Miles de palestinos arriesgan su vida para entrar a trabajar a Israel

Cisjordania ocupada

EMBARGADO (Internacional) HASTA 26 OCTUBRE 2025 Near Ramallah ... Palestinian workers crowd onto the wooden ladder to scale the wall. There can be thousands of them attempting the operation, which usually results in the arrival of the army, which does not hesitate to shoot or make arrests.
Des travailleurs palestiniens se pressent sur l’echelle de bois pour escalader le mur. Ils peuvent etre mille a tenter l’operation qui se solde, la plupart du temps, par l’arrivee de l’armée qui n’hesite pas a tirer ou a proceder a des arrestations.

El reportaje gráfico de Laura Aruallan documenta cómo los empleados, en situación irregular desde que Netanyahu revocó los permisos laborales, se ven forzados a saltar el muro de separación 

El 7 de octubre de 2023, más de 115.000 trabajadores de Cisjordania vieron revocados automáticamente sus permisos de trabajo en Israel. Desde entonces, miles de palestinos, que de la noche a la mañana se encontraron en situación irregular, arriesgan sus vidas saltando el muro de separación para sostener a sus familias, a pesar del riesgo de ser abatidos. Por parte israelí, las consecuencias de la exclusión de los trabajadores palestinos ponen en peligro varios sectores económicos.

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Soldados israelíes patrullan de noche en una aldea palestina como parte de la estrategia militar llamada 'show presence' 

Aruallan / Otras Fuentes

Nada disuade a los trabajadores de saltar, excepto la muerte. «Me detuvieron, me golpearon, me vendaron los ojos y luego me llevaron junto con otras cuarenta personas a un lugar desconocido, donde permanecimos sentados en el suelo, al aire libre, sin nada que beber durante seis horas. Luego nos subieron a un autobús y nos dejaron en un puesto de control. Allí pude llamar a mi familia, que vino a recogerme», explica Samir, de 33 años, que fue detenido por el ejército israelí tras saltar el muro para ir a trabajar a Israel.

Padre de tres hijos, Samir (nombre modificado, como el de todos los trabajadores que hablan en este reportaje) no dudó en volver a intentarlo tres días después. «Tengo que mantener a mi familia, ¿qué otra cosa puedo hacer?». Samir cuenta que en otra ocasión, un soldado le dijo magnánimamente «tengo órdenes de matarte» antes de que lo llevaran de vuelta al puesto de control.

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Un niño palestino habla a través del móvil con su padre, que trabaja está en Israel. Arriba, miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)

Aruallan / Otras Fuentes

En el punto de mira de Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas de Israel, responsable de la administración civil de la Cisjordania ocupada, que proclama a los cuatro vientos que la anexión está en marcha, el territorio vive a ralentí. Según la Federación General de Sindicatos Palestinos, la prohibición de trabajar en los sectores de la construcción, la agricultura, la industria y los servicios en Israel desde el 7 de octubre ha provocado un aumento vertiginoso del desempleo y ha causado una pérdida mensual de aproximadamente 1.250 millones de shekels (unos 320 millones de euros) a la economía palestina.

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Vista aérea del muro de separación entre Cisjordania e Israle, que tiene una altura de nueve metros de hormigón

Aruallan / Otras Fuentes

En el marasmo reinante, escalar el muro, esa estructura de hormigón de 9 metros de altura coronada por alambre de púas, es una cuestión de supervivencia para miles de trabajadores. También es un riesgo mortal, ya que el ejército, dotado de sistemas de vigilancia de última generación, interviene rápidamente. Uno de los pasadores encargados de vigilar el muro cuando los hombres suben por la escalera confiesa: «Pueden resultar heridos, pueden morir, depende de la situación. Aunque el ejército sabe que se trata de trabajadores, sigue disparándoles sin que representen ninguna amenaza».

Sin alternativa

Samir fue detenido y, antes de ser liberado, un soldalo le dijo que tenía órdenes de matarlo. Sigue saltando el muro:  «Tengo que mantener a mi familia, ¿qué otra cosa puedo hacer?»

Moatasim, de 34 años, también recibió una notificación de cancelación de su permiso de trabajo el 7 de octubre. No pensaba que el conflicto duraría tanto. Pero, como padre de familia, tras diez meses sin ingresos y en una región donde el desempleo alcanza el 40 %, consideró que no tenía otra opción. Tiene que ir a trabajar. Nunca sabe cuándo recibirá la llamada del traficante para partir. No despierta a sus hijos, sino que los llama cuando llega sano y salvo al lado israelí. Dado el peligro, no puede volver todas las noches como hacía antes. Puede pasar varios meses sin regresar a casa, viviendo hacinado en una habitación en Israel con otros 10 trabajadores que, como él, se han convertido en ilegales.

