El Reino Unido se acerca de nuevo a Europa

Vanguardia Dossier

Casi una década después de que el país votara a favor del Brexit, Londres está estudiando formas de mejorar sus relaciones con el continente

An anti-Brexit demonstrator wears a mask bearing the stars of the European flag, during a protest outside the houses of Parliament, in London, Wednesday Dec. 19, 2018. (AP Photo/Tim Ireland)

El Brexit puede tener no vuelta a trás, pero las protestas europeístas en Reino Unido siguen activas. 

Tim Ireland / AP

Cuando el Partido Laborista obtuvo la mayoría en julio del 2024, expresó su deseo de “resetear” las relaciones con sus vecinos. Pero las relaciones Reino Unido-UE apenas habían tenido protagonismo en la campaña, y el nuevo Gobierno solo albergaba ideas vagas al respecto. Así, pese a la avalancha inicial de visitas diplomáticas y reuniones, se tardó casi diez meses en definir lo que se quería decir con “resetear”. En mayo del 2025, ambas partes celebraron su primera cumbre tras el Brexit y en ella anunciaron una “agenda renovada” para la cooperación en ámbitos como defensa, comercio agroalimentario, energía, intercambios juveniles...

Un nuevo comienzo

La cumbre fue un testimonio elocuente de una relación que ha recorrido un largo camino. Quizás la confianza no se ha restablecido por completo, pero sí que ha aumentado. Y las relaciones han madurado. Las negociaciones llevadas a cabo tras el divorcio del 2020 se vieron empañadas por las repetidas amenazas británicas de abandonar la UE sin acuerdo. E, incluso tras la firma del acuerdo, las cosas tuvieron un mal comienzo, con desavenencias acerca de cómo aplicar el acuerdo negociado a toda prisa en ámbitos como la pesca e Irlanda del Norte. La decisión del Reino Unido de dejar de aplicar unilateralmente partes del Protocolo de Irlanda del Norte casi provocó una ruptura en el 2022, cuando se pidió a los funcionarios de la UE que limitaran sus contactos con el Reino Unido a cuestiones “legalmente obligatorias” y a la guerra en Ucrania.

Fue necesario un cambio de primer ministro británico y el Marco de Windsor sobre Irlanda del Norte para que las relaciones mejoraran. Pero pese al acercamiento bajo el mandato del primer ministro Sunak, persistieron algunas tensiones y hubo poco interés en seguir avanzando.

Nigel Farage, leader of Reform UK, during a news conference in London, UK, on Tuesday, May 27, 2025. Farage's Reform UK seeks to outflank the ruling Labour Party in bringing down the cost of living. Photographer: Chris Ratcliffe/Bloomberg

El ascenso de Reform UK de Farage es contino. 

Chris Ratcliffe / Bloomberg

La situación cambió cuando el Partido Laborista ganó y adoptó un tono diferente con sus “amigos, vecinos y aliados europeos”. Y, a medida que el tono se fue suavizando, la cooperación se amplió. El Reino Unido y la UE acordaron basarse en el acuerdo de Comercio y Cooperación; por ejemplo, en el ámbito de los exportadores agroalimentarios. Eso no habría sido posible sin un renovado pragmatismo del Reino Unido: en ruptura con el pasado, el Gobierno británico se ha aceptado ceder soberanía en ámbitos limitados a cambio de un mejor acceso al mercado, según el principio de “alineamiento dinámico”.

El equilibrio del Partido Laborista

Las reacciones al reset fueron dispares. La cumbre generó algunas reacciones negativas por parte de los sospechosos habituales, incluidos los dirigentes de los partidos Conservador y Reforma. Durante un par de días, fue como en los viejos tiempos: los gritos de “entrega del Brexit” y “traición” dominaron los titulares. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido hace unos años, la atención de los medios enseguida se dirigió hacia otros temas y, en realidad, la mayor parte de la cobertura fue, en gran medida, positiva.

