Paul Biya, un anciano eterno para Camerún

Historias del mundo

A sus 92 años y con 43 en el poder, ha sido reelegido para siete años más; el presidente más viejo del mundo reinaría hasta los 99

Cameroonian President Paul Biya, 92, who is seeking an eighth term, casts his ballot while his wife Chantal watches during the presidential election in Yaounde, Cameroon October 12, 2025. REUTERS/Zohra Bensemra TPX IMAGES OF THE DAY

Paul Biya, junto a su mujer Chantal, el día de las elecciones del 12 de octubre, tachadas de irregulares por la oposición.

Zohra Bensemra / Reuters

De una remota aldea en la selva ecuatorial del sur de Camerún al lujo de un hotel de cinco estrellas en Suiza. Una línea invisible une desde los extremos los inicios de aquel joven estudioso bautizado como Paul Barthélemy Biya, que iba para sacerdote como fórmula para sortear la pobreza familiar, y el hombre que el lunes fue proclamado vencedor de las elecciones camerunesas y se convirtió, a sus 92 años, en el jefe de Estado más anciano del mundo. Entremedio y a lo largo de esa línea vital personal, hay trazada una historia de ambición desmedida, liderazgo de puño férreo y pasión por el lujo. Biya, al mando desde 1982 y que, si cumple su octavo mandato, estará al frente del país centroafricano hasta los 99 años, ha recibido a lo largo de su vida varios sobrenombres como el Hombre León , el Presidente Eterno o, debido a sus constantes ausencias del país para realizar viajes vacacionales, el Presidente Ausente . Esas ausencias definen en buena parte su mandato. Para Biya, Camerún es suyo: una investigación de la organización estadounidense Proyecto sobre Crimen Organizado y Corrupción (OCCRP en sus siglas en inglés) calculó que en sus primeros 36 años al frente del país pasó al menos cuatro años y medio en el extranjero, en viajes privados, principalmente en hoteles de lujo en Suiza, adonde iba acompañado de su esposa Chantal y medio centenar de consejeros, amigos y sirvientes. La organización calculó que en esos viajes de placer –no computó ningún viaje oficial en su investigación– la factura superó los 156 millones de euros. La denuncia pública no afectó lo más mínimo al presidente de Camerún, donde cuatro de cada diez personas son pobres. Al revés. El año pasado se ausentó hasta seis semanas seguidas del país, lo que incluso disparó el rumor de que había fallecido.

Su gusto por el lujo está a la altura de su indiferencia ante la transparencia democrática. Su victoria anunciada el lunes con el 53% de los votos fue calificada de “ficticia” y “amaño” por la oposición y provocó manifestaciones de rabia por todo el país. El temor al pucherazo se extendía desde semanas antes. Su máximo rival, Maurice Kamto, ni siquiera pudo presentarse porque su candidatura fue rechazada. El filósofo e historiador camerunés Achille Mbembe cargó contra Biya. “No hay victoria. Hablar de victoria en relación con esta farsa es una contradicción; ha habido un secuestro, una violación de la voluntad popular. En realidad, nunca ha habido elecciones libres y democráticas en Camerún desde la época colonial; estamos presenciando la misma farsa”.

Paul Biya, el único presidente que ha conocido la gran mayoría de la población –la media de edad en Camerún es de 19 años– y el segundo desde su independencia de Francia, ha sabido mantenerse en el poder gracias a su ansia por controlar en corto a sus enemigos y castigar las voces críticas. Pese a hacer gala de un perfil afable y discreto, con pocas apariciones públicas, se cuentan por decenas los periodistas, opositores y activistas encarcelados o desaparecidos tras criticar al gran líder.

Maestro del divide y vencerás, el líder camerunés mantiene buenas relaciones con Francia y China

Para el analista David Kiwuwa, Biya ha creado a lo largo de las décadas una red de poder que ha permitido la supervivencia del régimen. “Sencillamente, el sistema ha sido diseñado para servir a los intereses de Biya. Con el control gubernamental de los medios de comunicación, los recursos y las instituciones judiciales y electorales, es improbable que la oposición pueda lograr un cambio”, escribió en The Conversation .

Su pragmatismo en las relaciones internacionales también es clave para entender su longevidad en el cargo, solo superada por su homólogo de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, de 83 años y que alcanzó el poder en la excolonia española en 1979. Aunque en los últimos años se ha acercado a China, Biya ha sido siempre un aliado estrecho de Francia desde que en 1952 fue a estudiar a París y fue abrazado por las élites políticas francesas. Gran deportista durante la mayor parte de su vida –hasta hace pocos años solía salir a correr por las mañanas y jugar a tenis de forma recurrente–, Biya también ha mantenido lazos firmes con Alemania o, especialmente por cuestiones de seguridad, con Estados Unidos.

Maestro del divide y vencerás, Biya escaló en sus años de juventud como un consejero fiable del primer presidente del país, Ahmadou Ahidjo. Sus colegas en aquella época le definen como alguien “leal”, “discreto” y “diligente”. También despiadado: cuando en 1982 Ahidjo le nombró su sucesor y, por motivos de salud, le cedió la presidencia, Biya se aferró al sillón presidencial y no hizo amigos. Poco después, Ahidjo le acusó de querer instaurar un régimen policial en Camerún y Biya le señaló como el líder de una conspiración para derrocarlo, y el expresidente fue condenado a cadena perpetuain absentia.

Aunque la oposición calificó de “farsa” las elecciones, Biya inicia su octavo mandato consecutivo

Su intención de permanecer en el poder tiene raíces profundas. En el 2008 impulsó una enmienda constitucional para eliminar los límites a los mandatos presidenciales, que habían sido introducidos durante su propio reinado. A pesar de las protestas que estallaron por todo el país, el cambio se llevó a cabo, y desde entonces el presidente puede presentarse indefinidamente.

El descontento social por el último pucherazo electoral, las altas tasas de desempleo (de más del 40%) o la inseguridad y represión en el norte y el oeste del país no parecen hacer temblar al eterno presidente discreto. Para Michel-Roger Emvana, autor de la biografía de Biya, Los secretos del poder , la discreción del líder camerunés es una herramienta de poder. “Biya lleva una vida aislada, lo que deja muchas preguntas sin respuesta. Solo trabaja con figuras en las sombras”.

Para Biya, la discreción y la mano dura son el secreto para la eternidad.

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