Dos maneras de ser actor
Joan Pera es el protagonista absoluto de 8 coses a fer abans de morir , docucomedia estrenada en doble sesión en TV3 y que ya se puede ver entera en la web de la cadena. Es una apuesta por la divulgación amable, que confía en la veteranía de Joan Pera, que asume el papel crepuscular de este testamento vital audiovisual de ficción. Hacer de pastor, de reportero, de piloto de rallies, de mago, de modelo, de monitor o de chef sirve de excusa para reforzar la enfermiza endogamia de TV3 y apostar por un formato que no criminaliza, por vieja, a su audiencia más fiel.
Joan Pera en una imagen promocional de la serie ’
Si a alguien le agota la omnipresencia de Pera, que recuerde que la dosis tenía que ser de un capítulo por sesión, pero que el furor de los audímetros obliga a emitirlos de dos en dos. Las reacciones de Pera ante cada situación son lo más aprovechable de la serie, y, en coherencia con el historial del actor, nunca sabes si provienen de su talento para las morcillas o del acierto de los guionistas. Ejemplo: cuando hace de modelo y lo visten como un mequetrefe, Pera exclama: “¡Si me ven así, me quitarán la Creu de Sant Jordi!”.
El documental sobre la mala vida de Charlie Sheen se centra en la narración, en primer plano, del actor
PADRES E HIJOS. Netflix ha estrenado el documental Alias Charlie Sheen , que, con dos capítulos, no llega a la categoría de serie. Los protagonistas de este ejercicio a medio camino entre la terapia confesional y el exhibicionismo son las décadas de mala vida (adicciones, actitudes autodestructivas y una gestión psicopática del ego y del éxito) del actor, marcado por la responsabilidad de ser el hijo de Martin Sheen.
Es una responsabilidad ambivalente. Por un lado lo obliga a aceptar un determinismo que otros actores tendrían que trabajar con mucho más sacrificio. Por otro, le ayuda a explotar su propio talento en un contexto de impunidad muy propio de Hollywood.
El documental se centra en la narración, en primer plano, del actor. Es un recurso austero que, por suerte, completan las intervenciones de amigos, colegas y damnificados (como su exmujer Denise Richards, el testimonio más profundo de la película). A diferencia del tono de arrepentimiento dramático del que suele abusar este género, Sheen coquetea con una frivolidad que lo aleja de la idea de redención y que, al mismo tiempo, lo hace imperfectamente humano. ¿El elemento más digno de la película? La ausencia del padre –Martin Sheen– y del hermano –Emilio Estevez–, que, llegados a este nivel de franqueza y con los antecedentes del protagonista, debieron pensar que, más que una ayuda, serían un estorbo.