Los supermercados y los minoristas, entre otros, acogieron con clara satisfacción los anuncios, al igual que los liberales demócratas y el Partido Verde. Estos últimos pidieron a Starmer que fuera más allá. Y, aunque es posible que la opinión pública no haya prestado mucha atención a lo acordado exactamente en Lancaster House, la mayoría de los británicos apoya unas relaciones más estrechas con la UE en ámbitos como la defensa y el comercio.

Con todo, pese a que la opinión pública ha dado la espalda al Brexit, el Gobierno sigue mostrándose cauto. Ha aceptado la mayoría de las líneas rojas establecidas por Theresa May tras el referéndum: no al mercado único, no a la unión aduanera, no a la libertad de circulación. Más aún, ha hecho suyas esas limitaciones y las ha defendido en cada ocasión.

LONDON, ENGLAND - JULY 10: UK Prime Minister Keir Starmer (L) and French President Emmanuel Macron shake hands during the press conference at the conclusion of a joint military visit to the Northwood Headquarters Northwood, on July 10, 2025 in London, England. President Emmanuel Macron and Mrs Brigitte Macron visit the UK in the first visit State Visit made by France in 17 years. They are staying at Windsor Castle, hosted by King Charles III and Queen Camilla, and a banquet will be held there in their honour. The Macrons will visit Imperial College, and the President will address Parliament during his stay. (Photo by Leon Neal/Getty Images)

Starmer 'ha resetado' la relación con Europa con un pie firme en el ámbito de la defensa. 

Leon Neal / Getty

Se trata de una estrategia interesante para un Gobierno que afirma estar “centradísimo” en el crecimiento económico. Al fin y al cabo, la mayor parte del impacto económico negativo del Brexit proviene de la salida del mercado único. En consecuencia, el impacto económico de lo que el Partido Laborista quiere negociar con la UE será relativamente pequeño. Una valoración aproximada sitúa las ganancias esperadas de un acuerdo agroalimentario por debajo de un 1% del PIB en diez años. Quizás sea algo significativo para el sector, pero servirá de poco para contrarrestar la predicción de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria según la cual el impacto a largo plazo del Brexit será una reducción de un 4% del PIB británico. Ahora bien, los llamamientos para desbloquear el crecimiento económico mediante una mayor integración con la UE se ven claramente superados por el deseo del Gobierno de retener, o recuperar, a los votantes de clase trabajadora en los distritos electorales que votaron a favor del Brexit en las Midlands y el norte de Inglaterra, donde el Partido Reforma de Nigel Farage representa la amenaza más seria para el Gobierno.

Quizás el punto clave es que Europa no es fundamental para la estrategia del Gobierno. El Partido Laborista ha heredado una situación difícil en el país y se centra en esos problemas y en las próximas elecciones. La negociación a largo plazo con la UE, que ofrece la perspectiva de potenciales beneficios económicos dentro de unos años, no es necesariamente una prioridad.

La ambigüedad de la UE

Las propuestas de Starmer hacia la UE han sido bien recibidas en Bruselas. Sin embargo, aunque existe un deseo de estrechar la cooperación (en materia de seguridad, energía, resiliencia y contactos entre los ciudadanos, entre otras cosas), también hay cautela.

El Brexit ha proyectado una larga sombra que sigue afectando a la percepción del Reino Unido. La confianza no se ha restablecido por completo, por lo que la UE sigue haciendo hincapié en la “aplicación plena y fiel” de los acuerdos existentes como requisito previo para la firma de otros nuevos. Además, la UE sigue mostrándose cauta a la hora de formalizar con el Reino Unido una asociación a medida susceptible de alterar los derechos y obligaciones acordados con terceros países.

A UK border sign welcomes passengers on arrival at Heathrow airport in west London on December 31, 2020. - Brexit becomes a reality at 2300GMT on December 31 as Britain leaves Europe's customs union and single market, ending nearly half a century of often turbulent ties with its closest neighbours. (Photo by Ben FATHERS / AFP)

El mayor dilema fronterizo británico sigue siendo la irlandesa. 

