a ayudar a Ucrania en caso de ataque? ¿Y en qué condiciones? Basta recordar lo sucedido con el Memorándum de Budapest de 1994: aquel acuerdo suscrito tras el colapso soviético ofrecía a Ucrania “garantías de seguridad” a cambio de su renuncia a las armas nucleares, pero no evitó la agresión rusa. Cualquier pacto que propongan ahora los aliados de Kyiv debe de contar con suficiente poder disuasorio para Moscú. Si el Kremlin percibe que Ucrania no cuenta con una protección equivalente a la que otorga la pertenencia a la OTAN, es posible que la paz que tanto persigue Trump dure muy poco.