Ahmed al Ahmed no sabía que su plan de café cerca del mar lo acabaría convirtiendo en héroe nacional de Australia. El domingo por la tarde, cuando paseaba con un amigo cerca de la playa Bondi de Sídney, este padre de familia de 43 años vio cómo dos hombres abrían fuego contra los asistentes a una celebración por Janucá. Ahmed decidió intervenir: se lanzó contra uno de los atacantes y forcejeó hasta que le arrebató el arma, con el que ya se había herido a decenas de personas. Por el momento, el atentado -del que, según el gobierno australiano, son sospechosos un padre y un hijo por motivos “ideológicos”- se ha cobrado 15 vidas, entre ellas la de una niña de diez años.
Su actuación le ha granjeado a Ahmed alabanzas de todo el mundo. “Hay muchas, muchas personas vivas esta noche gracias a su valentía”, elogió poco después Chris Minns, primer ministro de Nueva Gales del Sur, estado del que Sídney es capital. Minns también llamó a su vecino “un auténtico héroe”. Pero los reconocimientos franquean la frontera australiana. Donald Trump ha calificado al padre de familia de Sídney “un hombre muy, muy valiente”, y en la prensa hebrea se plantean premiarlo con el título Justo entre las Naciones, que hasta ahora el Estado israelí se ha reservado para personas no judías que ayudaron a víctimas del nazismo durante el Holocausto.
Pero a este ciudadano australiano también lo celebran en la tierra que lo vio nacer. A 14.000 de distancia de Sídney, un hombre con los mismos ojos claros que Ahmed ha seguido cada segundo de su beatificación. Es Mohamed Abdulhadi al Ahmed, tío del nuevo héroe nacional australiano. Atiende al teléfono desde Al Nayrab, el pueblo del norte de Siria que vio crecer a su sobrino. “No hablamos de otra cosa. Nos ha hecho sentir orgullosos como pueblo, como sirios, como musulmanes y como personas. Es el orgullo de la humanidad. Su acto heroico da un mensaje necesario a todo el mundo: los sirios somos gente de paz”, dice Mohamed.
El último año, los vecinos de esta aldea al sudeste de Idlib han tenido un respiro por primera vez en 14 años de conflicto. Durante la guerra en Siria, Al Nayrab hizo de frontera entre la zona rebelde y la controlada por Bachar al Asad. El pueblo, conocido por sus olivares y sus higueras, se convirtió pronto en objetivo de intensos bombardeos de los ejércitos sirio y ruso. “Perdimos a mucha gente”, lamenta el tío de Ahmed. Del mismo modo, de Al Nayrab salieron hace ya más de un año buena parte de los destacamentos de Hayat Tahrir al Sham que acabaron derrocando a Asad en Damasco el 8 de diciembre del 2024.
El héroe de Bondi no vivió la guerra. Emigró en el 2006 a Australia, donde empezó trabajando en la policía y en las fuerzas de seguridad centrales. Ahora, Ahmad regenta una frutería en Sutherland, un barrio de clase media 26 kilómetros al sur de Sídney. Hace pocos meses, las condiciones en su Siria natal permitieron el reencuentro con sus padres, a los que no veía desde hacía dos décadas y que, por suerte, lo están pudiendo acompañar en su recuperación.
“Recibió entre cuatro y cinco disparos en el hombro, y varias de las balas aún permanecen alojadas en su cuerpo”, actualizó la tarde del lunes su padre, Mohamed Fateh al Ahmed, desde el hospital San Jorge de la ciudad australiana. El primo de Ahmed, que también vive en Australia, dio parte de la conversación que tuvo con el frutero en el posoperatorio: “Dios todopoderoso me dio el coraje [de abalanzarme sobre el atacante], sentía que estaba corriendo hacia él”.
El hospital de San Jorge de Sídney no solo congrega estos días a la familia de Ahmed. Los últimos dos días, han dejado flores alrededor del edificio decenas de australianos -judíos y no judíos- que agradecen al padre de familia su valentía. En internet, una recaudación de fondos global ha conseguido en menos de 48 horas más de un millón de dólares para el frutero. En Al Nayrab, su tío Mohamed bromea: “Ojalá nos envíe una parte”.
