Teodorín pierde su palacio parisino

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La Justicia confirma el embargo del edificio del hijo del dictador ecuatoguineano

A picture taken on February 14, 2012 on the Avenue Foch in Paris shows a truck at the entrance of Paris residence of Teodorin Obiang Mangue, the son of Equatorial Guinea's President Teodoro Obiang, being searched by French police as part of a corruption probe. The president's son, Teodorin Obiang Mangue, was reportedly absent during the search by anti-graft police who were met with some resistance from occupants who claimed the building was protected by diplomatic immunity. AFP PHOTO ERIC FEFERBERG (Photo by ERIC FEFERBERG / AFP)

El número 42 de la avenida Foch de París, el antiguo hotel de seis plantas propiedad de Teodorín 

ERIC FEFERBERG / AFP

Era una joya de seis pisos bien escondida en el corazón de París. Hace trece años, cuando un grupo de investigadores franceses entró en el número 42 de la avenida Foch, a tiro de piedra del Arco de Triunfo de París, encontró un escondite repleto de tesoros sin igual: en las más de cien habi­taciones de aquel antiguo hotel de seis plantas y más de cuatro mil metros cuadrados, los policías galos encontraron joyas exclusivas, relojes con diamantes incrustados, muebles antiguos de colección (entre ellos una mesa de cristal de veinte metros, jarrones de porcelana o una cómoda Régence valorada en 2,8 millones de euros), trajes y vestidos de los mejores diseñadores de Francia o botellas de vino valoradas en millones de euros. Cada detalle del edificio lo convertía en un palacio de cuento de hadas del exceso: los baños tenían grifería de oro, las columnas de mármol estaban decoradas con coral y en algunas habitaciones habían instalado incluso un cine o un baño turco.

La incautación de aquel edificio parisino lleno de lujos –la policía necesitó tres días y varios camiones para sacar todo el material requisado– se convirtió en piedra angular de la lucha de la justicia francesa contra la corrupción, el blanqueo y el desvío de fondos público de su famoso propietario: Teodorín, hijo de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, dictador de Guinea Ecuatorial desde el año 1979. Y Teodorín, quien es también vicepresidente de su país, parece haber perdido definitivamente la partida. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) desestimó el pasado 12 de septiembre el enésimo intento del Gobierno africano de impedir que las autoridades francesas vendan la mansión parisina embargada, va­lorada según los expertos en entre 100 y 150 millones de euros.

La CIJ desestima el intento del Gobierno de Malabo para que las autoridades galas no vendan su mansión de 100 millones

En su fallo, el tribunal concluyó que Guinea Ecuatorial “no ha demostrado (…) que tenga un derecho plausible a la devolución del edificio”. Es la segunda vez que el CIJ falla a favor de Francia en la disputa. Aunque el Gobierno de Malabo alega que el edificio era la sede de su embajada en París, el inmueble no ofrecía ningún servicio consular y servía de alojamiento y sala de fiestas particular de Teodorín, famoso por sus excesos, sus gustos caros y sus colecciones de coches de lujo. En 2004, el periódico The New York Times describió a Teodorín como “un bon vivant , aficionado a los Lamborghini y a los largos viajes a Hollywood o Río de Janeiro”.

La decisión del CIJ busca poner punto final al embrollo judicial que ha generado en Francia el intento de acabar con los excesos con dinero público del hijo del dictador ecuatoguineano. A pesar de que en los últimos años ha tenido problemas con la justicia de Estados Unidos, Suiza o Brasil, donde debió entregar mansiones o coches de lujo, Teodorín no quiere dar aún su brazo a torcer con su mansión parisina, que sirvió como prueba en la condena de la
justicia gala por malversación y blanqueo de al menos 174 millones de dólares de fondos públicos. Los tribunales franceses le impusieron entonces una condena de tres años y ordenaron la confiscación de sus bienes, incluido su hotel particular de la avenida Foch.

Pese al golpe judicial, Teodorín, acostumbrado a controlar en corto la justicia en su país, donde el 75% de la población vive en la pobreza, inició una batalla judicial
de varios años para evitar perder el inmueble parisino. A inicios de este año, el Gobierno de su padre denunció que la policía francesa había vuelto a entrar en la propiedad y cambiado las cerraduras, lo que provocó el último llamamiento de Malabo para que se tomaran medidas de emergencia. No han conseguido su objetivo. El fallo del CIJ cierra la puerta al penúltimo intento de recuperar el hotel parisino del Ejecutivo africano.

Transparencia Internacional celebró la decisión de la CIJ. “Esto nos permite avanzar positivamente hacia la futura restitución de estos bienes ecuatoguineanos, que han sido definitivamente confiscados por los tribunales franceses”, declaró Sara Brimbeuf, responsable de defensa de la gran corrupción y flujos financieros ilícitos de la organización en Francia.

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