En las páginas de Vivir, La Vanguardia ha ofrecido durante los últimos tres días y en sucesivas entregas una exhaustiva información sobre el gran número de obras que se llevan a cabo en Barcelona y que afectan, en mayor o menor medida y con plazos de ejecución muy diversos, a toda la ciudad. Son 330 trabajos que confirman la percepción de muchos residentes y también de las personas que se desplazan a la capital catalana por cuestiones laborales, familiares, de estudios o de ocio, y de los turistas que llenan las calles, de que Barcelona está minada de zanjas y vallas, de asfaltos levantados, de aceras en reconstrucción.
La inmensa mayoría de estas obras causan molestias pero están plenamente justificadas, sobre todo cuando de lo que se trata es de tener una ciudad más amable y con una mejor oferta de transporte público. Pero eso no ha de impedir actuar con la máxima coordinación para minimizar los inconvenientes y, sobre todo, para evitar errores de bulto como el de la calle Pi i Margall, donde un año después de la inauguración ha habido que rehacer la obra.