La batalla del gerrymandering –la manipulación de distritos electorales de un Estado en beneficio de un partido político– se intensifica en Estados Unidos a medida que se acercan las legislativas de mitad de mandato, en noviembre del próximo año. De su resultado dependerá en gran parte si los republicanos consiguen mantener el control de la Cámara de Representantes, donde tienen una estrecha mayoría de 219 a 212, con cuatro escaños vacantes. En este tipo de elecciones, el partido en el poder suele perder representación, por lo que la disputa determinará la capacidad de Donald Trump de sacar adelante su agenda durante sus dos últimos años de mandato.
Después de dos semanas de bloqueo legislativo por parte de los demócratas de Texas, finalmente los republicanos de la Cámara Baja estatal pudieron llevar ayer a votación su plan, que fue aprobado por 88 a 52. Con el apoyo pleno de Trump, cuando reciba el visto bueno en el Senado y la firma del gobernador Greg Abbott, Texas redibujará sus circunscripciones para obtener un nuevo mapa electoral en el que los republicanos podrían ganar cinco nuevos escaños en las elecciones del 2026.
El cambio de los límites de los distritos electorales es un mecanismo habitual y se suele dar cada diez años, tras cada renovación del censo, para asegurar que todas las circunscripciones tengan la misma población. Pero los republicanos se han dado prisa para aprobar esta polémica y agresiva medida cinco años antes, para poder beneficiarse en las midterm. Trump también está impulsando cambios similares en otros estados con mayoría republicana en sus propios congresos, incluidos Florida, Indiana, Missouri y Ohio.
Decenas de representantes demócratas de la Cámara Baja de Texas regresaron el lunes al estado después de dos semanas protestando en el exterior, en una táctica parlamentaria con la que intentaron retrasar la votación, pues la cámara requiere un cuórum mínimo de legisladores presentes. Sin embargo, la estrategia dejó de ser sostenible y, ante la amenaza de órdenes de arresto y retirada de escaño, volvieron a Texas alegando que habían cumplido uno de sus objetivos: llevar su causa a la escena nacional.
El gobernador de California, Gavin Newsom, presenta un plan para contrarrestar el esfuerzo republicano
Para contrarrestar el gerrymandering de Texas, el gobernador de California, Gavin Newsom, anunció un plan similar en su estado, también destinado a ganar cinco nuevos escaños para los demócratas. Sin embargo, el proceso será más complejo en el bastión progresista, donde por ley es una comisión independiente la que se encarga de dibujar cada diez años un nuevo mapa electoral. Newsom quiere llevar a votación una enmienda a la Constitución estatal para que los ciudadanos den a los políticos el poder de cambiar esas circunscripciones y poder entrar así en la batalla con Texas.
Sin embargo, a nivel nacional, esa es una batalla perdida para los demócratas, pues los republicanos tienen la capacidad de ganar más escaños si se generaliza la pugna del gerrymandering. Eso ocurre porque controlan más estados al completo (con mayoría en el Congreso, un gobernador republicano y un Tribunal Supremo estatal conservador) y también porque tienen más margen de maniobra para ganar escaños.
Del lado demócrata, los líderes estatales estudian movimientos similares en Illinois, Maryland y Nueva York. Sin embargo, en todos ellos el proceso de aprobación será más complejo que en Texas, donde, pese a la resistencia demócrata, los republicanos han movido ficha con rapidez y se han asegurado, mediante la amenaza de órdenes de arresto, de que los congresistas no abandonen el estado durante la votación.
“El objetivo subyacente de este plan es muy claro: mejorar los resultados políticos de los republicanos”, reconoció ayer el congresista republicano Todd Hunter en sede parlamentaria cuando presentaba el nuevo mapa electoral. “Según el Supremo, podemos utilizar el rendimiento político” como argumento para trazar los distritos electorales, señaló.
Trump presiona a los estados republicanos para que sigan el ejemplo de Texas y manipulen sus distritos
Sin embargo, los demócratas consideran este proyecto de ley como “ilegal y discriminatorio por motivos raciales”, en palabras del congresista estatal Chris Turner, pues diluye el poder de voto de latinos y negros. “Este plan ilegal y amañado de redistribución de distritos a mitad de década está dividiendo nuestro estado y nuestro país”, añadió, en referencia a la batalla abierta en otros estados.
Desde la Casa Blanca, Trump ha estado presionando a sus legisladores para que aprueben “lo antes posible” lo que ha definido como un “gran y hermoso mapa electoral”. Del éxito en esta batalla depende su poder sobre el Legislativo; si los demócratas se hacen con la Cámara Baja el próximo año, no sólo podrán bloquear algunas de sus principales medidas, también lanzar investigaciones sobre su administración.