2.092 emisiones
Pepa Fernández tiene el entusiasmo vital de la joven que lleva dentro desde que empezó en la radio, hace más de cuatro decenios: le reportan aplomo, experiencia, veteranía. Celebra la emisión número 2.092 de su programa No es un día cualquiera, que dirige y presenta desde hace 32 años. Me cuenta vivencias maravillosas: por ejemplo, que María Dolores Pradera le llamaba a veces al móvil y le cantaba, amenizándole viajes en coche... Pepa Fernández tiene miles de seguidores fieles que viajan hasta dónde puedan verla en vivo con motivo de sus bolos radiofónicos por España: por algo Pepa Fernández es hija de camionero y recuerda haber acompañado de niña a su padre por carreteras de España. Pepa Fernández es además hija adoptiva de Ezcaray (La Rioja), lugar que adora.
Es ya abuela.
¡Qué estupor! ¿Cómo es posible querer más que a nadie en el mundo a esta personita... que hace nada no estaba aquí?
Está usted levitando.
Me ve, extiende sus bracitos... ¡y es lo más!
¿Es usted mimosa?
Sí, y lo expreso. Nadie al que yo quiera podrá decir que no le dije “¡te quiero!”. Me impongo decirlo siempre. Y añado: “¡Para que no se me olvide cuánto te quiero!”.
La veo feliz.
Estoy muy a gusto. Y también me lo repito en voz alta, siempre: “¡Qué feliz estoy siendo ahora!”. Para que se sepa.
Más prestigio tiene sufrir.
Pues yo soy muy feliz haciendo radio.
Y lleva usted haciéndola...
Ya 42 años, los últimos 32 años en RNE con el programa No es un día cualquiera.
¿Por qué cree que la gente le escucha?
Aprecian el buen rollo: lo transmitimos. Ni hay tensiones ni despellejamientos.
Esto no se lleva, tampoco.
¡Es revolucionario! Ofrecemos un oasis.
Pero se enfadará usted a veces...
Si estallo, rápidamente pido disculpas.
Sus colaboradores ¿son como usted?
Se han ido ya José María Íñigo, Forges, José Antonio Labordeta, Miguel Delibes...
¿Qué busca en un colaborador?
Que sea bueno en lo suyo... y buena persona. Y que se lleven bien, viajamos mucho.
¿Cómo era el gran Íñigo?
¡El mejor comunicador que he conocido!
¿Qué aprendió con él?
“Tú no hagas vacaciones”, me aconsejó. Porque los escuchantes, como yo les llamo, agradecen que te quedes mientras tus rivales se van. Con él vi que todos sabemos cosas, ¡pero pocos comunican! Iñigo conectaba con la gente. El día que murió...
Se emociona...
La víspera hablamos por teléfono. Se acostó. Y el sábado por la mañana, una hora antes de abrir el micrófono... ¡me comunican que Íñigo está muerto!
Duro.
Hice el programa más triste que he hecho en mi vida. Las lágrimas me ahogaban, me costó horrores pero lo hice por él.
Él se hizo periodista por su juvenil amor a la música: ¿y usted por qué?
Por escuchar. Me gusta mucho escuchar. Y esto es incontestable: solo destacarás un día en algo si es algo que te apasiona.
¿Alguna otra verdad incontestable?
Sí: en radio importa que hables bien... pero sin que se te note.
Como si tal cosa.
Es curioso: en mi vida cotidiana digo muchas palabrotas, pero cuándo se abre el micrófono... ¡ni una, no me sale ni una!
¿Es hoy su programa en RNE el más longevo de la radio española?
Hoy, de programas largos, diría yo que sí.
¿Qué distingue hacer un programa de fin de semana de hacerlo entre semana?
Que sólo me examino dos días por semana en vez de cinco días por semana: cada programa es un examen, esto es otra verdad.
¿A estas alturas, tras 32 años, Pepa...?
Yo no estoy en plantilla, a mí van renovándome. Hasta que llegará un día en que...
Quite, quite.
Soy muy autoexigente. “Hoy he estado torpe”, digo siempre. Solo algunos días digo: “Hoy me ha salido bastante bien”.
Nada de jubilarse, por lo tanto.
Disfruto acompañando a la gente desde la radio, así soy feliz. Pero si un día dejo de disfrutar haciendo esto, claro que me iré.
¿Tira mucho de los silencios?
En radio, el silencio da miedo. En radio, el silencio tiene una gran carga dramática. Por tanto, conviene mucho saber usarlo.
¿Qué aprendió de otros maestros como Delibes, Forges, Labordeta...?
Delibes era fino humorista, tan serio. Labordeta era voz de pueblo sin dobleces. Forges era un manantial de ideas locas y geniales. ¡Ay, los adoré a los tres!
Y encima tiene colaborando con usted al genial Juan Carlos Ortega, también...
Ortega es el tipo más brillante que ha dado la radio en España en decenios. Ha hecho con la radio lo que nadie imaginó que pudiera hacerse, ¡la ha revolucionado!
¿A qué otros radiofonistas españoles ha admirado usted, Pepa?
A Luis del Olmo, a Julio César Iglesias, a Iñaki Gabilondo, que dijo de mí: “Es la estabilidad”. Fuera de la radio soy sufridora, pero dentro ¡nadie me gana en calma!
¿Qué piropo ha llegado a conmoverle?
“Sois tal como sonáis”, me dijo un escuchante de los que hacen cientos de kilómetros para vernos en bolos... ¡y repiten!
¿Qué sueño le queda por cumplir?
Emitir un programa de radio desde el Teatro Romano de Mérida, con público.
Y cuándo ya no haya radio... ¿qué?
Siempre habrá setas, disfruto saliendo a buscarlas. ¿Mi favorita? ¡El camagroc!