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Djamila y su hijo miran en dirección al muro de separación sin saber nada de la suerte de su marido, que ante regresaba cada tarde de Israel

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Abu Sameh tiene 76 años. Ha trabajado toda su vida en Israel como electricista. Padre de diez hijos y abuelo de veinte nietos, prohíbe a sus hijos saltar el muro, ya que es demasiado peligroso. Es él quien se sacrifica por sus treinta bocas que alimentar. Explica que tiene menos posibilidades de ser detenido en el lado israelí debido a su avanzada edad. Pero en su último intento, se cayó del muro y se lesionó la pierna. Ya no puede ir a trabajar.

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Abu Sameh, de 76 años, cayó mientras trepaba por el muro y ya no puede trabajar.

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Por parte israelí, la escasez de trabajadores palestinos ha dañado parte de la economía. Los sectores de la construcción, la agricultura y la industria pierden 3.100 millones de shekels al mes (aproximadamente 790 millones de euros), según Eliyahu Revivo, diputado y presidente del Comité Especial de Trabajadores Extranjeros creado por la Knesset, según un balance de 2024. El Gobierno de Benjamin Netanyahu ha intentado encontrar una solución duplicando la cuota de visados para trabajadores extranjeros hasta alcanzar los 330.000. La idea subyacente es sustituir definitivamente a la mano de obra palestina. Pero las empresas se quejan.

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Uno de los agujeros del muro por donde cruzan clandestinamente los trabajadores palestinos, como se ve en la imagen de arriba que abre este reportaje

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El 14 de julio de 2024, miembros de asociaciones de constructores israelíes, que buscaban reintegrar a los palestinos que habían trabajado para ellos durante muchos años, testificaron ante el Comité, insistiendo en que los trabajadores extranjeros llegaban en cantidades muy inferiores a las necesidades y no cumplían con los estándares profesionales.

David Cohen, miembro de la asociación de empresas de renovación, testifica: «[Los trabajadores palestinos] que llevan 20 años trabajando con nosotros nos llaman y nos suplican que les dejemos venir a trabajar. (...) Los trabajadores extranjeros no nos sirven para nada».

Ran Cohen tuvo la misma experiencia: «Soy empresario de reformas, especializado en impermeabilización (...) Al comienzo de la guerra, tenía a mi lado a 14 palestinos que llevaban unos 18 años conmigo, un equipo muy profesional. (...) Pero una mañana te despiertas y ya no tienes tienda, ya no tienes nada que vender». Y Eran Siv, presidente de la asociación, añade: «La gente se derrumba, la gente quiebra, los cheques vuelven porque no tienen empleados».

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El presidente del Comité se indigna cuando Meir Shemesh, presidente de la asociación de empresas de andamios, indica que 40.000 trabajadores palestinos saltan el muro de separación para trabajar y duermen en Israel. Le insta a excluir a los miembros de las asociaciones que los emplean «en negro». Pero Meir Shemesh explica: «Hace solo un mes, me decía: «¿Cómo se puede hacer algo así? Es inaceptable». [Pero] han puesto a la gente (N. de la R.: los empresarios) en una situación de endeudamiento, la gente necesita pan, han hipotecado sus casas y el Estado hace la vista gorda. Si el Estado no quisiera, esto no ocurriría, así que digamos la verdad, el Estado lo quiere».

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Rami, de 3 años, en brazos de su madre. Su padre ha salido a trabajar temprano a Israel. Nunca se despide, solo avisa cuando llega sano y salvo a su lugar de trabajo.

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Desde entonces, el comité especial y los distintos ministerios implicados trabajan sin descanso para traer mano de obra del extranjero: reuniones cada dos semanas; firma de acuerdos bilaterales; envío de emisarios a la India, Sri Lanka, Moldavia y China para reclutar personal y ofrecer programas de formación y visados acelerados. Pero pasan los meses y el comité sigue empantanado en diversos problemas: lentitud burocrática, presupuesto, selección de trabajadores, formación, gestión de las llegadas, deserciones e incluso alcoholismo de los extranjeros.

Treinta bocas que alimentar

Abu Sameh tiene 76 años y  es padre de diez hijos a los que prohíbe saltar el muro; es él quien se sacrifica y explica que tiene menos posibilidades de ser detenido por su edad

Durante una reunión de seguimiento en febrero de 2025, el presidente de la sesión recordó que el 12 % de las empresas de renovación habían cerrado desde el 7 de octubre, que muchas de las que se mantenían en pie tenían que rechazar pedidos por falta de mano de obra, mientras que en el norte, el 86 % de los edificios que necesitaban una renovación como consecuencia de la guerra seguían sin ser atendidos.

Nunca se menciona la posibilidad de impulsar la reincorporación de los palestinos. Se trata de un círculo vicioso en el que todos salen perdiendo: unos arriesgan su vida para trabajar, otros se exponen a sanciones o cierran sus negocios por falta de mano de obra.

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