La mayoría de los escenarios de la Mercè son el resultado de pequeñas conquistas que la ciudad ha ido recolectando a lo largo de la historia reciente. El parque de la Ciutadella, la rambla del Raval, el acueducto de Nou Barris, la fábrica de la Fabra i Coats, el Port Olímpic, Maria Cristina o la playa del Bogatell. Ninguno de estos enclaves sería posible si en algún momento Barcelona no hubiera tomado una decisión, ya fuera la organización de unos Juegos o una feria internacional, rehabilitar el patrimonio, esponjar la densidad de un vecindario o dejar atrás los pretéritos usos castrenses. En la edición de la fiesta mayor del 2025 se ha incorporado a las artes escénicas el Fòrum, ese océano de cemento que en el 2004 estaba destinado a ser crisol de culturas diversas. Y luego, pues bueno... Visto el lugar, la oferta de espectáculos, la respuesta ciudadana, lo poco conocido que es el entorno para muchos y las vistas, asalta la duda sobre si, más que sustituir al castillo de Montjuïc (en obras), quizás debería ser un jugador más de la plantilla de la Mercè.
El parque del Fòrum queda encajado entre la ronda Litoral, el puerto deportivo y la enorme plataforma –la mayor área sin urbanizar del litoral de Barcelona– que lleva casi 20 años esperando un uso definitivo tras el fiasco del zoo marino, que se descartó en 2011. La zona la gestiona la empresa BSM, ese gigante público que también maneja el parque de atracciones del Tibidabo, el Bicing, la anilla olímpica o el zoo. Es probable que con la Mercè del 2025, esta punta de la ciudad haya vivido, en sus dos décadas de vida, su fin de semana más ciudadano de la historia. Porque no cuentan los muchos festivales privados que alquilan este espacio. Esto es distinto; esto es la fiesta mayor. Bastaba un rato en el acceso de la plaza de Llevant para darse cuenta de que muchos venían casi por primera vez. Una madre argentina con dos niñas iba en dirección contraria. Un grupo de quinceañeras preguntaban al personal de la limpieza y una familia se bajaba del Tram como si hubiera aterrizado en una zona remota de Mongolia. También unos jóvenes franceses que venían a ver el espectáculo de unos paisanos parecían de los más desorientados.
El equilibrismo de altura del espectáculo 'Entre bous i vaques'
No vendría mal, de cara a este domingo, un informador para ir dirigiendo al personal desde esta gran rotonda que dice ser una plaza. Una pista para llegar: miren hacia el mar, dejen la rambla Prim detrás y anden entre el edificio alto y blanco de Telefónica y el Museu de Ciències Naturals. Si van hacia la derecha, tampoco hay mucho problema, tendrán que descender por una rampa que a la derecha regala unas estupendas vistas de esa inmensa plataforma inerte que tiene un proyecto sobre la mesa de 53 millones de euros para poder dar continuidad al paseo que sube desde la Mar Bella.
No descarten, por el éxito de público y porque mucha gente desconocía este rincón de la ciudad, que sea un fijo de la fiesta
Volvamos a la Mercè del Fòrum. En el parque se han instalado cuatro escenarios: tres junto al menudo puerto deportivo y un cuarto encima de la zona de baño. En medio, una hilera de food trucks , esos negocios de bolsillo en los que, entre pitos y flautas, uno termina dejándose el dentista y la universidad del niño. Pero eso sí, la amabilidad de los cocineros sobre ruedas no se paga con dinero. Junto a los carruajes de comida se han instalado mesas, sillas y bancos. Hay sombra; bien. Todo dispuesto por la parte municipal, incluidos los aguadores, esto es, el personal que, depósito en ristre, va remojando sobre todo a los niños con un flis flis para que no les coja un algo con el calor.
Uno de los componentes de la compañía francesa P'tits Bras, este sábado, en el Fòrum
En cuanto a la parte artística no vayan a pensar que porque esto va de artes escénicas, solo está pensado para niños y culturetas. Lo bueno del circo, por ejemplo, es que utiliza un lenguaje universal que marida a la perfección la sorpresa, el humor y la tensión. A mediodía de este sábado pudieron verse junto al mar dos espectáculos de corte tan estupendo como distinto. La compañía La Côte Folle ofreció su propuesta Entre bous i vaques , y si uno ha visto antes circo y esto suele ser un no parar de saltos y cambios de ritmo, estos jóvenes artistas se balancean sin prisas entre la acrobacia y la danza, pero sin renunciar al riesgo –dios santo, chica, te vas a matar ahí arriba con la pértiga de la foto– las posturas y los saltos que bajo ningún concepto el neófito deberá intentar reproducir en su casa si uno no está muy preparado y se toca los dedos de los pies sin doblar las rodillas. Podrán volver a verlos este domingo a las 12 y a las 17.10 horas.
Algo más tarde, en el escenario principal, los franceses Les P’tits Bras, compañía con más de 20 años de historia, levantaron tantas carcajadas como gestos de sufridora empatía con un espectáculo que convierte el antiguo oeste en una cabaret aéreo y humorístico. Son franceses que hablan en inglés y un poco en castellano y que pretenden ser americanos. Valen la pena solo por eso. Mención especial para el joven que ensilla un palo a 25 metros de altura. Este domingo regresarán al parque del Fòrum a las 13 y a las 17.15 horas.
El parque junto al mar brilla con propuestas de circo e incluye 'food trucks' de todo tipo con mesas y bancos a la sombra
El lunes tocará hacer balance de la Mercè. Ya les avanzamos que casi se hablará más de Israel y Gaza que de la fiesta mayor. Pero aquí queda este parque como serio aspirante para el 2026, cuando el castillo volverá a la parrilla de actos. En el 2004 esto fue el Fòrum Universal de les Cultures. Pues nada mal el Fòrum de la cultura popular.
