La educación en la primera infancia, que se imparte a los niños de hasta los 6 u 8 años, en función de cada país, imparte habilidades que son importantes a lo largo de la vida, como han demostrado numerosos estudios internacionales.
Tanto para la cohesión de las sociedades como para el mundo profesional actual, es importante que los niños aprendan a cooperar, a desarrollar una comprensión básica de la tolerancia y el respeto y a resolver problemas juntos, incluso antes de empezar la escuela.
Sin embargo, un estudio en el que ha participado la UAB y que ha examinado las directrices de política educativa en más de 50 países, ha alertado que las habilidades de convivencia, a las que también llaman habilidades ciudadanas, y que son cruciales para el funcionamiento de una sociedad, y los requisitos educativos previos, no se incluían —o se hacía rara vez— en los programas de educación infantil.
El éxito se enmarca como una cuestión de talento y esfuerzo, minimizando el papel del contexto social”
Este estudio publicado en la revista PLOS ONE ha investigado por primera vez si se puede trazar una imagen global de las actitudes fundamentales en las que se basan estos programas. Para ello han analizado más de 90 documentos oficiales de 53 países de todos los continentes, así como de la Unión Europea y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los documentos abarcan el período comprendido entre 1999 y 2023 y son principalmente directrices, planes educativos y publicaciones similares que describen las orientaciones fundamentales de la política educativa.
Los resultados obtenidos muestran que los programas de educación de la primera infancia se centran en las habilidades cognitivas, como el lenguaje, el procesamiento de la información y la conciencia espacial. Por el contrario, las habilidades ciudadanas, que son importantes para vivir y trabajar juntos, juegan un papel residual. Las habilidades socioemocionales, como el reconocimiento y la gestión de las emociones propias y ajenas, sin embargo, sí se incluyeron en los documentos de posicionamiento de las organizaciones internacionales y de algunos países.
El talento, el esfuerzo y la responsabilidad personal como factores fundamentales para el éxito educativo posterior
“Nuestro estudio plantea preocupaciones sobre los valores sociales y educativos promovidos actualmente por las políticas de la educación en la primera infancia”, explica Pablo Gracia, investigador doctor distinguido del Departamento de Sociología de la UAB.
Unas políticas en las que, según los investigadores, predominan el talento, el esfuerzo y la responsabilidad personal como factores fundamentales para el éxito educativo posterior.
No se tienen en cuenta condiciones socioeconómicas, rasgos de personalidad y eventos estresantes como la migración forzada o la enfermedad
Y, además, apenas se mencionan factores que no pueden ser influenciados por el individuo, como condiciones socioeconómicas de su contexto familiar, rasgos de personalidad y eventos estresantes como la migración forzada o la enfermedad. La importancia del apoyo de la familia, los amigos, los maestros y la sociedad también se mencionan raramente.
Pero, ¿a qué se debe la implantación y globalización de este modelo educativo? Según Pablo Garcia, a políticas que “únicamente” impulsan una mentalidad económica meritocrática: “El éxito se enmarca como una cuestión de talento y esfuerzo, minimizando el papel del contexto social”, concluye el investigador.