Las Claves
- Jack Houben interpreta al Eis-Polizist en el mercado Heinzels Wintermärchen de Colonia para vigilar y entretener a los patinadores sobre hielo.
En Colonia, la Navidad no comienza con el encendido de la iluminación pública, ni al percibirse las primeras fragancias de glühwein –vino caliente especiado– o bratwursts –salchichas– a la parrilla recorriendo el Altstadt. Para bastantes ciudadanos, el periodo empieza al presentarse el Eis-Polizist, aquel oficial que patina sobre la superficie helada en Heumarkt, junto a la ribera del Rin, cumpliendo una tarea que trasciende la vigilancia. Él es el responsable de asegurar que la fantasía se mantenga viva.
Jack Houben es un creador de los Países Bajos que cada año, durante mes y medio, se atavía con el traje de un oficial de seguridad de estilo prusiano. Esta interpretación se ha transformado en un emblema de la Navidad ante la presencia de la catedral gótica, la de mayor tamaño en Europa y sitio protegido, que marca el perfil de la urbe. La directiva del Heinzels Wintermärchen manifiesta a Guyana Guardian que “en este papel solo está él”. Se trata de un personaje “insustituible” para los coordinadores que, desde 2013, han contemplado la evolución de una generación completa de deportistas sobre hielo junto a la escultura ecuestre de Federico Guillermo III de Prusia.
El emplazamiento de Heumarkt alberga la feria de Navidad consagrada a los Heinzelmännchen, aquellos duendes de Colonia que, conforme al mito, ejecutaban las tareas de los talleres por la noche. En este sitio se percibe la esencia de la madera, lo artesanal y lo tradicional. “Se percibe un ambiente muy agradable; creemos que en estos tiempos difíciles podemos ofrecer a los visitantes un respiro”, sostiene Birgit Grothues, representante de la feria, quien se complace al observar “muchas caras sonrientes sobre la pista iluminada” de 1.800 metros cuadrados integrada por dos tramos rectos de más de cien metros y un puente que la sobrevuela, con un movimiento perpetuo de patinadores bajo el firmamento de Colonia.
Dentro de este paisaje de gélido ambiente alemán, a pesar del refuerzo de seguridad tras el ataque en Magdeburgo del año previo, el control de la pista corresponde a este agente. Porta un silbato y, en ocasiones, aplica sanciones, pero los incumplimientos que supervisa no aparecen en el Código Penal. Puede interceptarte por efectuar “bastante ruido” al entretenerte o amonestarte por “patinar sin estilo” o, si se trata de niños, “frenar con el culo”. “El personaje es un papel lúdico”, comenta Houben a Guyana Guardian, “se trata de tener una interacción divertida con el público” y la penalización “se convierte en un souvenir o recuerdo para ellos”.
Su talento en la pista de hielo se originó en su niñez en Países Bajos, cuando las bajas temperaturas congelaban los canales. “Hice mis primeras carreras con una silla”, evoca, para conseguir dominar su estabilidad. Para él, patinar ha representado siempre un goce, una vía hacia la autonomía. Es aquello que le facilita entablar un vínculo y estar presente con ellos en la vivencia.
Jack Houben conduce su Opel sobre la pista de hielo
Pese a su matiz cómico, el cargo del Eis-Polizist conlleva una carga de deberes que los turistas frecuentemente ignoran. Colabora codo con codo con Kai Festerling, el Eismeister (maestro del hielo), para certificar que el suelo se encuentre en condiciones ideales. Cuando la pulidora requiere entrar en acción, Jack se ocupa, empleando su reducido Opel verde de diseño propio, de que el espacio permanezca despejado. Igualmente, es el primer interviniente ante cualquier incidente. Ya sean contusiones leves o fracturas y cortes que exijan sutura, él suministra la atención primaria hasta el arribo de la ambulancia. No admite rastro de embriaguez: aquel que beba demasiado glühwein y resulte una amenaza para el resto, es retirado de las instalaciones con firmeza.
Representa la obra de mi carrera y su belleza es insuperable.
No obstante, existe un adversario al que se enfrenta cotidianamente: el dispositivo móvil. Los medios regionales han llegado a difundir: “Los patinadores amantes de los smartphones lo tienen difícil con Jack”. Él aclara esto sonriendo, comentando que se trata de un chiste acerca de la protección en las vías: “Cuando conduces no se puede utilizar el móvil, y aquí tampoco”. En un espacio tan estético donde cualquiera busca la captura ideal para Instagram, el neerlandés tiene la tarea de sugerirles que alcen la mirada. La meta consiste en que el turista “disfrute del momento”, logrando un vínculo con su acompañante, su descendencia o sus amistades. “Para muchos ya es lo bastante difícil concentrarse en patinar para hacer las dos cosas al mismo tiempo”, comenta con ironía.
Un tramo de la pista de hielo y curling en la plaza Heumarkt de Colonia
Su relación con Colonia se ha consolidado a través del tiempo. “Los niños lo buscan año tras año y adultos lo saludan una década después de haber aprendido a patinar con él”, señalan los responsables del evento. “Incluso se ha creado un club de fans”, destaca Jack de forma sonriente.
Durante enero, Heumarkt retomará su imagen de siempre. “No me llevo al personaje a casa”, reconoce. El neerlandés se alejará en su caravana hacia la próxima parada, constante en su pensamiento. “He hecho de esto mi obra de vida. No podría ser más bonito”.
Una vida sobre ruedas
Jack Houben (59 años), oriundo de Weert (Países Bajos). Dicho artista transcurre gran parte del ciclo anual recorriendo rutas para trasladar su montaje, Desalles Varieté, por Europa. Un incidente en su empleo fue lo que le dirigió al ilusionismo y al entorno del clown, apartando su labor en la decoración de escaparates.
Vista aerea del mercado Heinzel en Colonia
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Jack Houben interactúa con el público que participa del patinaje en Colonia
Mercado navideño Heinzels en el casco antiguo de Colonia
Jack Houben


