Trump militariza el Caribe

Despliegue naval de EE.UU.

La invasión de Panamá de 1989 sirve de referente para la máxima presión contra Nicolás Maduro en Venezuela

People joining government-organized civil defense groups, known as Community Squads for the Integral Defense of the Nation, attend a flag ceremony in Caracas, Venezuela, Wednesday, Sept 3, 2025. (AP Photo/Cristian Hernandez)

Voluntarios de la defensa civil venezolana, el pasado miércoles durante una ceremonia en Caracas

Cristian Hernandez / Ap-LaPresse

Atracado en el puerto de la salida al Pacífico del estratégico canal de Panamá,el USS Sampson desempeña un papel logístico y simbólico para la nueva fase del plan estadounidense de derrocar a Nicolás Maduro. A solo un día del mar Caribe por el canal de Panamá, el destructor forma parte de un amplio despliegue militar diseñado para intimidar a Venezuela, en una re-escenificación de la gun boat diplomacy de principios del siglo XX.

La invasión de Panamá de 1989 y el derrocamiento del entonces dictador Manuel Noriega, un operario de la CIA que se consolidó en el poder gracias al narcotráfico, ha sido citada en diarios como el Miami Herald como un precedente para una posible acción armada contra Venezuela. Con hasta 4.000 marines en ocho buques ya desplegados cerca de la costa de Venezuela, Trump parece querer evocar aquellas hazañas del asalto relámpago contra Noriega.

“Pese a la retórica, EE.UU. no tiene ningún plan de invasión”, dice Geoff Ramsey, del Atlantic Council

El entonces denominado narco-dictador panameño –fiel aliado de EE.UU.en las guerras sucias en Centroamérica– fue detenido durante la invasión y pasó 20 años en una cárcel de Florida. Es un destino que muchos aliados de Trump en Caracas, Madrid y Miami quisieran para Maduro. El Gobierno venezolano “no es legítimo, es un cartel de narcoterrorismo”, hiperbolizó Karoline Leavitt, la portavoz de la Casa Blanca la semana pasada. Calificó a Maduro de “fugitivo de la justicia”. El lenguaje no puede sino recordar las declaraciones de George H.Bush sobre Noriega antes de la invasión.

Pero todos los expertos consultados en Panamá y Washington esta semana coinciden en algo: una invasión de Venezuela es logísticamente inviable, mucho más complicada que la rápida intervención en Panamá en 1989. “Son países de tamaño muy diferente “, dijo el historiador Omar Jaén, que participó en la reunión sobre el control del canal con el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, en abril, cuando Panamá y no Venezuela era el blanco de las amenazas de Trump. “No creo que invadan Venezuela”, afirmó.

“Pese a la retórica caliente, la realidad es que Estados Unidos no tiene ningún plan de invasión de Venezuela”, sostiene Geoff Ramsey, del Atlantic Council en Washington, en una entrevista telefónica. “Para la Casa Blanca se trata de demostrar su fuerza militar en el Caribe con el fin de desestabilizar el círculo íntimo de Maduro y fracturar el régimen.”

Urdida por el grupo de asesores de la derecha cubano-estadounidense en Florida, con el secretario de Estado Marco Rubio al mando, esta estrategia de “máxima presión” resultó un fracaso sonado durante la primera administración Trump (2016-2020). Pero todo indica que Rubio aún pretende forzar un cambio de régimen mediante al menos la amenaza de una acción militar. La novedad es que ya no solo se pide la intervención estadounidense en nombre de la democracia venezolana, sino de la guerra contra la droga, un ajuste necesario para cumplir con los objetivos políticos de Trump.

En esta nueva narrativa, Maduro —con una recompensa de medio millón de dólares para quien ayude en su captura— es acusado ya no solo de ser un dictador socialista sino también de ser el cabeza del el llamado Cártel de los Soles, una misteriosa organización delictiva, supuestamente dirigida por militares venezolanos y sancionada por el Departamento de Estado. Pero pocos en el entorno de Marco Rubio se detienen en el hecho de que ninguna investigación ha comprobado la existencia de ese cártel; solo existe como “narrativa política”, se concluye en un informe del medio independiente venezolano Guacamaya.

Los viejos bulos de la oposición venezolana, ya avalados por la Casa Blanca, dan un pretexto para “propiciar un golpe contra Maduro desde dentro o tal vez incentivar a mercenarios para que actúen”, dijo Daniel Pedreira, de la Universidad Internacional de Florida. Más que una invasión al estilo de Panamá, el insólito ataque aéreo contra una lancha de presuntos narcotraficantes que cruzaba el Caribe desde Venezuela puede ser la clase de acción militar que caracteriza esta nueva fase de la máxima presión. Carente de toda legalidad, “es el primer ataque militar unilateral en América Latina desde la invasión de Panamá”, dijo Alex Main, del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR) en Washington. Pese a ello “habrá más ataques”, insistió Rubio tras una reunión en México con la presidenta Claudia Sheinbaum.

De ser el combate al narcotráfico el verdadero objetivo de la militarización del Caribe, Venezuela no sería el país más indicado para una invasión. No es un productor importante. Menos del 10% de la cocaína que llega a EEUU pasa por Venezuela, según la agencia antidroga estadounidense conocida como DEA. “A menudo se pasa por alto que el 70% de la cocaína que se consume en EE.UU. llega a través del Pacífico, no del Caribe –dice Ramsey–.“Sería mejor buscar la colaboración de los países del Pacífico (Ecuador, Perú, Colombia y Centroamérica) que hacer alarde de poderío naval dirigido solo a Venezuela”.

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