Los orígenes del carnaval hay que buscarlos hace más de 2.000 en el Brasil precolonial

Arqueología

Los antiguos pueblos Charrúa y Minuano se congregaban en la costa para celebrar el regreso de los peces migratorios

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Carnaval de Río de Janeiro, Brasil

Terceros

Vestidos de lentejuelas, disfraces, música, baile, máscaras, luces y mil colores. El Carnaval es una de las fiestas más celebradas en todo el planeta, aunque cada sitio tenga sus peculiaridades. Los orígenes de estos festejos siguen sin estar claros. Algunos investigadores los vinculan con las conmemoraciones paganas de la Antigua Roma dedicadas a Baco, el dios del vino. Y otros apuntan a los actos en honor del toro sagrado Apis en el Antiguo Egipto.

En todo caso, no hay evidencias que se hayan llevado a cabo Carnavales antes del año 1200. Al menos tal y como las conocemos actualmente. Porque un grupo internacional de investigadores, entre los que se encuentran miembros de la Universitat Antónoma de Barcelona (UAB), apunta que el punto de partida de estas fastuosas celebraciones habría que buscarlo hace más de 2.000 años en el Brasil precolonial.

Montículos de tierra llamados Cerritos

Según explican los expertos en un artículo publicado en la revista PLOS ONE, las antiguas comunidades indígenas de la región pampeana del sur de Brasil, Uruguay y Argentina construyeron montículos de tierra conocidos como Cerritos y que, con el tiempo, se usaron para celebrar el regreso de los peces migratorios al extenso sistema de estuarios de la zona.

Algunos de los fragmentos de cerámica costera más antiguos de América del Sur se encuentran en la Pampa. Los arqueólogos descubrieron objetos de hace entre 2.300 y 1.200 años alrededor de la Laguna de Patos (Brasil). El análisis de los residuos de los recipientes muestra que se usaban para cocinar pescado o productos vegetales que probablemente se fermentaban para elaborar bebidas alcohólicas.

Vasija hallada en un cerrito

Trozo de cerámica de una vasija hallada en un cerrito de la costa pampeana 

Marjolein Admiraal / University of York 

Los pueblos Charrúa y Minuano se habrían reunido durante los meses de verano en los Cerritos, que comenzaron a levantarse hace unos 4.700 años, para darse un festín. Posiblemente usaron tubérculos, maíz dulce y palma para destilar sus licores mientras comían pescado como la corvina rubia, que regresaba al estuario para poner sus huevos.

La doctora Marjolein Admiraal, de la Universidad de York y autora principal del estudio, sugiere que las reuniones en los montículos eran eventos culturales importantes, que congregaban a comunidades de distintos lugares para explotar y celebrar el retorno de los peces migratorios, que probablemente requerían un esfuerzo colectivo para procesarlos.

Grasa extraída de cerámicA

Grasa extraída de la cerámica 

Marjolein Admiraal / University of York

“A través de un análisis químico detallado pudimos determinar qué productos estaban presentes en los recipientes de cerámica de los Cerritos, pero también cómo la gente preparaba estos productos, mediante calentamiento, almacenamiento y potencial fermentación. Esto nos acerca un paso más a la comprensión del papel culinario de los diferentes alimentos en las sociedades pasadas”, dice el profesor Oliver Craig.

Los investigadores creen que estas comunidades precoloniales otorgaban a los montículos un significado simbólico multifacético como lugar de entierro, marcadores territoriales y monumentos que jugaban un importante papel en la vida social y económica de la región.

Lugares rituales y domésticos

“Los Cerritos son una combinación de lugares rituales y domésticos, y su diseño elevado puede haber sido influenciado por el entorno local. Estos lugares probablemente eran importantes para la gente, que habrían intentado protegerlos de la posible erosión causada por las crecidas estacionales de las aguas”, apunta Rafael Milheira, de la Universidad Federal de Pelotas y coautor del artículo.

“Sabemos –añade Milheira- que fiestas eran eventos culturales importantes en el pasado (y hoy) en todo el mundo. Sugerimos que los individuos prehistóricos del área habrían invertido en la producción de cerámica en previsión de estas grandes reuniones que atraían a la gente a la laguna de Patos para deleitarse con los recursos estacionales”.

La doctora Marjolein Admiraal, trabajando en el laboratorio

La doctora Marjolein Admiraal, trabajando en el laboratorio

Alex Holland / University of York

André Colonese, de la Universitat Autònoma de Barcelona, concluye que el trabajo presentado “refuerza el poder de la arqueología molecular para desbloquear información de artefactos comunes, como fragmentos de cerámica, que anteriormente era inaccesible a través de los métodos convencionales”.

Además, destaca que es “de alta prioridad” preservar los Cerritos “como un patrimonio cultural pampeano único” para poder “aprender de las sociedades pasadas cómo vivir de manera sostenible en un entorno tan dinámico”.

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