EE.UU. realiza el mayor despliegue militar en el Caribe que se recuerda

El presidente, en pie de guerra

Trump dice que pronto habrá acciones terrestre en Venezuela contra los narcos

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El ‘USS Gerald Ford’, maniobrando con la ayuda de remolcadores, en una imagen del 2016

Handout . / Reuters

Hace unos días, ya en plena caza de supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico, lo que algunos califican de “ejecuciones extrajudiciales”, el vicepresidente J.D. Vance tuvo una respuesta para esos críticos.

“Me importa una mierda cómo lo llames”, respondió a la pregunta de que hay quien describe esas operaciones como “crímenes de guerra”.

Desde entonces, el hundimiento de embarcaciones de presuntos narcotraficantes, sin presentar prueba alguna, ha ido a más. Que se sepa, el balance hasta este sábado era de diez botes destruidos y 43 muertos. No se olvide que la condena en Estados Unidos por tráfico de drogas es de tiempo en prisión y no de pena capital.

La cuestión trasciende a esa crónica de sucesos. Donald Trump, el presidente pacificador, toca tambores de guerra, mientras su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, acusó a Washington de “inventarse” conflictos bélicos.

“Vamos a ver qué pasa con Venezuela”, comentó Trump este sábado durante su vuelo rumbo a Malasia. “Hemos parado todas las drogas que venían por mar y muy pronto vamos a parar todas las drogas que vienen por tierra. Lo veréis comenzar porque ellos no lo quieren hacer. No van a llegar drogas a nuestro país, como hemos parado que nos enviaran prisioneros o drogadictos”, insistió.

“No tengo un dólar ni ganas de hacer negocios en EE.UU.” responde Petro a las sanciones de Trump

Washington reitera que ofrece 50 millones de dólares por pistas para la detención de Maduro y la apuesta subió este viernes al imponer sanciones al presidente de Colombia, Gustavo Petro, y su familia. “El presidente de Colombia es un narcotraficante”, repitió Trump.

Petro no dio la sensación de estar preocupado. Replicó en un discurso en Bogotá que no posee ni bienes ni cuentas en ese país. “No tengo un dólar, ni ganas de hacer negocios en EE.UU.”, proclamó.

Pero el asunto ha tomado un cariz más peligroso con el envió a la zona del USS Gerald Ford , uno de los portaviones más modernos y avanzados tecnológicamente de la Armada estadounidense. Va acompañado de tres a cinco destructores y se espera que llegue a las aguas sudamericanas en un plazo de siete a diez días, en función de la velocidad y condiciones meteorológicas en su desplazamiento desde el área mediterránea de Croacia. Su dotación es de unos 5.000 hombres y llegarán a una zona donde EE.UU. cuenta ya con ocho buques, un submarino nuclear, bombarderos B-1 y alrededor de 10.000 efectivos. Se trata de un despliegue sin parangón en la historia reciente para una región relativamente tranquila, sin el peligro del polvorín de Oriente Medio.

“Al sumar el Ford a las fuerzas ya existentes, se crea un grupo de combate naval único y poderoso en el Caribe que recuerde en mi memoria”, sostuvo en The New York Times el almirante James Starvridis, ex jefe del comando sur de EE.UU., ahora retirado.

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Todo esto supone, además, un giro en los objetivos y las perspectivas de Washington. El despliegue del portaviones subraya esa modificación en las prioridades de seguridad nacional, más centrada en la patria estadounidense el hemisferio occidental. Como dijo Pete Hegseth, secretario del Departamento de Guerra, los narcotraficantes son en la actualidad los nuevos combatientes islamistas, que no deja de ser otra manera de justificar las muertes sumarísimas.

Jack Goldsmith, profesor de la Facultad de Derecho de Harvard y ex abogado principal del Departamento de Justicia en el gobierno de George W. Bush, explicó en el Times las diferencias entre gobiernos.

“Nixon intento mantener sus crímenes en secreto y la administración Bush ocultó las torturas, y ese secreto reconoció la norma de que estas cosas estaban mal. Trump, como suele hacer cuando infringe las leyes o las normas, está actuando públicamente y sin vergüenza ni inquietud”, subrayó. “Esta es una manera exitosa de destruir la eficacia de las leyes”, insistió.

Sin embargo, en un paso más allá, la campaña ha escalado sobre todo contra Venezuela y esto se observa como un intento de provocar un cambio de régimen, en parte causando un cerco que lleve a las fuerzas militares venezolanas a derrocar al presidente chavista.

Lo que está claro para los analistas es que el hundimiento de botes y el gran despliegue militar significan una transformación drástica en el enfoque estadounidense en esa región, uno que amenaza muchas de las asociaciones en las que la Casa Blanca ha confiado durante mucho tiempo.

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