AFP

En el ámbito económico, esto significa que una relación al estilo suizo (con una participación selectiva en el mercado único) queda descartada si el Reino Unido rechaza la libertad de circulación. De modo más crucial quizás, la pertenencia al mercado único sigue siendo la puerta de acceso a la mayor parte de la creciente cartera comunitaria de iniciativas industriales de defensa. La Asociación de Seguridad y Defensa, firmada en la cumbre de mayo, allana el camino para la participación del Reino Unido en las compras conjuntas en el marco del programa Acción por la Seguridad de Europa (SAFE), de 150.000 millones de euros. De todos modos, otros programas de la UE, como el Fondo Europeo de Defensa, siguen estando fuera de su alcance.

Es difícil imaginar de qué modo pueden el Reino Unido y la UE formar una asociación estratégica (como afirman haber hecho en la cumbre) si la Unión excluye al Reino Unido de sus esfuerzos por facilitar una base industrial de defensa europea menos fragmentada y más fuerte.

El año (o los años) que viene(n)

En el año (o los años) que viene(n), ambas partes tendrán que navegar por aguas turbulentas. Se espera que las negociaciones técnicas en ámbitos como el comercio agroalimentario y el comercio de emisiones comiencen este otoño. No serán rápidas ni fáciles. Ambas partes tendrán que abordar cuestiones difíciles en torno al alcance de la alineación del Reino Unido con las normas comunitarias, las contribuciones financieras británicas y los derechos de participación en la toma de decisiones. En algunos ámbitos, como el programa de intercambio juvenil, se espera que los negociadores tiren en direcciones diferentes a la hora de discutir las cifras y las condiciones para permanecer en el territorio de la otra parte.

Los temas serán diferentes a los del 2020, pero la dinámica subyacente resultará familiar. Por un lado, el desequilibrio de poder entre un mercado de más de 440 millones de personas y otro de 68 millones. En segundo lugar, la secuencia. La prioridad comunitaria por la pesca se ha abordado antes del inicio de conversaciones en nuevos ámbitos, lo que significa que el Reino Unido no podrá aprovechar ese tema en las negociaciones más amplias. En tercer lugar, los nuevos ámbitos se negociarán como un paquete. Eso introduce el riesgo de que los retrasos en un ámbito retrasen todos los demás. Por último, las líneas rojas de ambas partes siguen siendo en gran medida las mismas (salvo la voluntad del Reino Unido de alinearse formalmente con las normas comunitarias en determinados ámbitos).

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Las preocupaciones del Reino Unido van de Ucrania y Rusia a la inmigración irregular en el canal de la Mancha (en la imagen), problemas comerciales, etc. 

BEN STANSALL / AFP

Sin embargo, también hay diferencias. Esta vez no hay un reloj que marque el tiempo. No hay amenaza de no acuerdo. Si las negociaciones se estancan, no habrá una fecha límite que obligue a concentrar los esfuerzos. Con todo, habrá presión para presentar resultados en la próxima cumbre entre el Reino Unido y la UE, y ello concentrará los esfuerzos. Keir Starmer ha prometido beneficios tangibles a los votantes, desde más dinero en los bolsillos de los ciudadanos hasta menos colas en los aeropuertos. Y, aunque habrá menos presión interna sobre los estados miembros de la UE, esta seguirá mostrándose deseosa de demostrar que puede forjar alianzas sólidas con países afines fuera de la Unión.

El inestable entorno internacional podría aumentar las presiones. La guerra de Rusia en Ucrania actuó como catalizador para una coordinación más estrecha entre el Reino Unido y la UE mucho antes de que el Partido Laborista hablara de restablecer las relaciones. Así pues, aunque la cumbre de mayo parece haber fijado por algún tiempo la agenda de las relaciones entre el Reino Unido y la UE, las crisis externas podrían impulsar de nuevo la relación en formas inesperadas.

Jannike Wachowiak es investigadora del centro de estudios UK in a Changing Europe.

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