Millet y Cabot, un encuentro complementario y fructífero

El álbum

Dos grandes personajes de su tiempo, de signo barcelonés y catalanista, pero con apertura universal. Sospecho que al ser de una quinta bastante cercana, Millet sólo le llevaba a Cabot cuatro años, contribuyó también a facilitar la relación.

Joaquim Cabot fue al encuentro de Lluís Millet, dada la sociabilidad dispersa que le caracterizaba, sobre todo en un terreno que le atraía, la cultura en el sentido más amplio. Por si fuera poco, era creativo, rico y generoso.

Maestro y joyero sumaron lo mejor de sus talentos para construir el Palau del Orfeó Català

El Orfeó Català fundado por Millet y Vives ya había enraizado en sectores populares y artísticos, y estaba abocado a emprender una transformación vertiginosa: cambio de sede y puesta en pie de un auditorio para marcar distancias con las corales de Clavé.

Estaba claro que el nuevo lugar no había de estar alejado de los barrios que habían acunado a sus orfeonistas, pero la dimensión económica superaba las posibilidades de la entidad. Y entonces la presencia de Cabot resultó carismática y decisiva. Su entusiasmo, talento y clarividencia le permitieron aceptar una finca bien situada, contratar al gran Domènech i Montaner, amén de facilitar la operación económica al avalar la adquisición del terreno o la compra del órgano. Las dificultades financieras que surgían las resolvía con eficacia y rapidez.

Millet y Cabot, un encuentro complementario y fructífero. Permanyer 23 oct 25

Siempre juntos, Lluís Millet y Joaquim Cabot formaron un equipo triunfador

FREDERIC BALLELL / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

El tan prestigiado orfebre fue capaz de convertir aquella espectacular sede no sólo en el Palau de la Música Catalana sino en una exquisita, deslumbrante y modernísima joya.

Casas lo retrató como el señor de Barcelona, pero el ninotaire Junceda lo interpretó con acierto indudable al dibujarlo como el forzudo de circo repleto de medallas que enarbola con facilidad y sin sudar ni una gota el gran Palau de la Música.

La clave artística la aportaba el mestre Millet, etapa transcendente bajo el signo de un desarrollo imparable. La calidad indiscutible y seductora de su Orfeó convirtió desde el primer momento aquella sede en mucho más que un simple Palau, y pronto pasó a rendir admiradores más allá de nuestras fronteras.

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Para hacerse una idea cabal de aquel empresario que lideró instituciones de primera línea, doblado de poeta, político, viajero o tertuliano, es imprescindible leer el libro que le dedicó Jordi Cabré: La Barcelona universal de Joaquim Cabot (Planeta).

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