El verano inolvidable de Farage

Líder en los sondeos

El político de ultraderecha británica logra convertir la inmigración en la principal preocupación de los votantes

British Reform party leader Nigel Farage poses in front of a mock departures board during a press conference in a hangar at Oxford Airport in Kidlington, England, Tuesday, Aug. 26, 2025.(AP Photo/Joanna Chan)

Farage anunció su plan de deportaciones en un hangar en Oxford el pasado martes

Joanna Chan / Ap-LaPresse

Ya queda poco (al menos por estas tierras) para que acabe el verano, con sus mañanas achicharrándose en la playa, siestas largas y tardes perezosas, cervezas y mojitos mirando el mar, salidas en barca, paseos vespertinos para tomar un helado... Cada año asociado con una canción, ya sea el Aserejé de Las Ketchup (2002), el Waka waka de Shakira (2010) o el Yo quiero bailar de Sonia y Selena (2001).

Hay diversas candidatas a canción del verano 2025, pero el político que ha dominado sin duda la escena ha sido el ultraderechista Nigel Farage, que se ha apoderado por completo del escenario aprovechando que sus rivales estaban de vacaciones en Cornualles (los más puritanos, para que no se dijera que se iban a gastar dinero fuera del país), Toscana, la Costa Brava, los Alpes o la Provenza.

Una mayoría considera el Brexit un fracaso, pero Farage quiere llevarlo a su conclusión: un país para los ingleses

Farage ha aprovechado su verano para presentarse como un primer ministro en potencia, a la espera de ser consagrado en las próximas elecciones (previstas para el 2029 si no se anticipan por los acontecimientos). Y para dar una imagen de una cierta profesionalidad, tras la que se oculta la absoluta locura de un programa que llevaría al país a la ruina y lo pondría en derechos humanos a la altura de Bielorrusia, con la deportación de 600.000 indocumentados y recortes de impuestos por valor de cien mil millones de euros. Si no lo están ya (muchos piensan que sí), las finanzas del país se irían a pique.

Tal vez las cosas serán distintas cuando llegue el momento de votar y suficiente gente se asuste de lo que sería un gobierno Farage (el primero de extrema derecha en la historia del Reino Unido), o se molesten en hacer los números y comprueben que no salen. Pero por ahora no es así, y el líder de Reforma UK lleva diez meses por delante en las encuestas con alrededor de diez puntos de ventaja sobre el Labour, que incluso podrían traducirse en una mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes. ¡Y eso que actualmente solo tiene cinco escaños!

El líder de Reforma UK lleva diez meses por delante en las encuestas con alrededor de diez puntos de ventaja sobre el Labour

Mientras Starmer veraneaba o se dedicaba a la alta política internacional, Farage ha dado a los medios informativos la carnaza que necesitan para llenar páginas y programas estivales, consolidando el vínculo entre inmigración y delincuencia, que es la estrategia de los partidos neofascistas de todo el mundo. Él no ha organizado las protestas ante hoteles que albergan a solicitantes de asilo político, pero las ha aplaudido, estimulado y apoyado, con el mensaje inequívoco de que todos los refugiados de sexo masculino son potenciales violadores, y esposas e hijas están en peligro.

El líder de Reforma UK escapa, por las razones que sea, al escrutinio y las reglas de sentido común que se aplican a otros políticos. Un 56% de los británicos considera que el Brexit fue un error y habría que volver a la Unión Europea, pero en cambio no responsabilizan del fracaso al que fue el gran arquitecto de esa política, engatusando a millones de personas (sobre todo de clase trabajadora) con la idea de que “liberarse” de Bruselas daría dinero adicional a la sanidad pública, reduciría la burocracia, permitiría el control de las fronteras y abriría las puertas a una época dorada de prosperidad. La realidad ha sido todo lo contrario (aunque la mayor parte de Europa tampoco está muy boyante).

Algunos pronosticaban un verano caliente, con disturbios y saqueos, que no ha ocurrido. Pero lo que sí ha pasado, gracias a la actividad constante y la imaginación de Farage (incluso llevó de Londres a Oxford a la prensa para anunciar su plan de deportaciones en un hangar, con el golpe de efecto de una gran pantalla que simulaba las salidas de vuelos a Sudán, Afganistán, Eritrea, Pakistán...), es que la inmigración es ahora la preocupación número uno de los votantes, por delante de la crisis del coste de la vida y el estado lamentable de la sanidad pública (no solo las listas de espera y la enorme dificultad para ver a un médico en persona, sino cartas oficiales con resultados de pruebas que nunca te has hecho).

Para Farage los conservadores estropearon su gran creación –el Brexit–, y él ha de volver para llevarlo a su conclusión lógica, un punto final a la Gran Bretaña multicultural en la que un mediodía dos catalanes pueden estar tomando una copa de espumoso inglés en un bar de West Hampstead que lleva un neozelandés, charlando con una brasileña y un indio, antes de subirse a un bus conducido por un polaco.

El liderazgo persistente en los sondeos tiene perplejos a laboristas y conservadores, que no saben cómo responder. La lideresa tory, Kemi Badenoch, va siempre un paso por detrás, y ha dicho que también ampliaría las deportaciones de indocumentados a mujeres y niños, y firmaría acuerdos nada menos que con los talibanes para devolver refugiados a Afganistán.

Starmer, mientras tanto, ofrece soluciones técnicas como una tramitación más rápida de los solicitudes de asilo, el cierre de los hoteles que sirven como albergues en el 2029 y que el derecho a la reunificación familiar no sea motivo para que los ilegales se queden. La derecha del Labour, sin embargo, propugna el abandono de la Convención Europea de derechos Humanos, como los ultras.

La caída de las hojas, el color del cielo, los chaparrones y la humedad del aire anticipa ya la llegada del otoño. No está claro cuál ha sido la canción del verano en Gran Bretaña, pero sí el político.

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