La sonrisa de Narendra Modi no es la de la Gioconda y mucho menos en Tianjin. Durante la cumbre euroasiática que termina este lunes, la franca camaradería del primer ministro indio con el presidente ruso Vladimir Putin -dentro y fuera de la limusina de este- o sus cariñosos apretones de mano, que prodigó hasta a la esfinge Xi Jinping, tienen un motivo tan claro como su destinatario. Este no es otro que EE.UU., por el trato humillante a que Donald Trump está sometiendo a la India de Modi, con un arancel del 50% como colofón.
El destinatario del mensaje del presidente Xi Jinping, este lunes, es el mismo, aunque permanezca innominado. La declaración final del foro ha sido llevada a su terreno por el anfitrión chino. De ahí su alegato contra “las injerencia extranjeras” y especialmente aquellas “bajo el pretexto de proteger los derechos humanos”. Así como su repulsa de “las sacudidas del comercio internacional” y de los designios “de hegemonía”.
La diplomacia china, que logró amansar la relación entre Irán y Arabia Saudí, también ha logrado quitar hierro a la animosidad entre Pakistán e India, ambos miembros de la OCS. Tanto es así que se ha firmado una condena conjunta del terrorismo con una mención explícita del asesinato de dos docenas de varones hindúes -por el hecho de serlo- en Pahalgam, Cachemira, la pasada primavera. Esto no se logró en la cumbre de ministros de Defensa de la OCS, hace poco más de dos meses, lo que provocó la negativa India a firmar una condena de los bombardeos de aquel mes sobre Irán. Hoy sin embargo, la India -con Modi a la cabeza- se ha adherido a la “condena enérgica” de aquella “agresión de Israel y Estados Unidos” en tanto que “violación de la legalidad internacional”.
La declaración del grupo también critica “el doble rasero” en Gaza y pide un “alto el fuego inmediato y duradero, así como “una solución justa” al litigio entre Israel y Palestina. Los diez miembros de la OCS reconocen a Palestina y nueve de ellos (Pakistán es la excepción) también a Israel.
La organización, que el año próximo celebrará su cumbre en Kirguistán, ha anunciado el ingreso de Laos como nuevo “socio de diálogo”, el decimoquinto. Sin embargo, Nueva Delhi habría vetado la incorporación como miembro de pleno derecho de Azerbaiyán, que felicitó a Pakistán por su “victoria” en su última escaramuza con India.

El ruso y el chino son las lenguas oficiales de la Organización de Cooperación de Shanghai. En la foto, los mandatario de los diez países miembros, seis de los cuales son repúblicas exsoviéticas. Foto de grupo, hoy en Tianjin
La expansión de un grupo en el que Pekín lleva la voz cantante provoca aprensión en Japón, sobre todo cuando -como sucede este año- su cumbre sirve también de prolegómeno al mayor desfile militar de la década en la plaza de Tiananmen, con “el 80 aniversario de la derrota aliada del fascismo como tema”.
De este modo, China tomo el relevo de Rusia en el recordatorio de que “los Aliados” también eran ellos y que, de hecho, nadie más sufrió tantas víctimas. Aunque no llaman a ninguna puerta, sino que se articulan como polo de poder alternativo al occidental. De este modo, entre el domingo y el lunes han pasado por Tianjin los jefes de estado o de gobierno de cuatro de los nueve países en posesión de armas nucleares. Un quinto, Corea del Norte, estará representado este miércoles en Pekín por su presidente, “el querido camarada” Kim Jong Un.
La OCS no obedece órdenes, aunque tampoco esté en posición de escribir las reglas. De ahí que, por necesidad o convicción, hasta China abogue por un mundo multipolar, más que por un relevo en la hegemonía.
En su discurso de hoy, Xi Jinping ha desarrollado su Iniciativa de Gobernanza Global (IGG), basada según él en el respeto de las soberanías, en la sujeción a la legalidad internacional, en poner las obras por delante de la retórica y en situar a la gente en el centro de la acción de gobierno. Preceptos no solo virtuosos, sino que no impiden para nada que el estado chino y sus empresas traten fluidamente con las dictaduras más corruptas de África y otros continentes.
