Los ocupas del aparcamiento desesperan a los comerciantes del mercado de la Vall d'Hebron

Seguridad

Trabajadores de este equipamiento del Ayuntamiento de Barcelona denuncian amenazas, agresiones y robos

24 - 10 - 2025 / Barcelona / Mercat de Vall Hebron / Argelinos que viven en las instalaciones y crean conflictos / Foto: Llibert Teixidó

Dos personas que desde hace un par de meses viven en las escaleras del aparcamiento de este mercado

Llibert Teixidó

La ocupación del aparcamiento está desatando la angustia en el mercado municipal de la Vall d’Hebron–Taxonera de Barcelona. Hace pocos días una paloma amaneció colgada del techo de la planta menos tres, en apenas un par de semanas desaparecieron alrededor de 60 carritos del supermercado, la semana pasada una empleada de la limpieza denunció que la amenazaron con un cuchillo y que la golpearon con una escoba... De manera que ya dejaron de limpiar algunas zonas de estas instalaciones.

En las escaleras, entre cartones y mantas, entre restos de comida y botellas de plástico, Nadir y su sobrino explican que ya llevan un par de meses en Barcelona, instalados aquí, que están tratando de empadronarse, que quieren regularizar su situación y encontrar un trabajo. Entretanto buscan chatarra. Uno de los encargados de la seguridad de este recinto del Ayuntamiento dice a Nadir y su sobrino de un modo rutinario que recojan sus cosas, que de lo contrario no tendrá más remedio que llamar a la policía.

Hace meses que una quincena de personas malvive en estos bajos, y algunas causan muchos problemas

“Aquí en el aparcamiento del mercado vive gente desde hace muchos meses –cuentan unos cuantos trabajadores de este equipamiento–. A principios de año la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra desalojaron a una decena de personas, y luego lo limpiaron todo... Pero a pesar de ello igualmente la gente viene y va... Algunos simplemente vienen a dormir, en las escaleras, en los rellanos, y tratan de pasar desapercibidos”. Nadir y su sobrino guardan sus mantas en el armario de la manguera antincendios y se marchan del mercado, a buscar chatarra, hasta que caiga la noche y regresen.

Bajo estas mantas, entre estos cartones, duerme una persona

Bajo estas mantas, entre estos cartones, duerme una persona

Llibert Teixido

“Durante estos meses la rotación ha sido constante –prosiguen los trabajadores–. Algunos pasan aquí semanas, otros meses... Pero los últimos en llegar son muy conflictivos. Hablamos de unos 15. Luego de que la policía viniera a buscar al que agredió a la limpiadora nos dijeron que nos íbamos a enterar, que rayarían los coches, que destrozarían las paradas... Y los clientes bajan con su compra y se encuentran con una paloma ahorcada ¿qué demonios significa eso? no podemos permitir es que la gente se sienta insegura haciendo la compra, que deje de venir...”.

Trabajadores del mercado atrancaron este acceso a la zona de las cámaras luego de que alguien tratara de acceder a ellas

Trabajadores del mercado atrancaron este acceso a la zona de las cámaras luego de que alguien tratara de acceder a ellas

Llibert Teixido

Un pescadero lamenta que no puede quitarle el ojo a su género, que tiene que estar todo el rato pendiente. En otro rincón del aparcamiento, tras otra puerta de los subterráneos del mercado, abundan los restos de papelinas y otros útiles propios del consumo de drogas. El habitáculo huele a estupefaciente requemado. “Normalmente se lavan en este grifo, pero le acabamos de quitar la maneta. Un día intentaron sacar un ciclomotor por el ascensor. Nos quedamos a cuadros”.

La paloma que amaneció colgada en el nivel menos tres del aparcamiento

La paloma que amaneció colgada en la planta menos tres del aparcamiento

LV

Los comerciantes atrancaron con unas cuantas barras un acceso a la zona de las cámaras después de que comprobaran que alguien trató de violentarlas. Allí, en la zona de carga, en la planta menos uno, bajo unas mantas, entre unos cartones, una persona duerme oculta. Los trabajadores dicen que esta persona nunca les ocasionó ningún problema. Estas escenas también vienen a ilustrar cómo la vida en esta ciudad es cada vez más dura. Cada vez más gente busca refugio en tiendas de campaña, en chabolas, en cualquier lugar...

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“Sabemos quienes provocan los problemas –lamentan en la asociación de comerciantes del mercado–. Ya tememos por nuestra integridad y nuestro patrimonio. Se lo hemos hecho saber al Institut Municipal de Mercats. Pero hasta ahora ninguna medida resultó efectiva”. Hoy, después de algún amago, los comerciantes se reunirán por fin con representanes del organismo del Ayuntamiento que regula estos equipamientos. “Muchas veces nos dieron a entender que no podían hacer nada... ahora estamos más esperanzados”.

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