Los aliados europeos no desesperan. En un maratón diplomático que dura ya meses, insisten en tratar de convencer a Trump para que acepte pactar una posición común -incluida Ucrania- ante Putin sobre las condiciones para poner fin a la guerra. Steve Witkoff, enviado especial del presidente estadounidense, y el yerno de este, Jared Kushner, mantendrán encuentros en Berlín este domingo, antes de reunirse el lunes con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y los líderes de Alemania, Francia, el Reino Unido y los máximos cargos de la UE y la OTAN.
Fuentes del Elíseo dejaron muy claro el viernes, de manera repetida, que la prioridad absoluta de los aliados europeos y de Ucrania es conseguir “una base común” con Estados Unidos centrada en las garantías de seguridad que recibirá Kyiv después de la eventual firma del alto el fuego. Estas garantías para disuadir a Moscú de volver a atacar a su vecino en el futuro son, para los europeos, el punto número uno de las discusiones. Solo después de pactar este asunto se puede hablar de arreglo territorial, entrada futura de Ucrania en la UE u otras cuestiones. Por ahora Trump, acostumbrado a la dialéctica transaccional propia del mundo inmobiliario, se centra en los territorios, pero los europeos no ceden porque desconfían por completo de Putin y temen dejar a Ucrania indefensa. Su esperanza es que los planteamientos en ambas orillas del Atlántico acaben convergiendo.
Putin saluda a Steve Witkoff, delegado de Trump en las negociaciones, el pasado verano
“Hace falta una plena visibilidad sobre las garantías de seguridad que pueden dar los europeos y los estadounidenses a los ucranianos antes de cualquier compromiso sobre las cuestiones territoriales”, recalcaron desde el palacio presidencial.
Francia y algunos de sus aliados de la Coalición de Voluntarios, entre ellos Gran Bretaña, están dispuestos a desplegar tropas, un plan por ahora rechazado de plano por el Kremlin.
La UE decide congelar los activos rusos a pesar de la oposición de Hungría, Chequia y Eslovaquia
¿Qué papel tendría Estados Unidos como garante? Los europeos no concretan los detalles, pero proponen que Washington, además de la esperada cobertura logística, de comunicaciones e inteligencia por satélite, acepte “una especie de artículo 5” (la defensa mutua vigente en la OTAN) para proteger a los aliados desplegados. De facto, eso significaría la defensa también del territorio ucraniano. En París hablan de tres líneas de defensa, la ucraniana, la de tropas europeas y la estadounidense “para que Rusia entienda que si reinician la guerra tendrán enfrente a norteamericanos, europeos y a un ejército ucraniano muy bien equipado”.
Merz, Starmer, Zelensky y Macron, en Londres el pasado 8 de diciembre
La obsesión de los europeos es convencer a Trump sobre este escenario y que este presione a fondo a Putin para aceptarlo. Se deduce que, si sale este plan, condición sine qua non para seguir avanzando, podría haber más flexibilidad para buscar una entente en temas como el estatus de los territorios en disputa y otras cuestiones.
Como medida adicional de presión a Moscú, los socios de la UE decidieron finalmente la inmovilización los activos rusos (210.000 millones de euros). Para escapar a la norma general de la unanimidad se recurrió al artículo 122 del tratado de la UE que prevé decidir por mayoría es caso de crisis aguda que haga peligrar la estabilidad económica. La argucia jurídica fue criticada por los socios más rusófilos: Hungría, Eslovaquia y Chequia.
El presidente turco, Erdogan, expresó ayer su optimismo y anticipó, tras reunirse con Putin en Turkmenistán, que “la paz no está lejos. Erdogan hizo hincapié en la libertad de navegación en el mar Negro y en que este no se convierta en campo de batalla entre rusos y ucranianos.
Soldados alemanes ayudarán a fortificar la frontera polaca con Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado
Alemania, mientras, ha decidido enviar, a partir de abril del año que viene y hasta finales del 2027, un pequeño contingente de soldados a Polonia para ayudar al vecino y aliado de la OTAN a fortificar -con trincheras, obstáculos antitanque, alambre de espino y otros elementos– su frontera oriental, la que limita con Bielorrusia y con el enclave ruso de Kaliningrado (la antigua Königsberg, en Prusia oriental, un territorio cedido a los soviéticos tras la II Guerra Mundial). El despliegue alemán, aunque muy limitado, es simbólico de la tensión con Rusia. El Bundestag -cámara baja del Parlamento- no necesita en principio autorizarlo por no ser una misión armada en el extranjero y, en teoría, no estar expuesta a ataque.
En el frente ucraniano, la batalla psicológica y de propaganda continúa para influir en la mesa diplomática. Zelenski se desplazó a la ciudad de Kupiansk (región de Jarkiv), cuya conquista fue reclamada hace unos días por Putin. El presidente ucraniano, con chaleco antibalas, se grabó con el móvil a 2,6 kilómetros de la plaza central, donde aún se combate, y ante un cartel informativo. “Los hechos hablan por sí solos”, dijo Zelenski, que asumió el riesgo al adentrarse en la “zona de la muerte”, al alcance de la artillería y de los drones rusos.