Antes de su IGG, en años precedentes, Xi lanzó su Iniciativa de Desarrollo Global, de Seguridad Global y de Civilización Global. Estas recogen temas de sus cinco volúmenes de “Gobernanza de China”, lectura obligatoria para cien millones de afiliados al Partido Comunista de China y para cualquier chino que quiera prosperar en la burocracia.
Asimismo, el combate “contra el separatismo, el terrorismo y el extremismo” está en el centro de la acción de la OCS desde su fundación, en 2001, por parte de Rusia, China y cuatro repúblicas exsoviéticas de Asia Central.
Los países de la OCS abogaron por “construir un mundo multipolar más representativo, democrático y justo”, destacando el “papel central de coordinación” de las Naciones Unidas, cuyo secretario general, António Guterres, participaba en el foro como invitado.
Petróleo en el punto de mira
Putin y Modi han hablado en privado en la limusina del primero durante una hora
La declaración no hace referencia alguna a la guerra en Ucrania, aunque Putin volvió a utilizar la OCS como palco para argumentar que no fue la agresión rusa la que inició el conflicto, sino “el proyecto de incorporar a Ucrania a la OTAN” y el posterior “golpe de estado de 2014”.
En su intervención, Putin agradeció los esfuerzos de India y China para lograr la paz en dicho conflicto. “Lo antes posible”, según expresó Modi.
Cabe recordar que India es el primer cliente de la industria rusa de defensa, hasta el punto de que esta está detrás de más del 60% de su arsenal. Esta relación se ha visto reforzada -y ahora complicada- por el oportunismo de India al adquirir más del 40% de su petróleo a Rusia, con descuento, tras su invasión de Ucrania (antes, menos del 1%).
El “romance” que Putin y Modi han escenificado estos dos días -para más inri en China- manda la señal de que Nueva Delhi “no va a ceder en la defensa de la seguridad energética de los indios”, en palabras de su gobierno. El presidente ruso, que hace pocas semanas se sentó durante unos minutos en el coche oficial de Trump, ha departido en su propia limusina con Modi durante nada menos que una hora, según medios rusos, antes de su encuentro bilateral.

Modi le ha apretado hoy la mano a Xi Jinping, pasando página cinco años de tensiones fronterizas. Putin ya apadrinó el deshielo en Kazán (cumbre de los Brics) en octubre pasado. Juntos representan cerca del 37% de la población mundial y una cuarta parte de la economía global
Cabe decir que los desplantes de Donald Trump a la India de Narendra Modi han ido in crescendo desde que tomó posesión, hasta el inesperado arancel del 50% a sus productos (contra el 20% de Bangladesh y el 19% de Pakistán). Si China es un dragón capaz de marcar terreno y desinflar sin aspavientos las amenazas de Trump, India es un elefante herido que pondera su venganza.
La participación de Narendra Modi en la 25 cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) -tras haberse saltado la anterior, en Astaná, y no haber puesto los pies en China en más de siete años- fue vista desde su anuncio como un mensaje de despecho a Trump.
Encerronas como la dispensada en la Casa Blanca al presidente Cyril Ramaphosa de Sudáfrica -otro socio del grupo de los Brics- en la que se tergiversó el racismo realmente existente, revuelven la conciencia histórica de la India. Hace pocos meses, los dos aviones militares estadounidenses cargados de inmigrantes irregulares, esposados y encadenados hasta su destino en India, indignaron a muchos.
No en vano, India era uno de los pocos lugares del mundo que se las prometía muy felices con el retorno del magnate a la presidencia de EE.UU.. Pero la alegría terminó poco después de la temprana visita de Narendra Modi a la Casa Blanca.
Puede parecer una pelea de novios adolescentes, pero los desplantes son reales -y repetidos, para que no quepa duda- como lo es el despecho. Estados Unidos ha descubierto que necesita a China tanto o más que China a Estados Unidos. Pero lo mismo no puede decirse sobre el vínculo entre EE.UU. e India, donde Nueva Delhi no tiene bajo la manga los ases de que dispone Pekín, léase sus tierras raras o su acumulación de bonos del tesoro estadounidense. En casos así, una hora compartida en una limusina puede ser altamente terapéutica.