A los árboles les chifla la iluminación artificial. Por eso en Barcelona, los que tienen una farola en sus dominios arremolinan las ramas a su alrededor en busca de calor y compañía. No son conscientes, porque son árboles y suficiente tienen con sobrevivir en una ciudad contaminada, de que la luz tiene como objetivo final las personas que pasean por debajo, algo que puede parecer lógico, incluso de toda la vida, pero que no lo es, pues la idea de iluminar bien las aceras, además del asfalto, como si los coches no llevaran faros, es un concepto que nace en el 2015. La iluminación urbana ha cambiado una barbaridad desde que el alumbrado de gas llegara en 1860. Y más que lo hará: la nueva contrata, que entrará en vigor en el 2027, dará un salto en la instalación de tecnología led, en la gestión a distancia y en los sensores que permitan personalizar el nivel de luz.
La comisión de Urbanismo de hoy incluye un sesudo punto del día para dar el pistoletazo de salida a la licitación de este nuevo contrato que tiene un valor de salida de 63,5 millones de euros. No es cosa menor, pero tampoco lo es la misión: mantener a buen recaudo los 158.000 puntos de luz de los 73 barrios y 10 distritos de la ciudad, repartidos en tres lotes que quedarán en manos de tres empresas distintas. Al frente de todo esto está Cristina Castells, directora de Energía y Calidad Ambiental del Ayuntamiento, que tiene a bien atender a este diario para compartir mitos y realidades sobre la iluminación en la capital catalana.
Sensaciones
“No hay constatación de que la delincuencia crezca si hay menos iluminación, pero sí aporta seguridad”
A día de hoy, el 40% de las luces ya son led, y eso significa más eficiencia y más calidez. “La idea es terminar el mandato en el 60%, de manera que en otro par de mandatos se pueda llegar al 100%”. Grosso modo, faltan unos diez años. Se podría entrar a debatir sobre el tipo de luz en función de la sensibilidad humana. Hay quien defiende que el ritmo circadiano (el que regula la respuesta del cuerpo al día y la noche) necesita transitar de la blanca a la naranja para preparar el camino hacia la cama. “Pero la gente prefiere y nos pide la blanca, y la calle es un lugar para transitar, para estar; luego ya está la iluminación que cada uno tiene en su casa”. Debate cerrado. La naranja todavía existe en muchos rincones, pero la idea es que se imponga la blanca, con una potencia incluso variable, otra de las novedades del nuevo contrato que echa a andar, ya que se quiere regular la intensidad con unos sensores de movimiento.
Una joven corre de noche por la Diagonal de Barcelona, el pasado fin de semana
Ya se probó en tiempos del alcalde Xavier Trias en Josep Tarradellas, pero el invento disparaba la misma energía toda la noche “porque siempre pasaba alguien”. Lección aprendida: estas células sensibles –sería una suerte de domótica del hogar pero a lo bestia– se instalarán en lugares menos transitados. Habrá, sin embargo, quien no comulgue con esta idea de oscuridad a la carta. “No se ha constatado –señala Castells– que a menos luz haya más delincuencia; pero es evidente que una calle más iluminada da más sensación de seguridad a la ciudadanía que pasa por ahí”.
La licitación
El contrato, de 63,5 millones de euros, empieza en el 2027 y se divide en tres lotes que deberán ganar tres empresas distintas
Otro de los avances del nuevo contrato reside en la telegestión, esto es, el control remoto de los 2.609 cuadros callejeros que controlan los puntos de luz. Poder determinar con mayor rapidez el origen de una avería (se registran unas 19.000 al año) permitirá actuar con más celeridad en su reparación, incluso a distancia si el fallo lo permite. En contadas ocasiones sería necesario desplazarse, por ejemplo, cuando haya caído el diferencial y un operario (los tres lotes tienen una plantilla total de 160 trabajadores) tenga que ir en persona a subir la pestaña.
Una calle de Barcelona, con luz más bien escasa
Barcelona va hacia una iluminación más adaptada al lugar y al público. Para el asfalto, un blanco más frío. Para la acera, a una altura inferior para tratar de evitar la copa de hojas en busca del abrazo eléctrico (se realizan de manera recurrentes las podas lumínicas), mayor calidez, sin manchas; uniforme.
Entre las averías, Castells señala que lo más habitual es “el apagón de zona”, que con la gestión remota se podrá atender de manera más ágil. Pero también hay vandalismo, en lugares como Torre Baró. “Es un problema cíclico que se va repitiendo. Arrancan el cable y se lo llevan todo por delante, cosa que dificulta la reparación”, sostiene Castells. En la zona se ha empezado a probar una farola solar. Otro factor de futuro, como lo es la apuesta por la iluminación ornamental, que crecerá.
Delincuencia energética
Todavía se siguen produciendo robos de cable, sobre todo en Torre Baró, con un vandalismo fatal para la infraestructura
Una anécdota para terminar. Quizás recuerden la salida de la Vuelta a España desde Barcelona, en agosto del 2023. Tormenta terrible y la ciudad fundida a negro a media tarde. Pues bien, durante el día, la iluminación no tiene alimentación eléctrica. Por la zona que era (sin telegestión), se tenía que activar manualmente, y claro, con todo lleno de gente, imposible llegar. Resultado: etapa nocturna.
Plan de choque
Los deberes de Junts para votar 'sí'
El grupo municipal de Junts de avanzó ayer a la votación en comisión de este martes que debe permitir, o no, que la nueva contrata de mantenimiento de la iluminación inicie su lenta tramitación para poder entrar en vigor en enero del 2027. El partido que en Barcelona lidera Jordi Martí puso como condición que la licitación incluya una actuación inmediata en determinadas zonas de la ciudad en las que, a su modo de ver, es urgente una actuación en materia de mejora de la iluminación. Entre estas zonas destacan Glòries, la Zona Universitària, las salidas de las estaciones de metro o la supermanzana de Sant Antoni. Si no es con Junts, el PSC deberá conseguir seducir a ERC y Comuns para poder seguir avanzando pantallas en esta nueva contrata millonaria.

