Lo que tenemos en común
Le fascinan las aves de altas latitudes y ha viajado más de 50 veces a las regiones polares, donde lo acogen los pingüinos. Ha participado en proyectos de investigación en el Amazonas ecuatoriano, Costa Rica, Panamá, la Kimberley australiana, los Farallones, Hawái, Michigan, Florida y Maine. Las aves son su pasión y su razón de ser; tiene una mirada científica pero también profunda sobre ellas, le interesa explorar su sorprendente mundo y su honda conexión con la humanidad. Dice que son individuos alegres e impredecibles, cargados de personalidad y discernimiento. “Características humanas como bailar al ritmo de la música, reconocer el propio reflejo y la conciencia del yo, crear obras de arte e incluso el enamoramiento y el amor se reconocen ahora también en las aves”, lo explica en Esa cosa con plumas (Capitán Swing).
En las redes sociales veo muchas cacatúas bailando.
Sí, son fascinantes. Siguen el ritmo de la música tal y como lo hacemos nosotros, o mejor.
¿También les gusta jugar?
Me encanta observar al cuervo negro, vuelan y hacen volteretas en el aire simplemente porque pueden, si yo fuera un cuervo negro también lo haría.
Se los ve felices.
Cuanto más estudiamos a la aves, más semejanzas hallamos con los humanos, y no es antropocentrismo. Las aves son emocionales, inteligentes; piensan.
Los cuervos en especial.
Sí, su mente es rápida. Trabajé con cuervos en Hawái, donde la especie autóctona está en peligro de extinción. Los criábamos para reintroducirlos en la naturaleza y debíamos darles estímulos constantes para que no se aburrieran.
¿Qué tipo de estímulos?
Les escondíamos comida en cajitas que a su vez escondíamos y les dábamos maderas, se entretenías buscando las cajas y construyendo la herramienta adecuada para abrirlas.
¿Las aves tienen conciencia del yo?
Sabemos que los cuervos y las urracas la tienen. Cuando les tintan una pluma o les ponen una hoja se la sacan al verse en el espejo, lo que significa que tienen sentido de sí mismas como individuo. Y celebran funerales.
¿Las urracas?
Sí, la que encuentra a una muerta comienza a graznar para convocar a sus compañeras, que se unen en un sonoro coro de graznidos en torno al cadáver. De pronto se callan y acicalan su plumaje y luego se retiran en silencio una a una.
Ni el dolor ni la sensibilidad nos pertenecen.
El pergolero dedica su vida al arte. Los primeros exploradores que se encontraron con sus nidos pensaron que eran pequeñas chozas creadas por nativos.
¿Cómo son?
No hay dos iguales. Adornan una estructura de palitos, algunos con frutos coloridos y hojas; otros cuelgan huesos que encuentran o se acercan a las ciudades en busca de trozos de plástico, adornos, cosas brillantes.
¿Hay pájaros altruistas?
Los fairywren, una especie australiana, tiene guardería para los polluelos, y no son familiares, pero se ayudan entre ellos.
¿Si fuera un ave, cuál sería?
Un albatros errante. Tienen una vida larga, libre, sin prisa. La suya es la mejor historia de amor. Juntos toda la vida, más de 75 años. Aunque pasen uno o dos años sin verse, cuando se encuentran pasan horas con sus cuellos entrelazados, su amor es tiernísimo.
¿Qué le han enseñado las aves?
Que quieren lo mismo que nosotros, una vivienda, un lugar en el que sobrevivir en paz, una familia, dejar un legado. Así que al final no somos tan diferentes.
¿Es algo más que instinto?
Sí, los pájaros piensan, encuentran soluciones, memorizan, tienen recuerdos. De hecho la jerarquía de las gallinas es muy parecida a la humana. Deciden entre ellas quién va a ser la dominante y la escala va bajando hasta la más débil. Pero eso en grupos grandes, en la industria, se vuelve caótico.
¿Su descubrimiento personal?
Cada pájaro tiene su personalidad. Algunos son buenos padres, otras, no; pueden ser sociables o solitarias..., como las mascotas.
¿De dónde salió su apodo: niño pájaro ?
Mi maestra de primaria puso una pluma en la ventana del aula y, cada vez que pasaba un pájaro sobre ella, paraba la clase y teníamos que nombrarlo. Me parecía fascinante. Crecí en 11 hectáreas de bosque. Soy hijo único, y los pájaros siempre estaban presentes.
Ahora, ¿qué pájaro le fascina?
El buitre de pavo. Son esos buitres calvos que están sentados sobre un cactus en los dibujos animados. Cuando estaba en el instituto quería fotografiar uno y llevé una carcasa de ciervo al patio de casa.
¿Vinieron?
Cuarenta. Son geniales, con un vuelo elegante, tienen muy buenos modales comiendo y se relacionan bien entre ellos.
Habla de las aves con admiración.
¡Hay todavía tanto que aprender! Pero quizás lo que más me ha dado que pensar es ver que los animales no son infelices. Las aves son alegres y vitales, disfrutan de ser aves.
¿Qué opina de que llamen a las palomas “ratas del aire”?
Las palomas son geniales. Son adaptables, inteligentes, son capaces de distinguir un Picasso de un Miró, navegan por campos magnéticos, recuerdan mapas de ciudades, y nos han sido muy útiles. Merecen respeto.
¿Cuál ha sido su experiencia más personal y emocional con aves?
He visitado la Antártida más de 40 veces y he podido convivir con los pingüinos. No temen a los humanos, no tienen depredadores. Son curiosos, afables, entrañables.