Además de con guerra en Ucrania y con incursiones de drones en países del flanco este de la OTAN, Vladímir Putin ha decidido abrir otro teatro de operaciones –este sin muerte ni destrucción- para su enfrentamiento con Occidente. En abierto desafío al festival de Eurovisión, se celebra en Moscú este sábado por la noche el festival de Intervisión, un concurso televisado de canciones entre países que existía en época soviética y que el presidente ruso ha resucitado por decreto para utilizar también la cultura popular como exhibición de poderío geopolítico.
El plan incluye la promoción de valores tradicionales en la línea defendida por el Kremlin y por la Iglesia ortodoxa rusa, donde la ambigüedad sexual no tiene cabida.
Los 23 países que participan en Intervisión dibujan el mapa de las naciones aliadas de Rusia, o amigas de conveniencia de Putin, o aquellas que, como varias del llamado Sur Global, simplemente ven la guerra en Ucrania como un asunto europeo que no les concierne.
Alternativa de Putin a Eurovisión
Intervisión incluye la promoción de valores tradicionales defendidos por el Kremlin y la Iglesia ortodoxa rusa, donde la ambigüedad sexual no tiene cabida
En esos 23 países vive más de la mitad de la población mundial, proclamó ufano elsubjefe de la Administración del Kremlin, Serguéi Kiriyenko, el pasado martes en rueda de prensa. “Estos 4.300 millones de personas tendrán la oportunidad de ver la transmisión”, afirmó Kiriyenko, informó Efe desde Moscú. A su lado estaba el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, quien negó una y otra vez que el concurso tenga objetivos políticos.

Los cantantes brasileños Tais Nader y Luciano Calazans, participantes en Intervisión, en un encuentro con la prensa en Moscú el 19 de septiembre
Participan representantes de 23 países, según este orden de actuación por sorteo: Cuba, Kirguistán, China, Egipto, Estados Unidos, Kenia, Kazajistán, Emiratos Árabes Unidos (EAU), la anfitriona Rusia, Brasil, Tayikistán, Qatar, Madagascar, Arabia Saudí, Colombia, Etiopía, Venezuela, Serbia, Sudáfrica, Vietnam, Bielorrusia, Uzbekistán e India.
El ganador se llevará un premio en metálico de 30 millones de rublos (unos 295.000 euros). En principio, Intervisión no ha copiado de Eurovisión el mecanismo por el que el país ganador organiza el siguiente festival. “Espero que pronto podamos anunciar, si no durante la final, tal vez poco después, dónde se celebrará la próxima edición del concurso y qué país ha presentado la propuesta correspondiente”, dijo Lavrov.

El representante de China en el festival de Intervisión, Wang Xi, en una rueda de prensa en Moscú el 19 de septiembre
La reactivación de Intervisión –que Putin invoca desde hace años– llega este 2025 al cumplirse 60 años de su nacimiento bajo los auspicios de la Organización Internacional de Radio y Televisión (OIRT), que agrupaba a países del extinto bloque comunista. La primera edición se celebró en 1965 en Praga (en la entonces aún Checoslovaquia) y la última en 1980 en Sopot (Polonia). La cita no se celebraba cada año. Participaban países del Este y la URSS, pero también algunos occidentales, como la fronteriza Finlandia, entonces país neutral.
Incluso España participó algunas veces, en el tardofranquismo y ya en democracia. La dictadura franquista quería suavizar su imagen en todos los frentes (y de paso buscar negocios en Europa del Este), así que en 1968 envió a Massiel a Eurovisión y a Salomé a Intervisión. Massiel ganó con La, la, la, y Salomé quedó tercera con Pase lo que pase. Al año siguiente, 1969, Salomé ganó Eurovisión en Madrid con Vivo cantando dentro del célebre cuádruple empate. Franco exultaba de gozo.
Después, la España recién ingresada en la democracia siguió compaginando Eurovisión con Intervisión. En 1976, RTVE envió al festival soviético a José Vélez, quien a su vez fue a Eurovisión dos años después. En 1978, Rumba Tres participó en Intervisión con No sé, no sé, recordada rumba catalana que arrasó en España pero no caló en Sopot. En 1980, la cantante barcelonesa Gloria quedó segunda en Intervisión con Qué más da.
El Intervisión que vuelve por sus fueros arranca esta noche en el pabellón Live Arena de Moscú a partir de las 19.30 horas (hora peninsular española), organizado por la radiotelevisión pública rusa, Canal Uno. Fue esta misma cadena la que coorganizó junto a la Unión Europea de Radiodifusión (UER) el único festival de Eurovisión habido en suelo ruso: la edición del 2009 en Moscú, obtenida tras ganar el año anterior su representante, Dima Bilan con la canción Believe. Era cuando Rusia quería formar parte de la esfera occidental: participó en Eurovisión de 1994 hasta el 2021. Al año siguiente, Putin ordenó la invasión a gran escala de Ucrania y la UER expulsó a Rusia del festival.

Zena Emad, cantante de Arabia Saudí, en rueda de prensa sobre su participación en Intervisión, el 19 de septiembre en Moscú
Mientras tanto...
Enfado en Austria, anfitriona de Eurovisión 2026, por el boicot a Israel
La polémica arrecia en Eurovisión por la presencia de Israel pese a su mortífera guerra en Gaza, tras el anuncio por parte de cinco países (España, Países Bajos, Irlanda, Eslovenia e Islandia) de que no irán al festival del 2026 en Viena si Israel finalmente participa. Hay enfado en la anfitriona Austria. “Los boicots culturales son estúpidos e inútiles; no nos hacen avanzar”, declaró Sepp Schellhorn, secretario de Estado austriaco de Asuntos Exteriores y Europeos el jueves al diario Kurier. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) debe decidir a más tardar a primeros de diciembre, y aunque la mayoría de países (suelen competir unos 40) se mantienen a la espera, se va notando la aparición de dos bandos. La televisión pública de Francia –país de los Big Five, los cinco mayores contribuyentes financieros, como España– confirmó el miércoles su participación, reafirmando “su apoyo a la creación musical, a los artistas y a este evento único”. La radiotelevisión de Australia hizo lo propio el jueves, alabando “esta celebración global de la diversidad y la inclusión”. En cambio, la ministra de Cultura de Polonia, Marta Cienkowska, dijo el viernes que su país no debería participar si Israel sí lo hace. En Bélgica hay dudas, si bien no decidirá hasta diciembre. Dinamarca alertó de modo genérico de que su participación “está condicionada a que siga habiendo una comunidad internacional fuerte, seguridad en el lugar y un marco apolítico en torno a la competición”.