El plan de paz para Gaza que se discute esta semana en Egipto –y del que se acaba de acordar una primera fase– lleva la firma de Donald Trump, pero sus arquitectos son las dos personas que representan a EE.UU. en las negociaciones entre Israel y Hamas: Steve Witkoff y Jared Kushner.
Según medios como The Financial Times , ambas figuras –que ayer llegaron a Sharm el Sheik para dar un impulso a las conversaciones– se encargaron de diseñar la propuesta de veinte puntos que el presidente estadounidense hizo pública la semana pasada en el despacho oval junto a Beniamin Netanyahu. De acuerdo con estas informaciones, Witkoff fue el responsable de trazar las líneas generales del plan, mientras que Kushner se encargó de pulir los detalles.
Los dos enviados de la Casa Blanca a Egipto tienen mucho en común. Además de formar parte del círculo más cercano de Trump, ambos profesan la fe judía, son multimillonarios y han tejido estrechas relaciones empresariales con Oriente Medio.
Conflicto de intereses
Ambos han recibido el apoyo financiero de las monarquías árabes para llevar a cabo sus proyectos privados
Nacido en el Bronx en 1957, Witkoff es amigo del presidente desde hace décadas. Su relación se fraguó en el Nueva York turbocapitalista de la década de los ochenta. Como Trump –al que considera su maestro–, Witkoff se hizo de oro en el sector inmobiliario; y al igual que el republicano, acabó colocando a sus hijos en sus negocios.
Durante el primer mandato de Trump, Witkoff tuvo un papel secundario en la Casa Blanca, como mero asesor económico; pero en esta segunda etapa ha adquirido un mayor protagonismo, actuando como una especie de secretario de Estado en la sombra. Él es el representante de Washington en Oriente Medio, y también se encarga de supervisar el diálogo con Rusia para poner fin a la guerra de Ucrania. Es la recompensa a una lealtad a prueba de bombas: Witkoff no ha dudado en respaldar a Trump en todos sus embrollos judiciales.
Por su parte, Kushner, de 44 años de edad y originario de Nueva Jersey, es el marido de la segunda hija del presidente, Ivanka. El matrimonio gozó de una posición privilegiada en la anterior Administración Trump: entonces ella ejercía como asesora presidencial, mientras que él se encargaba de las relaciones con Oriente Medio. De hecho, Kushner, muy próximo a Netanyahu, fue uno de los principales artífices de los acuerdos de Abraham, que buscaban acercar a Israel a los países árabes. Una operación política de gran calado, llamada a alterar los equilibrios de la región, que Hamas quiso frustrar con su ataque del 7 de octubre.
Kushner y Witkoff, el pasado 29 de septiembre, en la Casa Blanca
Tanto Kushner como Witkoff comparten con Trump la idea de convertir Gaza en una nueva Riviera del Mediterráneo, abierta a la inversión extranjera. Para ellos, la pacificación de Oriente Medio no es solo un objetivo diplomático: también puede suponer un negocio muy lucrativo.
Witkoff hace tiempo que tiene intereses empresariales en la región. Las monarquías del golfo Pérsico le han ayudado a financiar algunas de sus operaciones inmobiliarias más sonadas. Por ejemplo, en el 2013 adquirió un hotel en Nueva York con dinero de los Emiratos Árabes Unidos, y poco después vendió el edificio a un fondo qatarí. Y una investigación de The New York Times reveló recientemente que, mientras Witkoff trabajaba en las negociaciones de alto el fuego entre Israel y Hamas, su hijo Alex estaba intentando convencer a Qatar –uno de los mediadores más activos en la crisis de Gaza– para que inyectara miles de millones de dólares en un fondo inmobiliario en EE.UU.
Kushner también debe parte de su fortuna al dinero árabe. El respaldo financiero del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, fue clave para hacer viable el fondo de inversión que creó tras su salida de la Casa Blanca, Affinity Partners, una firma con capital en varias empresas israelíes. A finales de septiembre, Kushner recurrió de nuevo a la monarquía saudí para llevar a cabo la compra del gigante de los videojuegos Electronic Arts, convertida en la mayor adquisición de la historia de Wall Street.
Eso no es todo: las familias Witkoff y Kushner son además socias de la empresa de criptomonedas World Liberty Financial, que el pasado mayo recibió una inversión multimillonaria de los Emiratos Árabes. Un apoyo económico que llegó justo antes de que Trump prometiera a este país que podría acceder al mercado estadounidense de semiconductores.
Pocas evidencias más claras de que, para la actual Casa Blanca, todo es susceptible de ser monetizado.


