La crisis política francesa, que había quedado aletargada durante las vacaciones estivales, ha estallado con virulencia este lunes de manera inesperada. El primer ministro, François Bayrou, ha anunciado que se someterá a una moción de confianza ante la Asamblea Nacional el 8 de septiembre. Existen muchas probabilidades de que su Gobierno caiga, dada la pinza entre la izquierda y la extrema derecha.
Bayrou ha comunicado su decisión durante una conferencia de prensa en París en la que, en términos muy dramáticos, ha explicado la grave situación financiera de Francia y la urgencia de tomar medidas drásticas en el próximo presupuesto.
Con la moción de confianza, Bayrou se adelanta a la discusión formal de los presupuestos y también a una jornada de protesta el 10 de septiembre.
La arriesgadísima maniobra de Bayrou cogió por sorpresa a los partidos y a los analistas. De hecho, el presidente Macron deberá convocar una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional, pues en teoría la cámara estará todavía de vacaciones parlamentarias. Su moción de confianza semeja un haraquiri político. Prefiere quizás el suicidio antes de sufrir la humillación de ser tumbado en la votación de los presupuestos.
Ante la pinza de la izquierda radical y la extrema derecha, la única esperanza de Bayrou son los socialistas, nada inclinados a salvarlo
El objetivo de Bayrou podría ser forzar al máximo a los socialistas, que tienen 60 escaños y podrían salvarlo, aunque es improbable que lo hagan. El primer secretario del PS, Olivier Faure, ha dicho que, en principio, no votarán la confianza. Su intención es presentar un presupuesto alternativo y ver si Bayrou se mueve. Faure se mostró muy escéptico de que eso pueda desembocar en un compromiso.
La situación vuelve a poner en evidencia el caos político en que sumió al país Macron, en el verano del 2024, al disolver la Asamblea y convocar elecciones anticipadas, sin que fuera imprescindible, como respuesta a la derrota en los comicios europeos. Luego, tras interminables consultas, escogió al conservador Michel Barnier como primer ministro, pero duró apenas tres meses.
Ante la prensa, Bayrou reiteró su negro diagnóstico sobre las finanzas del Estado, que se han venido deteriorando desde hace años, con una deuda que desde hace dos decenios -según sus propias palabras- “aumenta en 12 millones de euros cada hora, día y noche”. Según el primer ministro, Francia corre el peligro de ser atacada en los mercados y por los compradores de deuda. “Nuestro país está en peligro porque estamos al borde del sobreendeudamiento”, subrayó. La Bolsa de París reaccionó a la baja tras su anuncio.
La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) ha querido hacer caer desde el principio un gobierno que considera ilegítimo. Su voto de censura es seguro. LFI pide que dimita Macron y haya presidenciales anticipadas. También manifestó su deseo de tumbar a Bayrou el Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, al tiempo que exigió nuevas elecciones legislativas y no la designación de un primer ministro alternativo cuando Bayrou sea derribado.