Salvo una sorpresa mayúscula, el Gobierno de François Bayrou perderá este lunes una moción de confianza en la Asamblea Nacional, lo que acentuará la crisis política que se arrastra en Francia desde junio del año pasado. Lo peor es que no se vislumbra una salida al bloqueo, dada la aritmética parlamentaria, y eso coincide con una situación muy delicada de las finanzas públicas y un contexto geopolítico especialmente complicado para Europa.

François Bayrou, durante su discurso ante la Asamblea Nacional
Las últimas intervenciones mediáticas del todavía primer ministro, aliado de Emmanuel Macron desde el 2017, delatan que ha tirado la toalla. Ni él mismo parece creer que una parte de la oposición vaya a salvarle. Da la sensación de que el centrista Bayrou, un político de 74 años que aspiró tres veces al Elíseo, ha escogido una muerte política teatral, un haraquiri convertido en gran espectáculo parlamentario de varias horas y retransmitido en directo.
El líder de la derecha y ministro del Interior, Bruno Retailleau, rechaza un premier socialista y avisa sobre “los ingenieros del caos”
El jefe del Gobierno podría haber intentado negociar los presupuestos del 2026 y arriesgarse a ser derribado antes de Navidad, como le ocurrió a su predecesor, el conservador Michel Barnier, después de tres meses en el poder. Pero no. Bayrou ha optado por un suicidio de connotaciones épicas. Ha recurrido al artículo 49.1 de la Constitución para hacer un discurso de política general, plantear a la Asamblea si ve urgente o no la crisis financiera y pedir, a la vez, la confianza. A su juicio, esta clarificación era imprescindible antes de negociar el detalle de los presupuestos. Su actitud ha sido considerada, incluso por algunos de sus socios en el Gobierno, como innecesaria y hasta absurda.
El premier, que lleva menos de nueve meses en el cargo, está tentado a pasar a la historia como quien, por fin, dijo la incómoda verdad a los franceses sobre las medidas drásticas que deben tomarse para atajar el déficit y la deuda. ¿Es la suya una conducta de verdad desinteresada, heroica, o esconde otros cálculos? ¿Pretende sacrificarse y volver a Pau, la ciudad donde todavía es alcalde, o se reserva para ser otra vez candidato al Elíseo en el 2027?
La hipótesis de un nuevo primer ministro socialista, que se viene manejando en los últimos días, perdió más fuerza ayer por las tajantes declaraciones del presidente de Los Republicanos (LR, derecha gaullista) y ministro del Interior, Bruno Retailleau. En un acto de su partido, este peso pesado del Ejecutivo y uno de sus miembros más populares, dijo que “está fuera de cuestión que aceptemos un primer ministro socialista”. El ministro argumentó que su entrada en el Gobierno, hace un año, fue precisamente para “hacer barrera” y evitar la llegada al poder de una izquierda dominada por su ala radical (La Francia Insumisa, LFI), a quienes calificó como “ingenieros del caos”.
Los Republicanos votarán la confianza sin entusiasmo, pese a formar parte del Gabinete, y podría pasar que alguno de sus diputados se abstuviera o votara en contra. Así es el ambiente de fin de ciclo que se vive en París. Retailleau imploró la unidad de los suyos en un momento de alto riesgo para Francia. “Este es el mes de todos los peligros”, advirtió, aludiendo a la moción de confianza, la protesta nacional del miércoles 10, la decisión de la agencia Fitch, el viernes 12, sobre la calificación de la deuda francesa y la huelga convocada por los sindicatos el 18. No en vano son cada vez más quienes hablan de “crisis de régimen” y no solo de crisis política.