La primera reacción de Ayelet Razin en pleno apogeo de la matanza fue empezar a recoger evidencias. Ex directora de la autoridad israelí para el “Avance del estatus de la mujer” y activista feminista, Razin se puso manos a la obra para “intentar retomar el control en pleno caos”.
“Entendí que esto era algo diferente y que la vida me llevó a este momento: debía documentar evidencias según la perspectiva legal y mi experiencia en violencia sexual”, explica a La Vanguardia en un despacho de Tel Aviv. Junto a más expertas, creó el “Dinah Project”, cuya misión es “recordar las atrocidades del 7 de octubre y que los perpetradores sean juzgados”.
Junto a sus compañeras, documentaron “claras evidencias de actos sexuales como tortura, violación y humillación. Incidentes de violaciones grupales ocurrieron en el festival Nova, la autopista 232 i el kibutz Re’im”, indica su web. Antes de abrir el PowerPoint, alerta de la dureza de las imágenes. Un israelí abandona la sala. “A veces me cuesta creer lo que explico, lo que le pasó a mi país. Es difícil de comprender”, reconoce.
A veces me cuesta creer lo que explico, lo que le pasó a mi país. Es difícil de comprender
Las investigadoras hallaron un patrón común: muchos cadáveres de mujeres fueron hallados parcial o totalmente desnudos, disparados y mutilados. Se estima que la masacre de Hamas acabó con más de 300 mujeres, y otras 90 fueron secuestradas en Gaza.
“Como en tiempos bíblicos, el cuerpo de la mujer fue parte de la batalla y la conquista”, cuenta. Razin investiga basándose en “cuatro pilares”: testimonios, grabaciones, información obtenida de los terroristas e informes forenses. La mayoría de las mujeres violadas fueron luego asesinadas, pero supervivientes abusadas empezaron a hablar con el paso del tiempo.
Los relatos de los paramédicos, encargados de recoger los cadáveres, así como de psicólogos que atendieron a las víctimas, fueron demoledores. Un doctor le contó que su paciente no le reconoció haber sido violada, pero “cuando recibió las pruebas de VIH y embarazo, colapsó”.
GRAF3351. ISRAEL, 26/11/2023.- Emily Hand, una rehén israelí retenida por Hamas en Gaza durante 50 días, se reúne con su padre.
Amit Susanna abrió el camino. Esta ex rehén, que al ser llevada a Gaza intentó resistir a la manada que la arrastraba, contó al New York Times los abusos sufridos en cautiverio. Tras varios días encerrada, su guardián le preguntó por su vida sexual. Ella estaba encadenada en una habitación. Él quería saber cuándo terminaría su periodo. “Al tomar prisioneras, pasan a ser su sabaya (propiedad)”, matiza.
El violador de Susanna la abusó en la ducha. “Me seguía golpeando y me puso la mano en la cara. Me arrastró hasta el dormitorio y luego exigió con fuerza que le hiciera algo sexual”, contó la ex rehén. Era totalmente dependiente de su guardián, y consciente de que “podía volver a ocurrir en cualquier momento”.
A Ilana Gritzewsky le costó más de un año revelar los abusos sufridos. “Fui liberada, pero mi alma sigue en los túneles”, reconoció a este diario. En plena lucha por lograr que su novio Matan Zangauker sea liberado, contó que tras recuperar la conciencia -quedó inconsciente por las palizas- “estaba en el suelo con siete hombres armados de pie sobre mí. Tenía la camisa levantada y los pantalones bajados”. Tras su liberación, Keith Siegel reveló que le forzaron a presenciar abusos sexuales y torturas a mujeres israelíes.
“Probablemente soy la persona que ha visto más materiales, pero no se pueden publicar. Tenemos respeto por los muertos”, reconoce Razin, quien ha tenido acceso a archivos militares restringidos. “Hay un patrón que muestra lo premeditado que fue todo”, prosigue. Muestra más fotos: mujeres calcinadas, imposibles de identificar, sin ropa interior y con las piernas abiertas.
Además de kalashnikovs, granadas o bazucas, los terroristas portaban machetes para rematar la faena. Tras la matanza, se hallaron documentos escritos en árabe, con instrucciones para pronunciar bien el hebreo. “Quítate los pantalones”, decía una frase. “Lo hicieron al estilo de ISIS, filmando sus propias atrocidades”, agrega.
La ley judía indica que los cadáveres deben ser enterrados lo antes posible. Ante el caos desatado en pleno “escenario de guerra”, muchos cuerpos fueron recogidos sin recabar pruebas. Hasta marzo de 2024, las expertas israelíes pedían en solitario al mundo que las creyeran. “Hasta que llegó Pramila Patten (oficial de la ONU) y afirmó que había indicios razonables de violencia sexual ocurrida en múltiples sitios”, comenta.
Nadie cuestionó los abusos a ucranianas o yazidíes. A nosotras, se nos pone en duda
Ayelet Razin siente enojo hacia la ONU, ya que en su reporte “balancearon” la denuncia apuntando casos de asaltos sexuales cometidos contra presos palestinos en cárceles israelíes. “No debería haber ocurrido y me avergüenza, pero no es lo mismo”, protesta. Considera que oenegés internacionales “que deberían ser imparciales” deberían haber reaccionado ante las evidencias.
Tras insistir en que “no soy indiferente a lo que sigue ocurriendo en Gaza” —van 66.225 víctimas por los bombardeos israelíes—, la investigadora alega que “lo importante es mostrar a qué enemigo nos enfrentamos y lo peligroso que es para su propio pueblo. Hay que eliminar a Hamas”, exige.
La activista recorrió el mundo para defender los derechos reproductivos en EE.UU., a las iraníes reprimidas o acudiendo a un juicio en que jóvenes israelíes fueron acusados en Chipre de violar a una joven británica. “Las organizaciones globales de mujeres no quieren vernos, no nos quieren escuchar”, lamenta.
Como feminista, considera que “nos dieron la espalda y piezas de mi identidad se derrumbaron”. Para Razin, no va de ser proisraelíes o propalestinos: “supuestamente debería ser fácil de creer. Nadie cuestionó los abusos a ucranianas o yazidíes. A nosotras, se nos pone en duda”.


