Es recurrente pensar que los niños pequeños requieren de movimientos grandilocuentes con ojos, boca y extremidades para que aprendan nuevas palabras. Son muchos los padres que practican este modus operandi, incluso cuando el niño ya ha alcanzado los dos años de edad y, progresivamente, empieza a aprender nuevas formas de expresarse y a implementarlas en su vocabulario.
Un equipo de investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Universidad de Grenoble Alpes - Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) ha demostrado que a partir de los dos años los niños pueden aprender palabras nuevas incluso cuando la persona que les habla tiene la boca o los ojos tapados. Según este estudio, el aprendizaje de vocabulario a estas edades está asociado a que sigan la mirada del interlocutor y se fijen en el objeto que se les muestra cuando se pronuncia la nueva palabra, pero no depende de la atención selectiva a la boca o los ojos del hablante.
A partir de los dos años, los niños son capaces de aprender vocabulario nuevo
Esta era, sobre todo, una preocupación suscitada entre las familias y los profesionales de la infancia durante la pandemia de la covid. Sin embargo, los resultados de este estudio son tranquilizadores respecto a las posibles afectaciones que haya podido tener el uso de mascarillas durante la pandemia en el desarrollo del vocabulario de los más pequeños.
El estudio, publicado en la revista Developmental Psychology, es el primero que evidencia que, a partir de los dos años, los niños son capaces de aprender vocabulario nuevo, es decir, crear asociaciones entre palabras y objetos desconocidos, a partir de una interacción audiovisual breve. Al mismo tiempo, subraya la importancia de la referencia social —mirar a quien les habla buscando el refuerzo a su respuesta— y del control de la atención en el aprendizaje de nuevas palabras.
El aprendizaje de vocabulario de los niños no se ve afectado por el uso de mascarilla o gafas de sol
Para averiguarlo, el equipo de investigación realizó un trabajo de campo que consistió en grabar la mirada de niños de entre 17 y 42 meses mientras participaban en una tarea de aprendizaje de palabras en tres situaciones: con la cara del hablante completamente visible, con los ojos tapados con gafas de sol y con la boca cubierta por una mascarilla quirúrgica. En la prueba, se les mostraba una pantalla con un interlocutor y un objeto a cada lado. El hablante pronunciaba seis veces una palabra monosilábica y, simultáneamente, en dos ocasiones desplazaba la mirada hacia el objeto asociado a la palabra.
Los resultados mostraron que los niños aprendían palabras nuevas a partir de los 24 meses y, sorprendentemente, que este aprendizaje no se veía afectado por las gafas ni la mascarilla. Un mejor aprendizaje de palabras se correlacionó con el comportamiento de seguimiento de la mirada, es decir, mover la mirada hacia el objeto y alternarla entre la cara del hablante y el objeto, en todas las edades y condiciones. Si bien, enmascarar los ojos o la boca modificó los patrones de atención e hizo que los pequeños se centrasen más en las partes de la cara que estaban descubiertas. Aun así, esta manipulación no afectó su capacidad para formar nuevas asociaciones entre la palabra y el objeto.
Una estrategia eficaz
Combinar desplazamientos visuales rápidos entre el objeto y la cara del hablante
A la luz de los resultados del estudio, los investigadores consideran que una estrategia eficaz para potenciar el aprendizaje de palabras en la infancia sería llevar a cabo una exploración más profunda del objeto en cuestión, combinada con desplazamientos visuales rápidos entre el objeto y la cara del hablante. Sin embargo, no descartan que la atención a la boca del hablante pueda ser útil en situaciones de mayor complejidad en el procesamiento del habla, como en el caso de niños con dificultades auditivas, trastornos del lenguaje o del espectro autista.